entrevista

Alejandro Longines: "Mi trabajo es que el espectador salga conmovido del teatro"

El bailarín y coreógrafo (Zaragoza, 1993) se formó en Londres con Tamara Rojo y formó parte del Ballet Nacional de Marsella. Esta tarde, a las 20.00 en el Anfiteatro del Náutico, participa en el festival Al Raso.

ALEJANDRO LONGINES ( BAILARIN Y COREOGRAFO ) / 11/05/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Alejandro Longines, fotografiado esta semana en el centro de Zaragoza.
Oliver Duch

¿Cómo es eso de que una moneda al aire decidió su destino?

Mi hermano mayor quería bailar y yo quería tocar algún instrumento. Mis padres solo podían llevarnos a un sitio, así que lanzamos aquella moneda y salió danza. A los 8 años empecé en el Conservatorio de Zaragoza.

¿Es una vida tan sacrificada como parece desde fuera?

De pequeño sólo piensas en jugar en el parque y es duro asumir una disciplina tan severa de constancia y trabajo. Además, hay que compaginarla con los estudios y, por ejemplo, el segundo de bachillerato yo tuve que cursarlo nocturno.

En los ‘talent shows’ televisivos todo parece más fácil.

Dan una idea equivocada y perpetúan los clichés. Todo el mundo puede bailar, pero no todo el mundo puede ser bailarín. Hay que saber de historia, de música, de idiomas, de arte, de anatomía...

Y estar dispuesto a viajar...

Conseguí una beca en Londres, para ser aprendiz en la escuela que dirigía Tamara Rojo y, después, Víctor Jiménez me ayudó a dar el paso de irme al extranjero y firmé por el Ballet Nacional de Marsella.

Imagino sus acrobáticos saltos de alegría...

Ojo, que nuestro trabajo no es levantar la pierna, sino que el público salga conmovido del teatro. Creo que la danza se está convirtiendo en un deporte en el que hay que hacer cosas físicamente imposibles. Es un error. Nos olvidamos del artista, del fuego que tiene que arder dentro para bailar.

¿Es así como pasa de bailar a crear espectáculos propios?

Bueno... No fue nada premeditado. Estaba haciendo un máster en pedagogía aplicada a la danza y, de pronto, Toño Monzón (Hacedor de Proyectos) me llamó para coreografiar la cabalgata de Reyes de Zaragoza. Después, llegaron los espectáculos en el Auditorio y el Mercado, y ahora hay en perspectiva un montaje con Berna.

Piezas poco ortodoxas. Lleva usted fama de no conformarse con los cánones clásicos...

Mi objetivo no es hacerme un coreógrafo de renombre ni volverme de oro: sólo aspiro a llamar la atención de los jóvenes y que quieran ir al teatro. Mezclo ‘vogue’ con música barroca y ballet con electrónica porque se pueden hacer cosas con distintos lenguajes.

Para disgusto de los puristas...

La danza clásica sigue teniendo tirón: los conservatorios están llenos de gente joven e, incluso, hay listas de espera. Pero el arte es subjetivo y los artistas tenemos que romper con aquello a lo que la sociedad está acostumbrada.

Ha recreado bailes incluso de los pasos de Semana Santa...

Siempre desde el respeto y buscando la emoción. Varios hermanos mayores vinieron a las funciones de ‘In Nomine Patris’ y salieron con la lagrimilla en el ojo. Esa recompensa es mayor que vender todas las entradas.

¿Cómo entrena un bailarín durante un confinamiento?

En el salón, agarrado a una silla. Yo entonces estaba más preocupado por cómo pagar las facturas que por los meses que llevábamos sin ensayar.

Parece que aún no está claro si la cultura es esencial o no...

La necedad se muestra en que tan pronto aplaudimos a los sanitarios como les hacemos un botellón en la puerta del hospital. La cultura ha pasado de ser algo de perroflautas subvencionados a considerarse esencial en el encierro. Siempre y cuando fuera gratis, claro.

¿Ve una coreografía en el tráfico o en la gente caminando?

Veo un universo diferente. He tenido que organizar muchas audiciones en las que hago análisis de movimiento. Así, en el día a día, puedo detectar quien tiene un problema en una rodilla o sufre una escoliosis.

¿Qué otras disciplinas le interesan al margen de la danza?

Me encanta el Derecho, creo que los artistas lo necesitamos, sobre todo, ayuda jurídica a la hora de firmar contratos. Estoy acabando los estudios y preparando también la oposición a Policía. Me encantaría servir en Ufam, la unidad de atención a la familia y la mujer.

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