coronavirus

Zaragoza registra casi un 8% menos de muertes que el año pasado en la primera mitad del año

El cementerio confía en esquivar la 'ola joven': "Cabrea ver los contagios, pero estos no acabarán aquí", dice el director del tanatorio.

Carlos Lobera, director del tanatorio de Torrero, en la puerta de uno de los velatorios.
Carlos Lobera, director del tanatorio de Torrero, en la puerta de uno de los velatorios.
Francisco Jiménez

En pleno repunte de contagios de coronavirus, con la incidencia dibujando una empinada curva al alza en Aragón, en el cementerio más grande de la Comunidad no hay grandes nervios. La vacunación de las franjas de edad y colectivos más vulnerables ha permitido que, aunque se mantenga alerta, el tanatorio de Torrero no haya encendido sus alarmas, como sucedía en los anteriores picos epidémicos. Allí esperan que la llamada ‘ola joven’ -por el elevado número de contagios en esas franja de edad- no suponga un incremento notable de los fallecimientos.

La vacunación se nota desde hace unos cuantos meses. En el primer semestre del año, por el tanatorio de Torrero han pasado 410 fallecidos por covid. Es un 42% menos que en 2020, y eso que ese año los dos primeros meses aún fueron pre-pandemia. En total, por el Registro Civil de la ciudad de Zaragoza han pasado estos seis primeros meses 4.298 fallecimientos por cualquier causa. 

La cifra se acerca más a las que se registraban en los años ‘normales’ (en 2019 fueron 4.075, un 5,47% menos) que a la del curso de la explosión de la pandemia (en 2020 fueron 4.665, un 7,9% más).

Eso tiene su efecto en el tanatorio de Torrero, que ha podido estabilizar su funcionamiento, tras superar momentos en los que rozó el colapso por la constante llegada de fallecidos por covid. “Que haya diez o doce fallecidos por covid al mes a nuestro día a día apenas le afecta”, cuenta Carlos Lobera, director del tanatorio. Por su experiencia, pensaba que las cifras de fallecidos en general en Zaragoza se iban a reducir “aún más” por el ‘efecto cosecha’ de la pandemia, que pudo anticipar el fallecimiento de personas que, en circunstancias normales, podrían haber muerto este año.

Las cifras de muertos por covid en junio y julio están siendo en Torrero similares a las del año pasado, pero hay que tener en cuenta que esos meses fueron excepcionales dentro del conjunto de la pandemia, y que en agosto los enterramientos por esta enfermedad se volvieron a disparar. “El año pasado se morían sobre todo los pobres abuelos, especialmente en las residencias”, señala Lobera.

Ahora, el director del tanatorio de Torrero confía en que este repunte no tenga las mismas consecuencias. “Lo hablaba antes con el capataz, que los que se están contagiando ahora no van a terminar aquí”, dice. Eso no quita para que la nueva ola sea peligrosa y especialmente descorazonadora si se observa desde un sitio donde se ha visto tanto dolor provocado por la pandemia: “Con todo lo que hemos pasado, me afecta mucho ver que las cifras vuelven a subir. Te cabreas y piensas que no puede ser, que otra vez no puede volver a pasar, que cómo hay gente que no se da cuenta de lo que está pasando. Pero a nivel de trabajo no nos va a afectar como antes ni de cerca”, reflexiona.

El centro, mientras tanto, mantiene algunas de las medidas de control que están vigentes desde el inicio, como la toma de temperatura a los visitantes, los dispensadores de gel… En otras cuestiones se van adaptando a los cambios que se van introduciendo en los reglamentos. Ahora las capillas pueden tener un aforo del 75%, mientras que en los velatorios se admiten hasta 25 personas (hubo momentos de diez, otros de quince…). 

“Apelamos a la responsabilidad de la gente para cumplir las normas, no podemos estar permanentemente llamando la atención a todo el mundo”, señala el director del tanatorio. El bar, que volvió a reabrir, se adapta a los cambios normativos del sector de la hostelería, por lo que ahora volverá a restringir el consumo en la barra.

El recinto sigue reservando una zona y unos velatorios específicos para los fallecidos por coronavirus. Estos entierros se siguen celebrando a primera hora de la mañana, antes de que comience la actividad rutinaria. “Está todo bastante normalizado, esperemos que no vuelva a empeorar”, concluye Lobera, quien aún recuerda los turnos casi ininterrumpidos de la incineradora.

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