Aragón

El sector de la peluquería y la estética en Aragón, contra las cuerdas

El encarecimiento de los suministros y las consecuencias de la pandemia se suman a la subida del IVA que arrastran desde 2012: “Necesitamos soluciones urgentes”.

Una imagen de la peluquería Antes Muerta K Sencilla, en el Arrabal.
Una imagen de la peluquería Antes Muerta K Sencilla, en el Arrabal.
Heraldo

Las peluquerías y los centros de estética zaragozanos alertan del riesgo de cierre de numerosos establecimientos en los próximos meses si no se toman medidas urgentes. Si bien es cierto que se trata de una crisis heredada -el sector se encuentra contra las cuerdas desde el año 2008-, las consecuencias de la pandemia y el aumento del precio de los suministros están generando una situación muy comprometida.

“Son tiempos muy complicados, el sector de la imagen personal prevé una caída del 33% del margen de explotación de los pequeños negocios en nuestro país debido al aumento del IVA que arrastramos desde hace una década”, explica Raquel Alastuey, presidenta de la Asociación Profesional de las Peluquerías de Zaragoza. De hecho, hace unos meses, la plaza del Pilar de Zaragoza se convertía en el escenario de una nueva movilización solicitando la reducción del IVA de 21% al 10 -se produjo un incremento revisable en 2012-, momento en el que ya se alertaba del riesgo de cierre de "decenas de miles de salones en los próximos meses" en España. Hoy, con la crisis de Ucrania, la situación se complica por momentos.

A eso se une la inminente reforma laboral, la subida del Salario Mínimo Interprofesional y el incremento de la cotización de autónomos. “Todos estos factores están propiciando una atomización del sector debido al escaso incremento de la contratación. Si a ello le sumamos la preocupación por el elevado coste de la energía o el incremento del precio de los productos, la situación es insostenible. Necesitamos soluciones urgentes”, advierte.

"Ha desaparecido el perfil de aquella persona, sobre todo mujeres, que visitaba el salón semanalmente"

A raíz del inicio de la pandemia se han producido numerosos ajustes en su quehacer diario, algo que se ha traducido en una reducción del número de clientes, así como en la asiduidad de las visitas a los salones de belleza y estética. “Se ha producido un cambio en el tipo de cliente y, sobre todo, ha desaparecido el perfil de aquella persona, sobre todo mujeres, que visitaba el salón semanalmente”, asegura Alastuey. Eso se ha traducido, a su vez, en la generación de nuevos costes y la aparición de nuevos escenarios como la publicidad y las redes sociales, o en la necesidad de invertir en formaciones de manera continuada.

"Con estos datos, la previsión es que 3 de cada 4 propietarios del sector acabarán cobrando menos que sus empleados"

La zaragozana regenta su propio negocio desde hace dos décadas, una peluquería ubicada en la zona de la Estación del Portillo. “Con estos datos, la previsión es que 3 de cada 4 propietarios del sector acabarán cobrando menos que sus empleados”, advierte. “Somos un sector resiliente, pero no olvidemos que también muy sensible a todo tipo de marcador económico. Debemos reivindicar nuestra valía como profesionales. No olvidemos que hacemos felices a las personas y ponemos alma en los clientes”, asegura.

Raquel Alastuey, presidenta de la Asociación de Peluquerías de Zaragoza.
Raquel Alastuey, presidenta de la Asociación de Peluquerías de Zaragoza.
Heraldo

Se trata de una realidad que, irremediablemente afecta a los proveedores. Desde Yagüe, empresa zaragozana fundada en 1948 especializada en la distribución y venta de mobiliario y productos de peluquería, estética y cosmética, aseguran que la situación es “muy complicada”. “El sector ha registrado una reducción en la facturación, que ha pasado de 5.000 millones de euros en 2012 a 3.500 en 2019”, señala Jaime García Machín, gerente de la firma, que cifra en un 46% las perdidas acumuladas entre 2020 y 2021.

Un 22% de centros han cerrado en Aragón

Esta realidad se ha traducido en que la mayoría de salones y peluquerías de España, sin margen para invertir, se hayan tenido que limitar a sobrevivir. En España contamos con una peluquería por cada 1.000 habitantes, con 48.000 de estos centros y 22.000 de estética según cifras de 2021. Sin embargo, la tendencia no es nada halagüeña: “Hemos pasado de montar 30 peluquerías anualmente a tres el pasado año. En Aragón, los cierres de salones de peluquería y estética superan el 22% desde el inicio de la pandemia”.

En cuanto a la venta de productos profesionales de peluquería y estética, el aumento de los precios se ha traducido en otra realidad: el cliente opta, cada vez más, por productos más económicos y ‘lowcost’. “Hay un cliente, denominado ‘selenial’, que se corresponde con mujeres de 68 años en adelante que representaba el 40% del sector, que prácticamente ha desaparecido”, advierte García. El miedo al contagio, la reducción de los eventos y citas sociales y la crisis incipiente han hecho que este tipo de cliente haya desaparecido. “Eran personas que gastaban 15 o 20 euros a la semana y, de paso te compraban una laca o un champú profesional. Eso hoy ya no ocurre. Lo peor que hay en la economía es la incertidumbre”, añade.

Como explica García Machín, este complejo escenario está propiciando la aparición de una economía sumergida y un fuerte incremento del paro de un sector que afecta, sobre todo, al empleo femenino.

¿Qué pasa con la peluquería del barrio?

La zaragozana Raquel Menes abrió su peluquería, Antes Muerta K Sencilla, en el barrio del Arrabal en mayo de 2008. Hoy explica consternada que el gasto en la última factura de la luz se ha cuadriplicado con respecto al mes anterior. “No me lo explico. Me han dicho que con lo que está ocurriendo con los suministros todo se ha disparado y que no saben lo que puede pasar en los próximos meses”, explica, consternada.

En su caso, la zaragozana cuenta con un espacio de tienda en los que se puede encontrar desde champús, mascarillas o lacas, hasta maquillaje, secadores y todo tipo de productos especializados. Las ventas, asegura, han caído en picado. “Hemos tenido pérdidas que superan el 20%, y eso que no podemos quejarnos. A la mayoría de nuestras clientas, sobre todo a las más mayores, les ha costado mucho volver al salón y sentirse cómodas como antes de la pandemia. Ahora, con la guerra, estamos volviendo a notarlo”, reconoce. 

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