guerra en ucrania

Cuando la solidaridad se agota: las oenegé alertan de los posibles problemas al acoger refugiados en casa

Las entidades especializadas piden que se controlen estos acogimientos y alertan de que si el proceso no es correcto “se puede quedar gente en la calle”.

Viaje de 65 refugiados ucranianos hasta Zaragoza en un bus fletado por un empresario
Viaje de 65 refugiados ucranianos hasta Zaragoza en un bus fletado por un empresario
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“¿Y si acogemos una familia ucraniana en casa?”. Este es el impulso que muchos aragoneses han tenido, y tienen, al ver a diario las noticias sobre la guerra en aquel país y sobre sus consecuencias. La invasión rusa ha provocado que millones de personas tengan que dejar sus hogares con lo puesto, en busca de un país tranquilo y de un techo bajo el que vivir. Muchos han llegado a Aragón y, según las entidades especializadas, en torno a la mitad de ellos han encontrado un primer hogar en una vivienda particular, en vez de en las viviendas e instalaciones que habitualmente proporcionan las entidades de primera acogida.

Esta ayuda está siendo todo un alivio para estas oenegés, que están teniendo (y van a tener) problemas para encontrar un alojamiento para todos ellos. Sin embargo, las propias organizaciones alertan de los posibles problemas que se pueden generar tras esta buena voluntad inicial de las familias acogedoras. ¿Y si la solidaridad ‘se acaba’? ¿Y si no hay buena sintonía con los refugiados a los que se acoge? ¿Y si con la economía familiar no hay fondos suficientes para mantenerlos?

“La gente dice que está dispuesta a acoger, pero luego no es tan fácil”, advierte Julia Ortega, responsable territorial de Accem Aragón, quien advierte de los riesgos de un acogimiento “sin trabajar previamente con la familia acogedora, sin pactar las condiciones, sin ver las obligaciones de unos y otros…”. “Es complicado”, resume.

"Nosotros esperamos que nos lo agradezcan todo el rato, pero hay que entender la situación por la que pasan los refugiados", dicen desde Accem

No es la primera vez que hay acogimientos de este tipo, pero su generalización con la actual crisis de refugiados ucranianos hace que los riesgos aumenten. Con esas experiencias previas, Ortega advierte de las posibles situaciones que se pueden dar: “Vamos a compartir nuestro espacio, nuestra intimidad, con gente que no conocemos y que necesita un espacio propio. Igual se pegan una semana sin salir de la habitación porque vienen muy tristes, muy tocados emocionalmente. Se pueden poner exigentes e impertinentes, se pueden quejar... El carácter ucraniano ya es de por sí distinto al nuestro, en general son más secos. Nosotros no esperamos eso, esperamos que nos lo agradezcan todo el rato, pero hay que entender la situación por la que puede pasar la otra persona y ser capaces de gestionarla”, explica.

La responsable de Accem cree que este tipo de acogimientos pueden ser una buena opción para situaciones de saturación del sistema, como ocurre ahora, pero debe ser algo “muy temporal”, a no ser que esté controlado por profesionales. “Si luego surgen los problemas, ¿qué pasa? ¿Te echo de mi casa? Nos preocupa que se pueda quedar gente en la calle”, apunta Ortega. 

Por eso, cree que los refugiados “deben pasar al sistema de acogida lo antes posible”, donde se van a encontrar “con más garantías”. Eso no quiere decir que no puedan seguir en hogares: “Hay que ver qué puede ofrecer la familia, en qué condiciones, durante cuánto tiempo, trabajar con los problemas de convivencia que pueda haber… Tiene que haber un momento de reflexión después del primer impulso de solidaridad. Y si la respuesta y las condiciones son las apropiadas, pues adelante”.

Además, alerta de que esta oleada de acogimientos puede ser caldo abonado “a los oportunistas”. En esta entidad tienen conocimiento de personas que han acogido a una mujer con su hijo, pero que luego “los dejaban en casa de sus padres cuidándolos a cambio de casa y comida”. “Y también cosas peores...”, advierte.

El acogimiento en los hogares, además, implica unos gastos de comida, ropa, gastos de los niños… Estas familias no cuentan con ayudas oficiales para sufragarlos, así que existe el riesgo de que también haya cansancio en ese sentido. Por eso, la responsable de Accem Aragón cree que lo ideal es “que se inserten en el mundo laboral”, para que puedan tener una vida independiente lo antes posible, aunque sea bajo la tutela y el control de los servicios sociales. Dado el gran número de ucranianos que se espera que aún estén por llegar, cree que se debe ir a un modelo “con menos ayudas y más facilidad para insertarse en el mundo laboral”, aprovechando la posibilidad que se ha abierto de obtener papeles y permiso de trabajo en 24 horas.

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