Los Hércules de Zaragoza: del rescate de las monjas de Ruanda al traslado de las víctimas de la tragedia del Yak

Los aviones Hércules de la Base de Zaragoza culminan casi 50 años de misiones de salvamento, ayuda humanitaria y transporte

"Cuando veíamos un terremoto, una inundación o un conflicto por todo el mundo en el telediario sabíamos que nos iba a tocar", recuerda Juan Domínguez, coronel jefe del Ala 31, que acumula 16 años en la unidad. La era de los aviones militares Hércules, llamados ‘Dumbos’, acabó esta semana tras casi medio siglo de misiones de ayuda humanitaria, salvamento y transporte en guerras. En el recuerdo, queda su leyenda.

El Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Miguel Ángel Villarroya, se emocionó en el acto de despedida celebrado pasado el lunes porque él fue piloto de este avión. Vivió el rescate de unas monjas por parte de varios países europeos que salvaron del genocidio de los tutsis y hutus en Ruanda (murieron 800.000), en 1994. Aquella heroica actuación le supuso la medalla al mérito aeronáutico con distintivo rojo.

Uno de los pupilos del JEMAD a los mandos del Hércules fue el propio coronel Juan Domínguez, quien rememora varios episodios de este avión para la historia del Ejército del Aire, como la intervención de tres Hércules en el terremoto de Haití en 2010. "Trasladamos a militares de la Unidad Militar de Emergencias (primera misión en el extranjero) y ayuda humanitaria. Pero tuvimos que volver con tres españoles fallecidos en el terremoto", apunta.

Aunque el primer conflicto en el que intervinieron bajo la bandera de la ONU fue en Angola y Namibia en los 80, en los 90 se intensificaron sus misiones con las guerras del Golfo, Ruanda, Bosnia, Afganistán e Iraq. Entre las operaciones de los Hércules, sobresale el traslado de los 62 militares españoles fallecidos en el accidente del Yak-42 en Turquía el 26 de mayo de 2003, el peor siniestro del Ejército español en tiempo de paz. 21 de ellos eran de la unidad o de la EADA de la Base.

El brigada José Manuel Tabuenca y el subteniente Ramiro Ribeiro se despidieron de ellos en la base de Kirguistán, pero no sabían que "era para siempre". "Fue un golpe duro, porque era mi primera salida y empezamos con mal pie. Te quedas con la sonrisa de haberlos despedido, que se iban contentos porque se iban a casa", señala el brigada.

Chaleco antibala para aterrizar

Su despliegue en ese país de la antigua Unión Soviética era para apoyar a las tropas españolas en la guerra de Afganistán en la Operación Libertad Duradera frente a los talibanes, desde 2001 a 2014. La entrada de aviones Hércules en el aeropuerto de Kabul era un peligro. En 2002, en un viaje desde Zaragoza, dos periodistas de HERALDO pudieron comprobar lo que significa afrontar ese riesgo directo, que les obligaba a protegerse con chalecos antibalas.

Pero en Kirguistán vivieron también momentos inolvidables, como ocurrió al entrar en un orfanato y ver las condiciones en que vivían los niños. Los militares del Ala 31 consiguieron llenar de juguetes ese lugar tan lejano después de reunirlos y trasladarlos desde Zaragoza. El subteniente José Manuel Fernández recuerda que esa recolección navideña fue de tal magnitud que tuvieron que pedirle a un colegio de Utebo que no llevaran más porque no tenían capacidad para el envío. «Éramos pocos y las organizaciones que trabajaban para niños destacaron cómo podíamos aportar tanto», indica.

No solo actuaron en terremotos o inundaciones. El Gobierno utilizó los ‘Dumbo’ –«lo que sea, cuando sea y como sea»– en 1990 para llevar a la cantante Marta Sánchez a Emiratos Árabes para un concierto a las tropas de la fragata Numancia en Navidad. En 2011, transportaron el ‘papamóvil’ de Benedicto XVI desde Benin (África) hasta Roma. O en 2012 repatriaron el tesoro de la fragata Nuestra Señora de la Mercedes, con 600 contenedores lleno de monedas de oro y piezas que rescató la empresa Odisey en el fondo marino del Golfo de Cádiz.

Su última misión fue apoyar a las tropas francesas en Mali hasta marzo de 2020. El 1 de junio de 2019 sufrieron que les lanzaran tres cohetes cuando despegaban en el aeródromo de Tessalit y pudieron salir indemnes. Hasta el final, las tripulaciones del Hércules superaron el peligro.

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