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"Deberá ser un juez quien diga si mis hijos tienen que ir al colegio"

Algunas familias ven un excesivo riesgo en la asistencia a los centros escolares. Ante las posibles consecuencias, muchas han acabado llevándolos. Otras siguen firmes.

Manuel Muñoz y Aurora Hernández, con sus hijos Juan Gabriel y José Manuel.
Manuel Muñoz y Aurora Hernández, con sus hijos Juan Gabriel y José Manuel.
Oliver Duch

La vuelta al cole era la gran noticia que esperaban una buena parte de los aragoneses. Tras seis meses fuera de las aulas, la inmensa mayoría de los padres y madres, del profesorado y del alumnado no veían el momento de cruzar de nuevo las puertas de las escuelas e institutos para tratar de recuperar una cierta normalidad. Sin embargo, ha habido familias que han preferido que sus hijos se queden en casa en este inicio de curso. La situación actual de la pandemia y, sobre todo, las medidas de seguridad que se han tomado en los colegios (o, más bien, las que se han dejado de tomar) no han convencido a algunos.

Aunque no se facilitan datos oficiales, varias familias –un número claramente minoritario, según fuentes de la DGA– se plantaron y decidieron no llevar a sus hijos a los centros escolares. Incluso se agruparon en torno a una plataforma bautizada como Derpa (Derecho a enseñanza sin riesgo de pandemia). Piden que la vuelta al colegio sea voluntaria, que se garantice la educación a distancia y que mejoren las medidas de seguridad en los colegios con la bajada de ratios.

Sin embargo, el absentismo escolar tiene que justificarse debidamente. La educación de los niños es obligatoria a partir de primaria, por lo que si un niño falta a clase de forma reiterada, el tutor debe refrendar si la causa está o no justificada. En caso de que no lo esté, el centro lo comunica al Gobierno de Aragón, que concierta una cita con la familia e incluso, si es necesario, acude a su domicilio para ver qué ocurre. Si las ausencias persisten, el departamento de Educación informa a la Fiscalía de Menores.

Esto ha provocado que algunas de las familias que decidieron no llevar a sus hijos al colegio finalmente lo hayan hecho. Pese a ello, sus reticencias siguen intactas. Aunque el protocolo solo exime de la asistencia a clase a los niños que tienen problemas de salud, algunas familias han logrado la complicidad de la dirección de los colegios para seguir la educación a distancia en otros supuestos, como la convivencia con personas de riesgo.

"Ningún experto ha entrado en los centros"

Manuel Muñoz y Aurora Hernández tienen dos hijos, Juan Gabriel y José Manuel, en 3º y 6º de Primaria. Han decidido no llevarlos al colegio porque creen que "no es un lugar seguro". "No hay ningún experto que haya entrado allí y haya certificado que las medidas que se han puesto son las correctas", señala Manuel.

Así, presentó un escrito alegando los motivos de las ausencias de sus hijos. Sabe que no se lo van a admitir y está dispuesto a asumir las consecuencias. "Nos pondrán que las faltas están sin justificar y aplicarán el protocolo de absentismo, pero tendrá que ser un juez quien determine si la ausencia está justificada y si tienen que ir al cole", apunta.

De momento, están haciendo en casa los deberes que los profesores cuelgan en las aplicaciones con las que se comunican con los padres para que los pequeños no pierdan el ritmo. "Les hemos explicado lo que pasa y lo llevan bien", asegura Manuel, quien desea "que puedan volver pronto al colegio", porque será señal de que "la cosa está mejor o han tomado las medidas adecuadas".

Este padre critica que la DGA "haya dejado todo en manos de los colegios", y que los centros "estén aplicando criterios diferentes". "Unos consideran que las ausencias son justificadas y otros no", asegura.

"Mi hijo sufre ansiedad"

Los hijos mellizos de María –nombre ficticio– empiezan este año quinto de primaria. Decidió no llevarlos las dos primeras semanas, pero han terminado por acudir "porque no ha habido más remedio". "No nos daban el material para que trabajaran desde casa y corremos el riesgo de que pierdan un curso", asegura.

Según cuenta, uno de sus hijos lo está pasando mal. "Las medidas de protección las llevan muy interiorizadas porque les hemos insistido, y ahora ven que hay compañeros que se quitan la mascarilla y la maestra no les dice nada", cuenta. Según apunta, sus hijos "se asustan" y uno de ellos incluso "sufre ansiedad". Critica que "los alumnos no guardan las distancias", que en gimnasia "se hacen juegos de contacto" y que los libros y cuadernos "entran y salen del colegio a casa y de casa al colegio".

"La salud es lo primero"

Pilar –también prefiere preservar su identidad–, por su parte, tiene una hija de seis años que este año empieza primero de primaria. En julio le operaron de un cáncer de mama del que aún se recupera. "Me vi muy desesperada cuando empezó el cole porque si no lo llevas, te declaraban absentismo, te quitan la plaza, decían que hasta la custodia… pero no estaba dispuesta a correr ese riesgo", explica.

Así que habló con el centro y, a diferencia de lo que ha pasado en casos similares, le permitieron que su hija empezara el curso en casa. "Tanto el director como la tutora me dijeron que lo entendían perfectamente y que la salud es lo primero", relata. Ahora todas las semanas habla con la profesora y se comunica a diario por correo electrónico para que su hija haga las fichas, vea los vídeos o lea los cuentos que sus compañeros siguen en clase.

"Mis hijos están corriendo un riesgo"

Al igual que los anteriores testimonios, Elvira -nombre falso- prefiere preservar el anonimato para evitar la estigmatización de sus tres hijos. Los tiene repartidos entre primaria y ESO de un colegio concertado de Zaragoza. Tras dudar, finalmente decidió llevarlos, con las dudas que le genera el hecho de que en las tres aulas haya “25 o 26 alumnos”, asegura. “Se nos dijo que si no había menos de 15 alumnos, la vuelta al cole no sería segura. Pero no se ha invertido en profesores y mis hijos están corriendo un riesgo”, asegura.

Critica que no se hayan bajado las ratios y también cosas como que el almuerzo se haga dentro de las clases, evidentemente sin mascarilla: “Eso es una bomba de relojería”. Ella es profesora en un colegio público, por lo que “tenemos riesgo cuádruple”.

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