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A la espera de que el pacto ibérico suavice los precios energéticos

Ocho aragoneses comparten, como hicieron hace dos meses, la forma en que les afecta el incremento de los costes de la energía y los combustibles.

Las administraciones aragonesas preparan medidas contra el tarifazo eléctrico y del gas
Las administraciones aragonesas preparan medidas contra el tarifazo eléctrico y del gas
Heraldo.es

Hace dos meses, Jesús Ballarín, Eva Lizama, José Ramón Marcuello, José Luis López, Sofía Ferrero Soraya Ferrer, Teodoro Corchero y Esmeralda Giménez explicaban en este diario la complicada situación que atravesaban sus negocios o sus familias por el incremento de los costes de la energía y los combustibles debido a la invasión de la guerra en Ucrania. Vuelven a hacerlo para destacar que poco ha cambiado el escenario, que los problemas son mayores y que si la falta de medidas está poniendo en jaque su economía. Se muestras cautelosos ante los posibles beneficios que supondrá el pacto energético, pero dejan claro que para que sea eficaz tiene que aplicarse con urgencia.

Jesús Ballarín, cerealista oscense, junto a su tractor.
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"Si la rebaja de la luz se retrasa mucho no nos servirá de nada"

Hace dos meses Jesús Ballarín se estaba planteando si sembrar o no maíz porque los costes de producción en el campo se han disparado de tal manera por los elevado costes de la luz, los carburantes y las materias primas que si el pasado año había que desembolsar 2.038 euros por hectárea, en esta campaña el coste es nada menos que de 3.688. «Finalmente nos decidimos por el maíz no porque algo haya cambiado, sino porque estamos especializados en ese cultivo y otras producciones tampoco eran más rentables», destaca este agricultor de la Hoya de Huesca.

Se muestra preocupado con los costes de la luz porque hasta hace dos meses tenía un contrato de tarifa plana, que terminó precisamente cuando los precios están en plena escalada. «Ahora estamos en el mercado libre y no podemos planificar el riego en las horas más baratas porque tampoco tenemos información anticipada de cuáles son», señala Ballarín, que no se muestra muy confiado en que la limitación del precio del gas se note se convierta en una rebaja de sus facturas. «Si la medida no llega pronto y se retrasa unos meses, ya no nos servirá de nada», advierte.

Gonzalvo, en una gasolinera, junto a un cartel con los precios actuales del carburante.
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"Acercarse al surtidor a echar gasolina da casi hasta miedo"

José Ramón Gonzalvo reconoce que ahora da «hasta miedo» acercarse a echar gasolina. La ayuda de 20 céntimos del Gobierno ha permitido sobrellevar la situación, pero los precios son cada vez más altos y el fin de esta compensación –que podría quedar reducida a colectivos vulnerables– lo complicaría todo aún más. «Hace unos meses pagaba 40 euros por llenar el depósito. Ahora son entre 75 y 80, pero con la ayuda se queda en 65. Si la quitan a partir de junio, nos harán pagar el doble», comentó.

En su opinión, el Gobierno central «debería incluir a los taxistas» dentro de los colectivos vulnerables si finalmente cambia la medida, ya que este, como recordó, es su medio de trabajo. El alza de costes ha tenido ya una consecuencia directa:la disminución de las llamadas «vueltas en vacío». «Hacerlas con estos precios no tiene ningún sentido. Al ‘andar’ menos hay un menor número de vehículos en circulación, y la gente se ve obligada a ir a las paradas o a llamar por la emisora», agregó. Todas estas subidas las están llevando «a las espaldas», dado que los precios no podrán subir hasta el 1 de enero. Mientras, la preocupación crece, ya que la gasolina y el gasoil siguen encareciéndose.

Eva Lizama, en su explotación de porcino de Gallocanta.
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"Nos dejan fuera de las ayudas y estamos cada vez más ahogados"

Hasta la explotación de porcino que la familia Lizama tiene en Gallocanta continúan llegando facturas estimadas de luz –consumen gran cantidad de esta energía para garantizar el bienestar de sus animales– por lo que siguen temiendo que cuando reciban las lecturas reales las cantidades sean desorbitadas. «No ha cambiado nada en ese aspecto», señala la ganadera Eva Lizama, que insiste en la asfixia económica que sufre el sector.
Lamenta que lo que ha cambiado desde hace dos meses es el precio de los piensos, que cada vez es más desorbitado. Y critica que ante esta situación, la decisión del Gobierno ha sido dejar al porcino fuera del paquete de ayudas destinadas a los sectores afectados por la guerra de Ucrania, unas ayudas a las que si pueden optar otras ganaderías intensivas como la avícola. «Más que medidas nos están poniendo piedras. Los ganaderos estamos ahogados», advierte. Por eso no confía demasiado en el efecto que tendrá la decisión de topar el precio del gas. «Habrá que ver cómo se aplica porque cuando redujeron el IVA de la luz solo lo hicieron para pequeñas potencias y no lo notamos», añade.

José Luis López, a las puertas de la residencia Pirineos.
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«Estamos estudiando poner placas solares en el centro»

Tras los sucesivos tarifazos, José Luis López cuenta que están estudiando colocar placas solares en la techumbre de la residencia Pirineos que dirige. Una iniciativa para autoabastecerse, «lo comido por lo servido, porque no vamos a poder volcar nada sobrante en la red», y al mismo tiempo «colaborar en el cuidado del medio ambiente», explicó.
Justo estos días está con el proyecto encima de la mesa, una inversión de entre 12.000 y 13.000 euros «que podría ser inferior si existe alguna ayuda del Gobierno aragonés para este tipo de instalaciones» y se amortizaría «mucho más rápido». «Es una medida que nos hemos planteado tras la situación tan inestable que hemos sufrido, las cuentas no salen y no podemos subir los precios de las plazas. Se necesita una estabilidad», señaló.

La compensación de 20 céntimos por litro de carburante se ha dejado notar en una factura para llenar el depósito que llegó a ascender a 801 euros y «se ha rebajado casi 200 euros». La llegada de las altas temperaturas también jega a favor porque ha caído el consumo y por ahora no hay que tirar de aire acondicionado. En el caso de la luz, la negociación con Endesa «han llegado a buen puerto».

Ferrero prepara una hornada de pan en su tienda del Actur.
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"Las medidas las tomamos antes. Si no, quizá no estaríamos aquí"

En la panadería Choco, en el Actur, pagan 480 euros de luz al mes. Son 180 más que hace un año, a lo que se unen las subidas aplicadas por los proveedores. Hay barras que ahora cuestan diez céntimos más, y otros productos que traen el precio de serie, como las patatas fritas o las pipas de girasol, arrastran las consecuencias de la guerra en Ucrania. Aunque el recibo no alcanzó finalmente las cotas esperadas, esos 480 euros mensuales siguen suponiendo un gran lastre. «Las medidas las tomamos ya en su día. Actuamos con antelación. Si no, quizá no estaríamos aquí», reconoce Sofía Ferrero, encargada del negocio. Antes de que todo empeorase eran tres, pero ahora saca adelante el negocio ella sola.

Confía, pese a todo, en que las medidas anunciadas por el Gobierno central para limitar el precio de la luz surtan efecto y se noten pronto en el bolsillo. «Una subida de diez céntimos en una barra de pan es bastante. También se han encarecido otros productos, como las chucherías, aunque, por el momento, hemos asumido ese sobrecoste», explicó. Sus clientes han reaccionado «con resignación». Se quejan de las subidas, pero son conscientes de que «no había otro remedio».

Soraya Ferrer prepara porciones de pizza en su establecimiento.
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"Si no hay más movimiento los próximos meses, cerraremos"

«Si no hay más movimiento durante los próximos meses, tendremos que cerrar». Son las palabras de Soraya Ferrer, la dueña de pizzería PizzOne, situada cerca del campus universitario de San Francisco, en Zaragoza. Con el alza del precio de la electricidad y de las materias primas, hace unos meses se vio obligada a tomar una decisión drástica: prescindir de una empleada. «El consumo no está nada animado. Está todo caro y la gente está dejando de destinar dinero al ocio. Como los precios son más altos, nosotros también hemos tenido que subir las pizzas un 10%. Aún así no nos queda el mismo margen», sostiene la empresaria, que teme verse obligada a cerrar en los próximos meses. «Estamos tratando de subsistir», admite. La harina, aclara, ha subido un 15% en las últimas semanas. «Yo puedo entender que algunos productos suban por la guerra de Ucrania, pero hay otros que no entiendo de donde vienen esos precios», denuncia. En la factura de la luz y la gasolina sí que ha percibido un «ligero descenso». «Pero no es suficiente. No se ha estabilizado con el precio de antes», señala.

Teodoro Corchero, en una de las calles de Teruel.
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"Toca confiar en que el pacto ibérico reduzca la factura"

Al hilo de la actualidad y con «mucha preocupación», Teodoro Corchero, presidente del Consejo de las Personas Mayores de Aragón (Coapema), asegura que en estos momentos «toca confiar en que el pacto ibérico reduzca de verdad la factura y la rebaja llegue a todos».
Aunque él no es beneficiario de un bono social eléctrico advierte de que cada dos años hay que renovarlos y Endesa «desafortunadamente no manda ningún tipo de aviso». «Es un tema del que hay que estar pendiente, y más en estos momentos, porque si no, de un día para otro te puedes encontrar con que te han dado de baja», señala. En Aragón, cerca de 2.500 pensionistas se aprovechan de estas rebajas de la factura eléctrica para colectivos vulnerables.

Personalmente, la rebaja de los 20 céntimos en el litro de gasolina la ha notado en su bolsillo ya que frecuentemente viaja desde Teruel, donde reside, a Zaragoza. «La única alegría es ver que el precio que marca el surtidor es más bajo que el que viene en el poste», asegura. Eso sí, reclama que esta compensación se prolongue más allá de junio. En caso de que la retiren espera que no se produzca una escalada de los precios.

Esmeralda Giménez, junto a su familia.
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"Hacer la compra grande supone casi 50 euros más"

A la factura de la luz y el precio del combustible se suma la cesta de la compra. «Llenar el carro supone casi 50 euros más. Antes iba cada veinte días a hacer la compra principal y me gastaba algo más de 200 euros y ahora no baja de 300. Lo único que no ha subido es el tabaco», sostiene Esmeralda Giménez, que es la encargada de preparar la comida en casa, donde vive con su marido –Rafael Sanjuán–, sus dos hijas –Salma y Helena, de 20 y 12 años–, su sobrina –Gloria, de 26 años– y su padre –Antonio–.

«La luz nos sorprendió porque pagamos algo menos, aunque también es verdad que hay más luz natural y ya no es tan necesaria a todas horas», justifica. También ha notado un ligero descenso en el precio de la gasolina. «Ahora sigue muy cara, aunque no tanto», explica. Esta familia utiliza el coche diariamente y en varias ocasiones. En concreto, Esmeralda lleva con su vehículo a diario a su hija mayor al instituto del municipio de Borja, lo que supone, entre ida y vuelta, 40 kilómetros. Su marido, que trabaja en el campo, también se desplaza a diario en su coche particular para acudir a diferentes terrenos de la zona de Tauste y Novillas.

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