entrevista 

Tomás García: "Las agresiones físicas son el principal caballo de batalla de todos los cuerpos policiales"

Capitán de la Guardia Civil en Murcia, hablará este sábado en las jornadas de Prevenciones Laborales en la Cámara de Comercio de Zaragoza sobre su libro ‘Regresar vivo a casa’, centrado en los riesgos que afrontan los agentes.

El capitán Tomás García, de la Guardia Civil en Murcia, hablará hoy en las jornadas de prevención laboral en la Cámara de Comercio sobre su libro 'Regresar vivo a casa'.
El capitán Tomás García, de la Guardia Civil en Murcia, hablará hoy en las jornadas de prevención laboral en la Cámara de Comercio sobre su libro 'Regresar vivo a casa'.
Toni Galán

¿Su libro 'Regresar vivo a casa' es la experiencia de un guardia civil en su día a día?

'Regresar vivo a casa' es un ensayo en el que expone, de cabo a rabo, toda la problemática de la prevención de riesgos laborales de un agente de policía: su pasado, su presente y su futuro. En la primera parte, el pasado (gratuita en la red), se incluyen aspectos inéditos de la historia de los cuerpos policiales relacionados con su seguridad y su salud, como, por ejemplo, el hecho de que en abril de 1846 en la Guardia Civil ya se habían producido nueve muertes de guardias civiles como consecuencia de malas prácticas en la manipulación y uso de sus propias armas de fuego, o cómo el parque móvil de la Policía Nacional nació en 1921, a raíz del asesinato del Presidente Eduardo Dato por parte de tres anarquistas catalanes. La lucha contra el terrorismo, en su vertiente de prevención de riesgos laborales, también se aborda. En la segunda parte se recoge toda la normativa comentada aplicable a la materia, con decenas de sentencias judiciales de primer orden, documentos directamente aplicables al ámbito policial, cuestiones prácticas… La tercera parte del libro una reflexión final sobre a dónde vamos y cuál podría ser el mejor camino a tomar en pro de la seguridad y la salud de los agentes de policía.

En Zaragoza llevamos unos días afectados por las agresiones a policías y sus  compañeros se manifestaron para apoyar a las víctimas. ¿Qué consejos les da para evitar estos actos?

Las agresiones físicas son, junto con los sucesos de tráfico, el principal caballo de batalla de los cuerpos policiales en materia de seguridad laboral; son los riesgos más recurrentes y en los que mayor esfuerzo se debe emplear para su prevención. Las medidas preventivas corresponden tanto a la propia organización policial como a los agentes, cada uno en su ámbito. El cuerpo policial debe encargarse de elementos como aprobar procedimientos específicos de actuación que incluyan los aspectos necesarios en materia de prevención de las agresiones, proporcionar a los agentes formación suficiente y adecuada en técnicas básicas de intervención operativa, y dotar a sus funcionarios de los equipos de trabajo (arma, defensa, grilletes…) y equipos de protección (guantes anticorte, chalecos antibalas…) necesarios para cada actuación. Por su parte, cada agente de policía es responsable de aplicar los citados procedimientos y técnicas de un modo correcto, al igual que hacer el mejor uso posible de los medios de trabajo y protección que le son proporcionados. Lo que ocurre es que todo ello no es siempre sencillo, más bien todo lo contrario. Las demandas que se le pueden presentar a un agente de policía son a veces impredecibles, poco estructuras y muy significativas desde un punto de vista cualitativo. Y todo ello puede sobrevenir durante el servicio o incluso, como ha ocurrido en los últimos días en Zaragoza, en situaciones de paisano. 

El ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, declaró el jueves en Zaragoza que no se ha producido incremento de agresiones a guardias civiles y policías, pero que es necesario que se solucionen todos con la aplicación del Código Penal. ¿Qué opina?

No dispongo de las estadísticas totales sobre agresiones a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, pero lo que sí sé, y así lo señalo en mi libro, es que los cuerpos policiales son el colectivo profesional más expuesto a conductas violentas en el trabajo, con una diferencia que supera, en algunos parámetros analizados, en más del doble al resto de grupos. La violencia física cometida por personas no pertenecientes al lugar de trabajo contra los agentes de policía triplica, por ejemplo, la cometida contra el personal sanitario, que es el segundo grupo con mayor número de agresiones, según la VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, realizada en el año 2011 por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo. Respecto a la aplicación del Código Penal a las agresiones contra guardias civiles y policías, solo cabe decir que no puede ser de otro modo, porque se trata de un hecho punible según dicho código: quien agreda a un agente de la autoridad debe ser detenido y puesto a disposición judicial.

Viene a unas jornadas de prevención laboral en la Cámara de Comercio de Zaragoza para transmitir la historia de su libro ante los participantes. ¿Qué conclusión quiere que se saque de la experiencia que aporta?

Me gustaría que tanto “Regresar vivo a casa” como mi intervención en las jornadas ayudara a integrar la prevención de los riesgos laborales en todas las actividades policiales, un proceso aún en curso. En el colectivo policial, aunque resulte paradójico teniendo en cuenta nuestra tradicional vinculación a todo lo que suene a prevención o protección, lo cierto es que no existe una amplia cultura preventiva de puertas hacia dentro, es decir, de prevención de posibles daños a los propios policías. A menudo se ha venido dando una prioridad casi absoluta al servicio, infravalorando determinados aspectos relativos a la seguridad y la salud de los agentes que perfectamente pueden compatibilizarse con las obligaciones del servicio. La Justicia se ha manifestado en multitud de ocasiones en el sentido de que, salvo muy contadas excepciones, se pueden y se deben compaginar ambos elementos: el deber de servicio al ciudadano y la seguridad y la salud de los agentes de policía.

¿Los integrantes de las Fuerzas de Seguridad del Estado no son tan conscientes del riesgo que corren en su día a día?

Hay de todo, como en botica. En general, creo que sí que somos conscientes, lo que ocurre es que una vez metidos en harina, el celo profesional nos puede y hace que a veces perdamos esa consciencia real del peligro. Y las consecuencias de ello pueden llegar a ser graves o incluso mortales en una profesión como la policial.

¿Qué alternativas les ofrece a sus compañeros para prevenir los riesgos de las agresiones?

 A nivel individual, las medidas son múltiples: mantenerse siempre formado en técnicas de intervención operativa y en un buen estado físico; asegurarse de llevar siempre los equipos de intervención y protección necesarios para cada actuación; informarse previamente, siempre que sea posible, del grado de peligrosidad de la intervención, analizando el entorno y las personas sobre las que se va a actuar; apoyarse en los compañeros y en la Central; intentar hacer uso de la empatía y corrección adecuadas para no generar mayor tensión y prevenir la falta de colaboración; hacer uso de la debida firmeza cuando sea necesario… Esta es la teoría que, en buena medida, abordo en “Regresar vivo a casa”, y que supone un primer paso importante; la práctica es otro cantar, desde luego, mucho más complicado de poner en marcha, pero perfectamente posible. La conclusión de todo ello es que la prevención de riesgos laborales en los cuerpos de policía no es solo una obligación, sino también una necesidad que salva vidas y, además, puede convertirse en un factor determinante de la excelencia en el trabajo policial. 

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