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De vestuario para cine y alta costura a mascarillas y arreglos, el Atelier Monegros se reinventa

Alicia Preciado lleva ocho años al frente de un taller, primero en Sodeto y después en Grañén. Su oferta ha cambiado mucho desde que estalló la pandemia.

Alicia Preciado, en su taller de costura de Grañén.
Alicia Preciado, en su taller de costura de Grañén.
Heraldo

Hace ocho años Alicia Preciado, afincada hasta entonces en Barcelona, decidió dar un cambio de aires a su vida y se mudó a Los Monegros. Tenía amigos allí y conocía la zona, lo que la animó a trasladar su domicilio, junto con sus dos hijos pequeños, al medio rural. Buscaba poder seguir haciendo lo que más le gusta, que es la costura, pero ganar en calidad de vida. Así es como levantó el Atelier Monegros, su taller de confección de alta costura.

Primero lo instaló en Sodeto y hace unos dos años se trasladó a Grañén, donde continúa su labor actualmente. Una labor que, aunque no se ha movido de lugar, sí ha cambiado sustancialmente a causa de la covid. Y es que la especialidad de Alicia, que son los vestidos de alta costura y el vestuario escénico para cine y teatro, ha tenido que quedar aparcada.

Desde que estalló la pandemia, las fiestas y grandes eventos han quedado prácticamente paralizados o reducidos al mínimo, lo mismo que las producciones cinematográficas y artísticas. Por eso, Alicia se ha tenido que adaptar a las circunstancias: “Como sé coser, coso todo lo que me pidan”, asegura. Delantales, mochilas, capas, fulares, ponchos, cortinas, vestidos… Alicia no dice que no a nada.

Alicia Preciado, en su taller de costura de Grañén.
Alicia Preciado, en su taller de costura de Grañén.
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En su taller de Grañén cose a medida prácticamente todo lo que demanda el cliente, con diferentes telas y diseños de todo tipo. Con la pandemia ha notado cómo ha aumentado la venta de cortinas a medida, de fundas de sofá o de cojines. En definitiva, cosas para el hogar. También han crecido los arreglos y las remodelaciones. “Me traen vestidos de fiesta para que les dé un carácter más informal o una prenda antigua heredada para que la adapte”, explica.

"Como si se tratara de una guerra, fuimos rompiendo telas para coger lo que pudiera valer. En aquel momento nadie tenía nada"

Como no podía ser de otra manera, en su catálogo actual de producto no faltan las mascarillas. La confección de éstas comenzó como algo solidario, para donarlas a sanitarios y otros colectivos que estaban en primera línea contra el virus. “Como si se tratara de una guerra, fuimos rompiendo telas para coger lo que pudiera valer. En aquel momento nadie tenía de nada”, recuerda.

En esos primeros meses, en torno a Alicia se reunió un grupo de hombres y mujeres del pueblo que fueron cosiendo mascarillas y batas para hospital con el género que se acumulaba en el taller, sin saber cuándo podría volver a usarse para las prendas habituales.

Además de confeccionarlas ellos mismos, también cortaron telas a la medida adecuada y las repartieron a ayuntamientos de la zona para que sus vecinos terminaran de coserlas. En total, del Atelier Monegros salieron más de 5.000 mascarillas y unas mil batas totalmente gratuitas.

Cuando la situación se normalizó en cierto modo, las mascarillas empezaron a ponerse a la venta como un complemento más de moda. De primeras, a Alicia le costó cambiar el chip para sacar beneficio de algo que había surgido con un fin benéfico, pero se tuvo que adaptar. “Empecé a venderlas a precios simbólicos, aunque solo fuera para cubrir costes”, comenta. Con el tiempo, los encargos incluían mascarillas de raso o con lentejuelas, diseños muy personalizados que subieron algo el precio. Aun así, en la tienda de Alicia se pueden comprar por 7,50 euros.

Alicia Preciado coloca un telón de teatro, una de sus últimas creaciones.
Alicia Preciado coloca un telón de teatro, una de sus últimas creaciones.
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Sus productos se pueden adquirir en el mismo local donde se ubica el taller o también por internet. La web ya estaba en funcionamiento antes de la covid y, aunque no es su principal canal de venta, le da presencia en el mundo online. “Me conocen más por el boca a boca y me llegan encargos tanto de Monegros como de Zaragoza o Huesca”, explica Alicia. Además, sigue estando bien relacionada con Madrid y Barcelona, donde vivió durante años, y todavía recibe encargos, favorecido también por su actividad en Instagram y Facebook.

Una carrera enfocada al vestuario de cine

La costura llegó a la vida de Alicia antes incluso de que naciera. Su padre era sastre y su madre, modista de alta costura por lo que ella se ha criado en ese mundo. Estudió Diseño y Patronaje y es técnica de vestuario de cine. Su trabajo siempre ha estado enfocado a esta vertiente y, aunque a veces lo ha tenido que combinar con otras cosas por circunstancias de la vida, lleva 20 años dedicada a ello.

Al mudarse a Los Monegros era consciente de que parte de esa labor, la que más le apasiona, la iba a perder. “El cine me pilla más lejos que cuando vivía en Barcelona”, reconoce. Aun así, mantiene ciertos lazos con el sector y combina sus tareas diarias en Grañén con algunos proyectos nacionales. El último fue antes de la pandemia, cuando se encargó del vestuario de un especial de Navidad para la serie 'Velvet'.

Desde entonces, este tipo de encargos, así como los de vestidos de alta costura han quedado paralizados. De hecho, en su taller siguen almacenados varias creaciones para bodas que se habían comenzado a confeccionar antes de la pandemia. Lo mismo ha sucedido con los trajes regionales de los grupos joteros de la zona que, en verano, al no haber fiestas populares, no se han podido usar.

Mientras tanto, Alicia disfruta de cada encargo que le llega porque, en definitiva, lo que le gusta es la costura, en todas sus vertientes. “Me lo paso bien con las remodelaciones, por ejemplo, cuando me traen un vestido para que le ponga unos volantes”, asegura. También recibe encargos curiosos, como un corsé de cuero para momentos íntimos o una almohada de una tela especial para cabello rizado a juego con un gorro de raso para dormir. Entre sus últimos trabajos está un telón de teatro de 10 metros de ancho por 4,5 de alto, para cuya confección hicieron falta más de 20 metros de tela ignífuga.

"Seguiremos toreando la vida como podamos"

Pese a ser todoterreno y coser todo lo cosible, la reinvención y adaptación a los tiempos que ha llevado a cabo Alicia en su taller no ha sido suficiente para mantener toda la normalidad que le hubiera gustado. Antes de la covid, contaba con una ayudante de la que, por el momento, ha tenido que prescindir. No paga un alquiler demasiado elevado pero sigue teniendo muchos gastos fijos, los mismos que cuando las ventas eran mayores que ahora. “Seguiremos toreando la vida como podamos”, concluye optimista.

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