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La secuenciación del virus confirma hasta ocho variantes en circulación en Aragón

El laboratorio satélite del Centro de Investigación Biomédica prevé analizar más de 40 muestras por semana.

Los trabajadores del laboratorio satélite, en las instalaciones del centro de Investigación.
Los trabajadores del laboratorio satélite, en las instalaciones del centro de Investigación.
Guillermo Mestre

La secuenciación completa del coronavirus ha permitido confirmar que en Aragón circulan hasta ocho variantes diferentes de la covid-19. El trabajo del laboratorio satélite del Centro de Investigación Biomédica de Aragón (CIBA) –que ha secuenciado en torno a 50 muestras desde finales de marzo e irá a un ritmo de 40 por semana– certifica que la británica es, en estos momentos, la predominante.

Las siete restantes no tienen por ahora una significación clínica, ya que no implican mayores tasas de mortalidad o transmisibilidad. No obstante, poder ver el SARS-CoV-2 con este detalle, al igual que hacen en el Clínico y harán próximamente en el Servet, permitirá a la Comunidad predecir cómo evoluciona el virus en el territorio.

Estos tres puntos, explicó el responsable del laboratorio satélite, Javier Gómez-Arrue, permitirán crear un sistema «lo suficientemente robusto» como para detectar variaciones o anomalías en cuanto sucedan. Serán claves, por tanto, de cara a una posible irrupción de variantes como la india. También permitirán, como ya se está haciendo, analizar fallos vacunales y brotes especialmente virulentos con un origen desconocido.

La propia consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales, María Victoria Broto, confirmó esta semana que la Administración investigará el brote de la residencia de Luesia, que se ha cobrado dos víctimas mortales de 96 y 94 años. La secuenciación del virus en este y otros supuestos ayudará a aclarar lo sucedido, una cuestión especialmente útil en caso de que aparezcan nuevas cepas que reduzcan la efectividad de las vacunas.

Actualmente, en Aragón están presentes la variante B.1.177, la 258, la 232, la 177.32... La británica es, sin embargo, la única que aparece entre las de ‘mayor preocupación’, según en el listado de Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. «El virus muta mucho, es muy variable. A nivel clínico no hay nada que preocupe. Es algo normal, pero seguimos vigilando», manifestó Gómez-Arrue.

Por el momento no se puede hablar de una cepa aragonesa como sí ha ocurrido en Andalucía, que a principios de abril alertó de una que parecía tener mayor capacidad de transmisión. «Sí tuvimos unos casos que estamos volviendo a analizar. Entonces no fuimos capaces de asignarlos a una concreta. Eran muestras en las que el porcentaje de virus secuenciado rondaba el 40%. No sabríamos decir, por tanto, si se trata de una variante nueva o una secuenciación que no fue bien», agregó.

El CIBA se encargará de secuenciar las muestras de Huesca, Barbastro, Teruel y Alcañiz, mientras que el Servet se centrará en los principales sectores de Zaragoza. «Nos adaptaremos al número de casos que haya en Aragón. Si suben, analizaremos más. Por arriba tenemos un límite, que es nuestra capacidad técnica, pero estamos todavía muy lejos de alcanzarla. Nuestro interés, en cualquier caso, no es secuenciar un determinado número de muestras, sino estudiar aquellas que permitan extrapolar las variantes que hay en circulación en la región», apuntó el responsable del laboratorio satélite.

Esta técnica requiere de varios días de trabajo. «Empezamos el lunes, y los resultados no están hasta el jueves o el viernes», agregó Gómez-Arrue. Estos últimos tienen que analizarse en un ‘software’ específico y ser interpretados por el ‘ojo’ humano, ya que en bruto «son ficheros de texto de hasta 200 megas». «Se necesita la visión de un experto para sacar conclusiones válidas de toda esa información», señaló.

Así es el proceso

El proceso empieza en los hospitales de la Comunidad con la selección de muestras. Una vez en el laboratorio satélite se extrae el ácido ribonucleico (RNA) y se hace la PCR para comprobar la carga viral de cada muestra. Posteriormente se convierte el RNA en DNA (ácido desoxirribonucleico) y se preparan librerías. Es decir, una representación de la muestra con el tamaño y la forma que necesita el secuenciador. Todo esto permite saber qué mutaciones hay y asociarlas a un linaje.

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