crisis energética

Cuando se planteó que Aragón conectara el gas entre España y la Unión Soviética

Hace 30 años, el Estado quiso impulsar una gran conexión a través de Acherito o el Somport. El rechazo social y el coste frenaron un proyecto que hoy se considera inviable.

Construcción del gasoducto en las cercanías del Serrablo.
Construcción del gasoducto en las cercanías del Serrablo.
Luis Mompel/Archivo Heraldo

La guerra en Ucrania ha planteado el dilema de cómo llevar gas al centro de Europa para reducir la dependencia del suministro de Rusia. El debate surge cuando se cumplen justo 30 años de la fecha prevista inicialmente para el estreno de una conexión europea de gas a través del Pirineo aragonés, que conectaría las instalaciones del Serrablo con las de Lacq, en Francia. Un proyecto que, pese a estar aprobado y presupuestado en varias ocasiones, finalmente se descartó por la oposición popular y por los costes que tenían las opciones que contaban con una mejor aceptación social. Ahora, y a pesar de la situación actual, se considera prácticamente imposible que se recupere por esos mismos motivos.

“Decidido: la conexión europea del gas, por el Pirineo aragonés”, titulaba HERALDO en julio de 1987. Entonces, el Estado tomó la decisión de construir una tubería que conectara las instalaciones de Lacq y el Serrablo para traer gas de Noruega y de la Unión Soviética, y así acabar convirtiendo Zaragoza “en el centro de gravedad del sistema gasístico español”. Una de las primeras propuestas fue hacerlo pasar por Acherito, pero la oposición de vecinos, ecologistas y ayuntamientos fue frontal.

Información de HERALDO del 3 de julio de 1987.
Información de HERALDO del 3 de julio de 1987.
Heraldo

Se planteó la opción del Somport, menos agresiva pero más compleja y cara. En 1990 los trámites se aceleraron, ya que la tubería debía estar lista para empezar a recibir el gas noruego tres años después. Sin embargo, en junio de ese año, por sorpresa y contra todo pronóstico, el gobierno Central descartó el proyecto aragonés y decidió que el gas entraría por Larrau, en Navarra, a pesar de que se esta opción se había descartado desde un principio.

Esta conexión es, junto con la de Irún, una de las dos que conectan actualmente España y Francia. Según señala José María Yusta, experto en mercados energéticos del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja, se trata de dos conexiones estrechas, que permiten “un intercambio pequeño” de gas entre los dos países. Insuficiente, por tanto, para hacer llegar al centro de Europa el gas que llega desde Argelia.

Portada de Heraldo del 10 de junio de 1990.
Portada de Heraldo del 10 de junio de 1990.
Heraldo

Pese a ello, Yusta considera “prácticamente inviable” recuperar el proyecto aragonés, principalmente por “la barrera” que suponen los Pirineos. “La opción más viable técnica y económicamente era por Cataluña, y aún así se desestimó”, señala Yusta en referencia al Midcat, el gaseoducto descartado hace unos años y que se plantea ahora como una infraestructura que se podría rescatar. Yusta cree que a corto plazo “es difícil” que salga adelante, aunque “todo va a depender de la estrategia europea”. “Está previsto que en el futuro el papel del gas no sea tan relevante, por lo que es difícil pensar en grandes inversiones. Luego hay que rentabilizarlas, y la tendencia ahora es ir hacia las energías renovables”, añade este experto. Si el proyecto catalán -mucho más avanzado y con las expropiaciones ya realizadas- parece complicado, el aragonés ya es “prácticamente imposible”.

En Aragón hay infraestructuras de gas de transporte y de distribución, además de la planta de almacenamiento subterránea del Serrablo. También hay una importante infraestructura militar, con oleoductos que unen Zaragoza con las bases de Rota y de Torrejón de Ardoz, así como conductos que surten de queroseno a la Base Aérea. Uno de los principales gaseoductos civiles es el que recorre el valle del Ebro, desde Barcelona hasta La Rioja y el País Vasco. Este gran conducto se conecta con el Serrablo mediante otras dos tuberías, que se ‘enganchan’ con la del valle del Ebro en Zaragoza y en Caspe.

El almacenamiento subterráneo aprovecha los antiguos yacimientos para acumular una gran cantidad de gas (hasta 1.100 millones de metros cúbicos) y poder distribuirla por toda España. Se trata de una infraestructura estratégica, una de las cuatro que hay en todo el país. Hasta este punto llega el gas de Argelia -que entra a través de la conexión submarina de Almería- y también de otros puntos del mundo, que llegan a España en barcos butaneros y entran en la red a través de las plantas de regasificación. El almacenamiento del Serrablo se ‘rellena’ entre el 1 de abril y el 30 de septiembre, para poder repartir el gas durante el resto del año, cuando más se necesita.

José María Yusta, experto en mercados energéticos del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja.
José María Yusta, experto en mercados energéticos del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja.
José Miguel Marco

Yusta apunta que España tiene “muy diversificado el abastecimiento”, lo que en la situación actual le beneficia. “Recibimos gas de 15 países distintos, y solo el 10% llega de Rusia”, apunta. Algo que no pueden decir, por ejemplo, los alemanes, que dependen sobremanera del gas ruso. En caso de que sea necesario abastecer al centro de Europa con gas de Argelia, Yusta ve más viable hacerlo “a través de Italia”, que está “mejor conectada” y que cuenta con “más almacenamientos subterráneos en el Norte”. 

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