"Cuando llegamos sentimos que nos faltaba algo, así que montamos este rincón de Aragón"

Cataluña acoge al grupo más grandes de emigrantes aragoneses, casi 85.000 personas. En la comunidad vecina hay más de 20 casas regionales de Aragón.

Un grupo de miembros del grupo de folklore aragonés de Barcelona, en una reunión.
Un grupo de miembros del grupo de folklore aragonés de Barcelona, en una reunión.
Heraldo

De cada 100 personas que han nacido en Aragón, 7 viven en Cataluña. Esta estadística revela la importancia que tiene la comunidad vecina en los movimientos poblacionales de los aragoneses. En total, casi 85.000 personas que han nacido en Zaragoza, en Huesca o en Teruel residen en alguna de las cuatro provincias catalanas. En Barcelona hay casi 59.000, por los 12.500 de Tarragona, los 10.000 de Lérida y los 3.500 de Gerona.

Esteban Cavero es uno de ellos. Nacido en Luesia y criado en Sádaba, desde hace años vive en Barcelona, donde preside la peña Folclore Aragonés. Es solo una de las casas regionales de Aragón que hay repartidas por la Ciudad Condal y por toda Cataluña: el Centro Aragonés de Barcelona, la Agrupación Aragonesa Amposta, el Centro Aragonés de Sarriá, la Agrupación Artística Aragonesa de Blanes y Comarca, la Casa Aragón en Lérida… Y así hasta una veintena larga de grupos de emigrantes, o incluso de descendientes de esos emigrantes, que deciden fundar un grupo para juntarse y mantener viva la esencia de su ‘aragonesidad’.

Cavero recuerda que cuando llegó a Barcelona, hace varios lustros ya, le trataron “como un hermano”. “Mejor que como recibían a otros amigos en otras comunidades”, señala. Él trabajó en la recientemente demolida central de Andorra, y fue enviado a Cataluña a construir otra central. “Aquí nos pagaban más dinero, así que hubo que coger las cosas y venirnos”, recuerda.

En el momento de su llegada, junto con un grupo de compañeros aragoneses, Esteban recuerda que tuvieron el impulso de fundar y organizar un grupo que recordara sus raíces: “Sentíamos que nos faltaba algo, decidimos montar la casa... y aquí estamos”, resume.

El objetivo era mantener vivo en Cataluña el folclore aragonés, algo que ahora resulta algo más complicado por la pandemia -aún no se ha recuperado totalmente la normalidad- y por las nuevas generaciones, que “van más a su aire” y no se vinculan tanto con la esencia de la jota. Aún así, les gusta mantener el contacto con otras casas regionales, y a principios de junio acudirán al encuentro anual que se celebrará en Cuarte de Huerva.

Admite que “se echan de menos algunas costumbres” aragonesas en una gran ciudad como Barcelona, pero se ha sentido bien acogido. También durante los últimos años, en los que el fervor independentista en algunos casos ha llegado a afectar a la convivencia: “Por mi parte he respetado a todo el mundo y también quiero que me respeten. Hasta la peor idea del mundo tal vez sea buena. Nosotros hemos respetado a todo el mundo e incluso hemos tenido reconocimientos de las instituciones”, señala.

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