Heraldo del Campo

Entrevista

José Antonio Martínez: "Los planes de estudios aún no reconocen la agricultura de precisión como asignatura específica"

Es catedrático de la Universidad de Lérida. Fue uno de los primeros impulsores y estudiosos de la agricultura de precisión en España. Sostiene que el empleo de estas herramientas acarrea beneficios tanto económicos como medioambientales, pero sostiene que aún queda trabajo por hacer para convencer al sector agrario y a los académicos. Recientemente participó en una jornada organizada por la Red Arax en el marco de FIMA.

José Antonio Martínez Casasnovas, catedrático de la Universitat de Lleida.
José Antonio Martínez Casasnovas, catedrático de la Universitat de Lleida.
Alejandro Royo

José Antonio Martínez Casasnovas, montisonense, es Doctor Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Lérida y Máster en Información Geográfica y Sistemas de Teledetección por la Universidad de Wageningen, Países Bajos, 1994. Trabaja como catedrático de Universidad en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de la Universidad de Lleida y es Director del Departamento de Medio Ambiente y Ciencias del Suelo. Se centra en la agricultura de precisión y la cartografía de suelos.

¿Cuál fue su propuesta para la Red Arax en este evento?

Preparar esta presentación ha sido un reto porque nunca me habían planteado exponer mi visión sobre cómo debe adaptarse una red de ensayos que está acostumbrada a trabajar en parcelas pequeñas, a la implantación de herramientas de agricultura de precisión. En mi opinión, las tecnologías de la agricultura de precisión, que pueden ser muy beneficiosas para mejorar la relación coste-beneficio de las explotaciones agrícolas, están mucho más avanzadas en lo que respecta a su desarrollo tecnológico que en cuanto a la propia implantación por parte de los agricultores.

En FIMA he visto varios estands sobre tecnología digital, seguimiento por satélites, pero los comerciales dicen que cuesta mucho implantarlo. La pregunta del millón que hace el agricultor es cuánto cuesta. Por ello, lo que le propuse a Red Arax es que lleve sus ensayos a otras parcelas en las que se pueda cuantificar esa relación coste-beneficio, por ejemplo, planteando ensayos con diferentes dosis de siembra o diferentes dosis de abonado, adaptándolos a la variabilidad de los suelos de las parcelas para poder hacer luego los seguimientos con monitores de rendimiento de las cosechas en cada punto de la parcela para saber qué se ha cosechado y establecer el balance económico.

No se trata solo de decirle al agricultor cuáles son las mejores variedades, sino también de decirle en cuánto puede mejorar su relación coste-beneficio si aplica diferentes variedades en diferentes puntos de la parcela.

¿Hay estudios de diferencia de rentabilidad entre explotaciones que utilizan agricultura de precisión y las que no emplean dichas herramientas?

El problema es que hay escasos estudios porque esto depende de muchas variables y en cada parcela este dato puede ser diferente, pero está claro que el avance debe ser en este sentido. Sabemos que va a haber beneficios no solo económicos, sino también medioambientales porque se va a aplicar en cada punto de la parcela cantidad de insumos que se necesitan, evitando excesos y derivas que, además, en el caso de los fertilizantes, es algo que la Unión Europea ya busca. En este sentido creo que en dos o tres años la UE exigirá un plan variable de actuación adaptado a las condiciones de los suelos en cada parcela.

Fue uno de los pioneros de la agricultura de precisión. ¿Qué le llevó a trabajar en este ámbito?

Fue una de esas cosas que suceden por casualidad. Por mi formación y mi trayectoria profesional, en 2002 me llamaron desde la Generalitat de Cataluña para impartir un curso sobre agricultura de precisión. Allí conocí a técnicos de Codorniú, que ya empezaban a hacer mapas de rendimiento de la uva desde las cosechadoras. Me pidieron ayuda porque consideraron que obtenían muchos datos, pero no sabían muy bien cómo gestionarlos. Así empezamos. Después, fuimos profundizando en temas de teledetección, comenzamos a elaborar mapas para hacer vendimia selectiva dependiendo de la calidad de la uva…

¿La dificultad para implantar estos sistemas de protección es sólo una cuestión de costes o hay más factores?

También falta mucha formación. Los planes de estudios de los grados de las escuelas de Ingeniería Agrícola son de 2010. Entonces aún no se veía el potencial de la agricultura de precisión y los planes no han cambiado. Estamos con planes de estudios que no tienen asignaturas específicas de esta materia. Sí que aprovechamos huecos en otras asignaturas para meter algunas horas de contenidos. En la universidad donde yo trabajo nos dimos cuenta de la importancia de esto porque desde 2000 existe un grupo de investigación en agricultura de precisión y conseguimos introducirla como asignatura optativa. Tenemos una de las pocas o quizá la única asignatura que se llama Agricultura y Ganadería de Precisión.

¿En qué fase está la agricultura de precisión?

Está en un momento de continua aparición de gran multitud de aplicaciones y empresas. Algunas de ellas son oportunistas y carecen de un conocimiento agronómico, lo cual puede ser un riesgo. El agricultor a veces no sabe qué aplicación comprar. Mi consejo es que adquieran aquella que tenga un buen conocimiento agronómico detrás porque es fundamental saber interpretar los datos que se obtienen para obtener el mayor rendimiento. En estos momentos lo más novedoso es una tecnología que permite el seguimiento de los cultivos a través de una constelación de satélites que se llama ‘planet scope’, capaz de captar píxeles de hasta tres metros con una frecuencia diaria…

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