Heraldo del Campo

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Cristina Lecumberri: "No puede ser que el envase valga más que lo que lleva dentro"

Empresas transfomadoras, de congelados o de conservas, entre otras, de La Rioja, Navarra y Aragón, se aglutinan en torno a Alinar.

Cristina Lecumberri se incorporó a Alinar como directora general en el año 2018.
Cristina Lecumberri se incorporó a Alinar como directora general en el año 2018.
Alinar

El Valle del Ebro es uno de los epicentros de la producción agroalimentaria en España. En esta zona, el sector factura alrededor de diez mil millones de euros y genera cerca de 43.000 empleos directos. Hasta 80 de estas empresas de las tres comunidades, del sector de la transformación y las conservas, pertenecen a Alinar.

¿Qué es Alinar?

Desde hace cuatro décadas, Alinar es la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Navarra, La Rioja y Aragón. Nació para representar los intereses de la industria de transformación del Valle del Ebro, donde el sector agroalimentario lidera la economía de la comunidad, como en el caso de La Rioja, u ocupa el segundo lugar tras la automoción, como es el caso de Navarra y Aragón.

¿A qué se refiere con la defensa de los intereses del sector?

El principal es la defensa de las posiciones de nuestros asociados en la negociación del convenio colectivo, que se ha ido renovando conforme a los plazos y del que se aprobó una prórroga hasta diciembre de 2021.

¿Con qué perspectiva abordan este aspecto desde Alinar?

En general, las negociaciones de convenios colectivos se focalizan en los incrementos salariales. Por supuesto, esto es esencial, pero el mercado ha cambiado tanto a lo largo de estos años que es necesario adaptar todo el convenio en diversos aspectos, como la reorganización de las empresas, la adaptación de las categorías salariales, conciliación, puesta en marcha de planes de igualdad… Alinar y sus socios están en este momento en un proceso de reflexión muy profunda para poder plantear las mejores propuestas posibles, tanto en estos como en otros aspectos.

¿Qué retos afronta el sector?

El primer reto que tiene el sector es el de la innovación permanente, mucho más en un momento en el que tanto el propio sector como el mercado son muy dinámicos. Esta innovación pasa, ineludiblemente, por la digitalización y la modernización. Pero este no es el único eje. La sostenibilidad, la cohesión territorial y la igualdad de género son los otros pilares sobre los que debe apoyarse el sector. De hecho, van a ser criterios clave en la distribución de los fondos europeos.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la industria conservera?

Por un lado, hemos tenido la suerte de ser un sector esencial y estratégico y hemos podido mantener la actividad gracias a la rapidísima respuesta que, desde la máxima responsabilidad, dio nuestra industria. Hicimos un gran esfuerzo para garantizar el abastecimiento en los supermercados. Pero a la hora de hacer balance, la alegría va por barrios. Si bien los socios que venden principalmente a las cadenas de distribución han mantenido sus cifras, los que tienen sus mayores clientes en el canal Horeca han sufrido mucho.

Lo que sí que ha afectado a todo el sector, independientemente de los clientes, es el incremento de costes tanto de las materias primas para nuestra actividad, que ha sido de entre el diez y el 30%, como el de los fletes para el movimiento de mercancías, que ha subido entre un 500 y un 800%. Además, y como no puede ser de otro modo, los agricultores deben percibir por sus productos unos precios adecuados para cubrir sus costes efectivos. Por otro lado, tenemos a la gran distribución, que cada vez ejerce más presión sobre los precios. Y la industria conservera y transformadora está en medio de esa pinza.

¿Los consumidores son conscientes de esa situación?

Todos queremos productos seguros y saludables, pero debemos ponerlos en valor y pagar el precio que esos productos valen. No puede ser que el envase valga más que lo que hay dentro. Nuestras industrias ofrecen esos productos, de la máxima calidad y seguridad, que, además, son convenientes, es decir, que tienen una accesibilidad y un consumo fácil, algo que la pandemia también ha revalorizado. No podemos hablar de productos buenos o malos, sino de productos que satisfagan nuestras necesidades nutricionales. Y obtener esos productos abriendo una bolsa o tirando del ‘abre-fácil’ de una lata no es ningún hándicap. Más bien, al contrario, es una ventaja.

Perfil

Cristina Lecumberri (Pamplona, 1968) es licenciada en Derecho Económico por la Universidad de Deusto, Máster en Dirección de Comercio Internacional por ESIC y ha realizado un curso de Derecho Internacional en La Haya (Holanda). Su trayectoria profesional ha estado vinculada al sector agroalimentario desde hace más de dos décadas, cuando se incorporó como directora de Exportación de una empresa de ultracongelados. Tras dirigir el área de Promoción de la División Alimentaria del Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (Intia) durante seis años, en 2018 se incorporó a Alinar como directora general.

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