Aragón

Ser jóvenes en tiempos de pandemia: "¿Qué va a ser de mi futuro?"

Tachados en muchas ocasiones de irresponsables, la covid-19 ha dejado en sus vidas la impronta de una auténtica revolución. Pero ni reblan ni se vienen abajo. Se adaptan.

De izquierda a derecha: Elena Torcal Buil, de16 años; Julia Blasco Guillén, de 23; Iván Hernández Núñez, de 25 años; y Alejandro Rubio Mínguez, de 21
Francisco Jiménez

Tocados. Pero no hundidos. Después de casi un año, la vida en pandemia empieza a pasar factura a las generaciones más jóvenes, que incrédulas han visto cómo, de la noche a la mañana y sin previo aviso, el coronavirus marcaba sus vidas con el estigma de una auténtica e inesperada revolución. Confinamiento, soledad, angustia, incertidumbre, pérdida, crisis, miedo… y esperanza, sobre todo, esperanza. Porque, aunque tocados, saben que no pueden flaquear, que tienen que seguir adelante, mirar cara a cara al futuro, y, bajo ningún concepto –y eso les honra–, aceptan la mera posibilidad de sentirse hundidos. Es lo que tiene ser jóvenes.

Adrián Gimeno, director gerente del Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ), distingue dos fases en esta deriva coronavírica juvenil: una primera, en la que de forma "voluntaria y masiva" se volcaron en ayudar a los que más lo necesitaban, a los más vulnerables –en este sentido la respuesta fue "brutal"–, y una segunda, que, aunque continuista de la anterior, aparece ya marcada, claramente, por la "fatiga pandémica", que tan duramente está golpeando a la población adolescente y joven. "No podemos perder de vista la propia fase evolutiva de esta etapa de la vida, en la que prima la socialización, estar con sus pares, sus iguales, sus amigos, la búsqueda de pareja… Y la covid-19 ha cortado todo esto de raíz, provocando serios efectos a nivel emocional", explica.

"¿Qué va a ser de mi futuro?"

Las restricciones en el ámbito del ocio también han hecho mucho daño, y ahora que la pandemia parece que da una tregua "es fundamental –continúa Gimeno– recuperar, poco a poco, esos espacios de ocio educativo; esos sitios natos de los jóvenes, tan suyos y que tanto nos están demandando", porque necesitan ‘oxígeno’. Y hace especial hincapié en cómo el paro juvenil ha vuelto a crecer –en Aragón supera el 34%–, sobre todo, en la primera ola de la pandemia, cuando se destruyeron buena parte de los contratos temporales –la mayoría de perfiles jóvenes–, lo que ha devuelto a la memoria de todos lo ocurrido en 2008, con la anterior crisis económica. "Muchos jóvenes empiezan a cuestionarse su futuro y esta situación genera mucha incertidumbre. Y esto nos preocupa". "En estos momentos, nuestros dos objetivos prioritarios son el bienestar emocional y la estabilidad laboral de los jóvenes aragoneses, ya que, si no disponen de un salario, difícilmente se podrán emancipar", aclara Gimeno, que insiste en que desde el IAJ ya se está trabajando para poner en marcha un servicio de orientación psicológica para los jóvenes. "Uno de los principales mensajes que nos han trasladado las entidades juveniles es, precisamente, ese: la baja moral de sus usuarios. Hemos detectado una gran demanda de atención, en este sentido, tanto de los jóvenes como de las familias, que están preocupadas y que no saben muy bien cómo actuar".

"Muchos jóvenes empiezan a cuestionarse su futuro y esta situación genera mucha incertidumbre"

Como cabía esperar, también se ha constatado un incremento notable en el uso de las pantallas, redes sociales y videojuegos, provocado por el confinamiento y las limitaciones. Pero –y esto es lo más inquietante–, "se ha registrado un aumento considerable entre los jóvenes en el juego ‘online’ de apuestas con dinero, con respecto a momentos previos a la pandemia; y esto es peligroso, ya que, si se mantiene en el tiempo, puede convertirse en una adicción", añade Gimeno, que también destaca que, este año, la planificación del IAJ ya incidía en la problemática del juego de apuestas entre los jóvenes, "por lo que ahora –matiza–, vamos a implementar el trabajo en la prevención de adicciones". La inclinación de muchos jóvenes hacia el juego en tiempos del coronavirus es uno de los aspectos que más ha llamado la atención, en una primera aproximación a los resultados de la encuesta que ha realizado el IAJ, en colaboración con el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza, en la que han participado más de 1.000 jóvenes aragoneses, de las tres provincias, de 14 a 30 años.

"Durante la pandemia, se ha detectado un aumento considerable en el juego 'online' de apuestas con dinero"

Desde el principio de la pandemia, las tres entidades forman parte de un grupo de trabajo, coordinado por la Dirección General de Salud Pública, para realizar un seguimiento del impacto económico, educativo, sanitario, ambiental y personal de la covid-19 en la juventud aragonesa, del que forma parte esta encuesta, que permitirá realizar, en breve, un estudio validado y adoptar estrategias acordes con la situación, necesidades y preocupaciones de los jóvenes. "Tenemos que ser capaces de ponernos en su papel, de comprenderlos, para pedirles responsabilidad –como al resto de la sociedad– y acabar con la pandemia; pero también para dar soluciones a los problemas y necesidades que se les plantean. Si no conectamos con ellos es difícil lograr algún tipo de entendimiento", argumenta el director del IAJ.

En su opinión, el colectivo juvenil –tan culpabilizado en este último año por algunas acciones imprudentes frente a los contagios (fiestas ilegales, botellón...)– es responsable, sigue las reglas, en su gran mayoría, y a veces "lo que nos demandan es que los entendamos". "Con frecuencia, solemos pensar que se trata de un colectivo homogéneo, pero no, es muy heterogéneo. Simplemente, por la edad, adolescentes y jóvenes cambian de un año para otro".

Conscientes de sus dificultades.

En un contexto marcado por las consecuencias sanitarias y socioeconómicas de la covid-19, la Fundación SM ha realizado el informe ‘Jóvenes españoles 2021. Ser joven en tiempos de pandemia’. Un completo estudio, elaborado sobre una muestra base de 1.200 entrevistas, dirigidas a jóvenes residentes en el país, con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años, que compara los resultados actuales con los de los últimos 30 años.

"El 41% de los jóvenes reconoce que sus dificultades para formar una familia o ser autosuficientes económicamente serán altas o muy altas"

Según la investigación, llevada a cabo entre el 11 de marzo y el 6 de abril de 2020, la juventud reconoce de manera unánime el valor de la educación y la importancia de los centros educativos como núcleos de transmisión de valores y conocimiento. El 41% de los jóvenes encuestados vinculan esta motivación por los estudios con la posibilidad de encontrar empleo y el 19% para ir a la universidad. Sin embargo, la encuesta también refleja que un grupo importante (30%) abandonó sus estudios por motivos económicos. Al 68%, el centro educativo en el que ha estudiado le ha aportado una buena educación en valores; el 66% afirma haber recibido conocimientos útiles; y el 61% valora muy positivamente el aprendizaje obtenido para convivir democráticamente.

Conscientes de los inconvenientes para alcanzar sus objetivos vitales, el informe destaca que el 46% de los jóvenes considera que su vida futura será mejor que la de sus progenitores, aunque un nada desdeñable 16% opina que será peor. El 49% ve muy difícil poder trabajar en lo que les guste y casi una proporción similar (48%) afirma que será muy complicado acceder a una vivienda adecuada. Al rededor del 41% de los jóvenes españoles reconoce que sus dificultades para formar una familia o ser autosuficientes económicamente serán "altas o muy altas". Y más del 52% apunta que es "bastante o muy probable" que tengan que emigrar para poder trabajar en el futuro, especialmente para mejorar la calidad de vida o encontrar trabajos mejor pagados. Sin embargo, llama a atención que sigan siendo los jóvenes con peores condiciones socioeconómicas los que menos consideran esta posibilidad de construir un futuro fuera del país.

"En estos momentos, la salud y la familia son dos pilares fundamentales para los jóvenes" 

En estos momentos de cambios e inseguridades, la salud (96%) y la familia (95%) son dos pilares fundamentales para los jóvenes. También aumenta la espiritualidad en su vida cotidiana –entendida desde una perspectiva que va más allá de las creencias religiosas–, principalmente, en la búsqueda de consuelo y fortaleza a raíz de la muerte de un ser querido (52%) y en los momentos difíciles de su vida (50%). Muy concienciados por las cuestiones medioambientales –el cambio climático es el mayor problema de España para el 80%– y la igualdad de género (90%), los jóvenes utilizan las redes sociales para relacionarse, pero, según este informe, disminuye el valor de la amistad –en 2017, el 62% consideraba que los «amigos y conocidos» eran muy importantes en su vida;en 2020, ese porcentaje desciende hasta el 49%–.

Aunque prefieren vivir en una sociedad diversa, piensan que ellos mismos no tratan bien a los inmigrantes. En cuestiones de política, el 71% afirma que no se les tiene en cuenta y un buen porcentaje opta por una participación menos institucional y más vinculada a causas concretas.

Elena Torcal Buil
Francisco Jiménez

Elena Torcal Buil, 16 años. Estudiante de 1º de bachillerato

"Tengo la sensación de que nos estamos perdiendo algo"

Pronto cumplirá los 17, en abril, pero ya tiene muy claro que su vocación es la medicina y le inquieta la mera posibilidad de tener que cargar con la etiqueta de "generación de la pandemia y que se nos rechace porque estemos menos preparados". A pesar de que ha sabido adaptarse a todas la situaciones –clases ‘online’, semipresenciales y ahora presenciales–, reconoce abiertamente que el aprendizaje perdido ha sido mucho y que puede perjudicarle a la hora de afrontar sus estudios y encontrar trabajo. Decidida y resuelta, afirma que, durante el primer mes del confinamiento, el consumo de pantallas fue "brutal" y que, aunque socializó por redes, perdió el contacto con amistades del instituto. Todavía no ha pisado una discoteca, "no podemos hacer cosas que todo el mundo ha hecho, ir de fiesta, conocer a gente nueva..., pero, claro, ¡estamos en una pandemia! –exclama–. Es como un sentimiento agridulce, tenemos que ser responsables, sí, pero yo tengo la sensación de nos estamos perdiendo algo".

Alejandro Rubio Mínguez
Francisco Jiménez

Alejandro Rubio Mínguez, 21 años. Estudiante de 4º de Magisterio 

"No sabemos qué nos vamos a encontrar. No tenemos referencias"

Muy cerca de alcanzar su sueño, este futuro maestro de educación primaria encontró su punto de inflexión el pasado mes de noviembre, cuando la pandemia golpeó de pleno a su familia. "Primero, mi padre, luego, mi madre… Salieron adelante –recuerda–, pero ese temor, esa incertidumbre, me hicieron replantearme todo lo que podía haber hecho en mi vida y no hice. Piensas que, a lo mejor, todo esto no es para tanto. Hasta que te toca". Pero Alejandro no es de los que reblan. Aunque dice que "el tiempo perdido ya no se recupera"; que "a partir de ahora la vida será distinta –nuevos métodos, diferentes hábitos–"; y que "no sabemos qué nos vamos a encontrar", sostiene, con firmeza, que "vamos a ser nosotros mismos –no tenemos referencias–, los que descubramos nuestro camino. Tal vez seamos los pioneros de futuras generaciones".

"Ahora –concluye– hasta hemos aprendido a valorar las clases presenciales en la universidad. Con la formación ‘online’, se queda mucha información por el camino".

Julia Blasco Guillén
Francisco Jiménez

Julia Blasco Guillén, 23 años. Fisioterapeuta

"Los jóvenes estamos cansados, pero no nos venimos abajo"

"Estamos muy cansados de tantas restricciones, pero nos adaptamos. No nos estamos viniendo abajo". Lo dice Julia Blasco, una joven fisioterapeuta, que, de agosto a diciembre de 2020, en plena pandemia, trabajó con ancianos en riesgo de dependencia, haciendo sustituciones, en hogares del jubilado del IASS. "Lo que más me marcó –afirma– fue el gran peso de la responsabilidad; no podía contagiarlos y renuncié, muchas veces, a salir, a ver a los amigos, por precaución. Ellos necesitaban apoyarse en mi brazo para caminar o levantarse de una silla". En la actualidad, Julia espera poder incorporarse pronto a una clínica y compaginar su trabajo con el Máster en Terapia Manual Ortopédica de la Universidad de Zaragoza. Pero se lamenta de lo poco conocida y valorada que es su profesión, y alcanzar la estabilidad que tienen sus padres, lo ve "a muy largo plazo o casi imposible". "Por el hecho de tener una carrera, piensas que vas a tener una vida mejor. ¿Pero, cómo voy a independizarme con mi sueldo?

Iván Hernández Núñez
Francisco Jiménez

Iván Hernández Núñez, 25 años. Busca trabajo desde diciembre

"Puede que tenga que volver a vivir con mis padres"

El confinamiento marcó un antes y un después en la vida de Iván Hernández. Celador en un psiquiátrico, durante dos años, a los horarios irregulares y la falta de expectativas laborales, se sumó la férrea exigencia que conllevaba trabajar con enfermos mentales en lo más crudo de la pandemia. "Fue muy duro –afirma–. No vives solo tu vida, sino también la de ellos. Y, cuando llegaba a casa, los conflictos con los compañeros de piso surgían por cualquier cosa. Empezamos a beber más, a fumar más...". Esa dinámica, de casa al trabajo y del trabajo a casa, "sin poder ver a tu familia ni a tus amigos, me hizo entrar en un bucle muy negativo". En diciembre del año pasado, Iván no pudo más y dejó su trabajo. "Tal vez arriesgué demasiado, la situación no es buena, no me llaman de ningún sitio para trabajar, pero no me arrepiento –asegura–, aunque quizá que volver a vivir con mis padres". "Ahora, he aprendido a cuidarme más interiormente y sé que encontraré otro trabajo. Soy un ‘curretis"».