forraje

Lluvias y covid para iniciar la campaña

Las constantes precipitaciones han mermado la cantidad y calidad en el inicio de la campaña de alfalfa. Las exportaciones sufren la crisis.    

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La campaña de recolección de la alfalfa ya ha comenzado en Aragón, donde se han realizado dos cortes.
Aefa

La alfalfa aragonesa ya ha dado sus dos primeros cortes. Y la cosecha no está resultando como sería deseable. La primavera está siendo demasiado lluviosa y las precipitaciones, en otros tiempos tan deseadas, están mermando la calidad de este forraje, del que España es el primer productor europeo y Aragón se coloca en el top ten de las zonas recolectoras del país. Dicho en cifras. Este cultivo ocupa una superficie de 250.000 hectáreas en toda España, de las que el pasado año se obtuvieron 1,4 millones de toneladas, que se deshidratan en 57 plantas. De ellas, la mayor parte, se encuentran en Aragón, donde la alfalfa se extiende a lo largo y ancho de casi 58.000 hectáreas que arrojan una producción que ronda 750.000 toneladas.

Eso explica que la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA) tenga su sede instalada en la capital aragonesa, pero explica, sobre todo, que de la marcha del cultivo en el país (y de sus ventas) tengan mucho que decir los agricultores e industriales de la Comunidad.

Es cierto que la cosecha de este excepcional 2020, marcado por una crisis sanitaria de dimensiones nunca antes conocidas, no ha comenzado con buenas expectativas. Como siempre ocurre en la agricultura, la mayor incertidumbre viene del cielo y está marcada por los caprichos incontrolables del clima. Y por si no fuera poco, el primer corte también se ha visto atacado por la plaga del gusano verde que ha añadido descenso a la producción y a la calidad.

Pero el comienzo de año, que coincide con el final de la comercialización de este forraje, ha puesto la cara amable a la campaña. Las ventas, que en su gran mayoría tienen la mirada puesta en los mercados internacionales, han mantenido el buen tono y han mostrando la fortaleza que estas producciones tienen entre los clientes más exigentes del mundo, en dura competencia, y arrancando poco a poco cuota de mercado, a la todopoderosa (por volumen) alfalfa estadounidense.

Con Emiratos Árabes a la cabeza, pero con el paso firme de las exportaciones a China y la presencia cada vez mayor en apetecibles mercados como Arabia Saudí, Japón, Corea o Catar, sin olvidar los cercanos mercados europeos, las ventas de alfalfa al exterior ya superan el 75% del total producido, aunque el sector no deja de lado un mercado nacional que, al menos, se mantiene estable.

Y todo esto ha sucedido mientras España y medio mundo luchaban por hacer frente a un epidemia que ha obligado al confinamiento de la población, ha cerrado fronteras y ha cancelado reuniones, viajes, ferias y misiones inversiones. Un escenario que también se ha dejado notar en el sector, porque aunque la crisis del coronavirus no ha parado el trabajo en el campo, comienza a dejarse notar en las exportaciones, no tanto por una falta de demanda como por las complicaciones que está encontrando la logística para hacer llegar la producción a los distintos mercados.

Como nunca llueve a gusto de todos, a la alfalfa no le caído nada bien las continuas precipitaciones que han recorrido Aragón durante abril y mayo. Al comenzar la recolección, ya en el primer corte, los agricultores evidenciaron las primeras dificultades. "Este inicio de campaña está siendo muy complicada", explica el director de AEFA, Luis Machín. Los problemas no solo los ha provocado el exceso de humedad, que también, sino que además la planta ha sufrido el ataque del gusano verde, un coleóptero cuya larva provoca graves daños en la producción al devorar las hojas y brotes. Una combinación que ha mermado el número de kilos y, lo que es peor, las cualidades del forraje.

Los agricultores confiaban en el segundo corte, "que suele ser siempre muy bueno", señala Machín. Parecía además que "venía mejor", pero las lluvias de los últimos días han vuelto a caer como un jarro de agua fría en estas expectativas.

Por eso, aunque es pronto para hacer estimaciones y quedan todavía bastante campaña, el representante de AEFA quiere ser optimista, aunque reconoce que para conseguir que la producción final equilibre lo perdido hasta ahora necesitan que las trombas de agua se tomen una tregua. "En el secano, que está en Castilla y León y no en Aragón, van a tener unas producciones muy altas, pero el resto de las zonas están teniendo muchos problemas para poder hacer alfalfa de calidad debido a la gran cantidad de incidencias que hemos tenido esta primavera", destaca Machín.

El tropiezo de este comienzo de cosecha no ha quitado, sin embargo, el buen sabor de boca con el que ha finalizado (también en estos primeros meses del año) la comercialización. Un año más, el impulso llega de los mercados internacionales, unas ventas que han convertido a España -primer productor europeo- en el segundo exportador del mundo, solo por detrás -aunque a cierta distancia- de Estados Unidos. Un merecido lugar que esta producción se ha ganado gracias a la existencia de más de medio centenar de industrias deshidratadoras que le permiten ser el único país del mundo que ofrece una alfalfa deshidratada de alta calidad con un elevado nivel de seguridad alimentaria y óptimas condiciones de conservación.

Hacia 40 mercados han viajado en la campaña 2019-2020, un total de 1.069.839 toneladas, lo que supone el 75% del total de la producción, que alcanzó los 1.411.400 toneladas. El formato más demandado por los clientes internacionales han sido las balas deshidratadas, con 847.724 toneladas vendidas, el 79% del total exportado. El resto, 222.115 toneladas, se ha comercializado en formato pellet.

"Un año interesante"

La cifra total refleja una ligera caída. El volumen de lo exportado es un 5% inferior a la del año anterior, es decir, 60.000 toneladas menos. Pero el motivo es coyuntural. "Este descenso se debe especialmente a la caída de las exportaciones a varios destinos del norte de Europa como Irlanda, Países Bajos o Noruega, quienes, excepcionalmente el año anterior, demandaron forraje para su ganado debido a la fuerte sequía que padecían", señala Machín. En esta campaña ya habían descontado dichas ventas porque "fue una demanda excepcional que ha desaparecido", matiza.

Destaca también el descenso de descenso de las importaciones de Italia, que el director de esta organización empresarial justifica asegurando que se debe a una cuestión puntual "motivada por la fusión de empresas".

A pesar de ello, considera que el año "ha sido muy interesante". Las cifras corroboran el calificativo, porque sus clientes más importantes no solo se mantienen sino que continúan al alza. Así las ventas a Emiratos Árabes han crecido un 6,3% hasta rozar 489.000 toneladas. "Es un mercado con el que tenemos muy buena relación y la colaboración es estrecha tanto con los industriales como con los operadores del país", detalla Machín. Por eso la estrategia de los productores es continuar trabajando para que los Emiratos continúen depositando su confianza en el producto español, ya que "absorbe cerca del 45% de nuestras exportaciones", reseña.

China continúa escalando posiciones y ya se afianzado como el segundo mercado con mejores expectativas para este forraje. Tras los traspiés y las numerosas dificultades con las que se encontraron las industrias que apostaron por el gigante asiático, las ventas no han dejado de crecer hasta superar las 250.000 toneladas, un 6,3% más que la campaña anterior. "El mercado chino siempre es muy complicado y hay que entenderlo. Es difícil y tardas mucho en afianzar posiciones, pero es cierto que los problemas iniciales han desaparecido y hemos conseguido que vea nuestros productos como una alternativa muy fiable a la alfalfa estadounidense", explica el directivo. En este logro ha tenido mucho que ver la intensa promoción que ha realizado AEFA, señala, pero también el insistente trabajo de las industrias y la colaboración del Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Incluso las tensiones entre el gigante asiático y Estados Unidos -su principal proveedor- han abierto las puertas de las ganaderías del gigante asiático a la producción española. "En septiembre de 2019, Xi Jinping retiró los aranceles a la alfalfa estadounidense, pero es cierto que hasta ese mes la guerra comercial permitió que vendiéramos mucho e hiciéramos nuevos clientes", reconoce Machín, que aclara, sin embargo, que en estos últimos meses de campaña "también hemos continuado haciendo muchas operaciones con aquel país".

Arabia Saudí se recupera

Vuelve a dar alegrías también la exportación a Arabia Saudí. Las ventas hacia este país árabe se desplomaron en 2017, cuando se comercializaron 24.817 toneladas, una cifra muy alejada de aquellas más de 100.00 tonelada que se destinaban a este mercado tan solo unos años antes. Machín explicaba entonces que el retroceso en este mercado tenía que ver con la decisión del país de destinar inversiones para cultivar este forraje en Argentina, Estados Unidos y Sudán. Auguraba, sin embargo, que por sus restricciones al uso del agua en la agricultura, su escasa reserva hídrica, su amplio censo ganadero y su potente industria láctea, Arabia Saudí continuaba siendo un apetecible mercado que no había que descuidar.

Su empeño ha tenido resultados, porque las ventas han comenzado ya a recuperar terreno perdido. La actual campaña se ha cerrado con la exportación de 20.877 toneladas, lo que supone un incremento de nada menos que el 77% respecto al año anterior. "Es un mercado en el tenemos puestas muchísimas esperanzas", dice.

No menos interesantes son otro mercados asiáticos, como Japón o Corea del Sur, cuyas compras crecen a dos dígitos, en concreto, un 17,3%, un 41,3%, respectivamente. Explica Machín que los dos primeros son grandes demandantes de forrajes, por lo que es muy importante ir avanzando poco a poco en sus mercados. "Es ahí donde tenemos margen y donde tenemos que orientar nuestro crecimiento y nuestra diversificación", señala. Aunque con un tamaño mucho menor, Catar empieza a escalar posiciones en la cartera de clientes de la alfalfa deshidratada que se produce en Aragón y el conjunto de España. Hasta allí viajaron esta campaña 14.977 toneladas, un 30% en un año.

El efecto de la pandemia

La crisis sanitaria provocada por la pandemia de la covid-19 también ha dejado su huella en las operaciones de este sector, que ya a comienzos de febrero en un congreso que reunió en Zaragoza a más un millar productores, industriales y expertos, mostró su "preocupación" por el impacto que podría tener en las exportaciones a China el coronavirus detectado entonces en Wuhan. Machín detalla que las operaciones con el gigante asiático no se paralizaron, "pero en los meses de enero y febrero se notó una ralentización, aunque era normal porque aquí estábamos al final de campaña y había menos alfalfa de calidad", matiza. Y cuando la pandemia se extendió por el mundo, "el problema no ha sido la demanda, sino que la logística se está haciendo muy complicada y hay dificultades para hacer llegar la producción a los mercados", asegura Machín.

También ha impactado en la promoción. Se suspendieron ferias importantes como la que iba a celebrarse precisamente en Wuhan en el mes de marzo y en la que la asociación de fabricantes iba a participar. "Es una feria itinerante que este año se celebraba en esa ciudad china y que se ha retrasado al mes de octubre, aunque ya veremos qué pasa». Tampoco está claro que sucederá con un encuentro programado en Arabia Saudí. Pero además, señala Machín, la emergencia sanitaria ha obligado a AEFA a adaptar su trabajo, posponer importantes reuniones e incluso aplazar su asamblea general.

Alfalfa (también) para endulzar paladares humanos

La alfalfa aragonesa no solo es el mejor alimento para el ganado. Además, este cultivo forma parte de un innovador proyecto en el que el forraje es uno de los ingredientes básicos. La iniciativa lleva por nombre Alfa Miel y está impulsada por un grupo de cooperación, en el que AEFA y la Asociación Nacional de Apicultores (ARNA) son socios beneficiarios, y el CITA, y la Universidad de Zaragoza colaboran como socios tecnológicos.

El objetivo de este grupo es aprovechar el cultivo de este forraje para fomentar la producción y el consumo de una miel monovarietal de alfalfa de Aragón. Para ello se considera imprescindible realizar su caracterización tanto polínica como organoléptica, pero también darla a conocer al consumidor como variedad monofloral. Y sobre todo, dicen sus impulsores, Alfa Miel quiere demostrar la contribución a la mejora de biodiversidad de este cultivo, que en la época estival sirve de refugio a las abejas del 30% de las colmenas trashumantes que existen en la Comunidad.

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