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De héroes a paganos

El sector agrario no oculta su decepción. La CE ha pagado su papel esencial durante la pandemia proponiendo un tijeretazo a las ayudas de la PAC.

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H. A.

Aparcaron sus protestas para emplearse, como siempre y más que nunca, a la producción de alimentos para garantizar, con calidad, seguridad y a precio asequible, el abastecimiento de la población que se veía obligada a confinarse en su casa para frenar la expansión del coronavirus. Fueron protagonistas de vídeos en los que pedían a los ciudadanos que se quedaran en casa mientras mostraban cómo realizaban su trabajo para que nada faltara en las neveras de los hogares. Volvieron a sacar sus tractores a las calles, esta vez acompañados con sus equipos de fumigación, pero no para reivindicar o defender sus intereses sino para colaborar en la desinfección de las calles de los municipios de la Comunidad. 

Donaron parte de sus equipos de producción, incluso hubo quien se puso a confeccionar mascarillas y no ha faltado sector que no haya llevado a hospitales, residencias o centros de acción social parte de sus producciones agrícolas o ganaderas. Y lo han hecho haciendo frente al miedo al contagio (suyo y de sus familias), adaptando sus movimientos a las restricciones impuestas por el estado de alarma y asumiendo las pérdidas económicas -que las tienen-, que ha supuesto la crisis sanitaria y con ella la paralización de buena parte de la economía y el cierre absoluto del canal horeca.

Han sido considerados héroes y alguno de esos aplausos que durante días sonaron a las 20.00 desde los balcones de los hogares confinados han tenido como destino el reconocimiento a su actividad. Incluso han escuchado cómo los políticos de todos los colores, las instituciones de todos los territorios e incluso las más altas instancias europeas recordaban su carácter esencial, estratégico y, sobre todo, su buen hacer, con el que han conseguido que toda la cadena alimentaria funcionara con precisión y garantizara una alimentación variada, segura y de calidad mientras se vivían los momentos más duros de la pandemia.

Pero el destacado papel que ha protagonizado el sector agroalimentario -que continúa siendo el mismo- parece desdibujarse conforme se avanza en las distintas fases de la desescalada. Incluso Europa parece haberse olvidado de los halagos, porque ahora que se ha frenado la curva y que los esfuerzos se centran en la reconstrucción de la economía con miles de millones en ayudas, quienes pierden fondos son los agricultores y ganaderos. Porque, si nadie lo remedia, serán ellos los que vean recortadas drásticamente las ayudas que reciben de la PAC.

La intención de la Unión Europea de recortar el presupuesto de la PAC para el periodo 2021-2027 no suena a nuevo. La amenaza no solo flotaba en el ambiente sino que se había hecho visible en algunas propuestas realizadas ya por la Comisión Europea. Pero llegó la pandemia y, al trágico coste en vidas humanas, se ha sumado también el impacto en la economía, incluida la agraria, que a pesar de haber mantenido la actividad -y una reconocida responsabilidad social y solidaria- no ha podido evitar los negativos efectos que sobre su rentabilidad ha provocado el estado de alarma.

Quizá por eso el sector esperaba que los halagos que ha lanzado la UE a su buen hacer durante estos duros tres meses tuvieran también su reflejo en las políticas agrarias que se cocinan en Bruselas. Sin embargo, el mazazo ha sido mayúsculo. Mientras aún resonaban los aplausos que ha generado la presentación del llamado Fondo de Recuperación (Next Generation EU) dotado con 750.000 millones de euros (500.000 en subvenciones y 250.000 en créditos) con el que la Unión Europea quiere revitalizar el desarrollo económico de los socios comunitarios, especialmente aquellos más golpeados por la expansión del coronavirus como España, el sector agrario leía con estupor la letra pequeña del nuevo presupuesto europeo 2021-2027 del que saldrán estos montantes. Porque no solo estas ayudas pasan como una sombra por el sector agrario, sino que, lo que es peor, la Comisión Europea ha propuesto un recorte medio del 9% de los fondos de la Política Agraria Común (PAC). El tijeretazo será mayor en las ayudas directas (primer pilar) que se reducirán un 9,7% mientras que los recursos destinados a desarrollo rural (segundo pilar) mermarán un 6,3%. Y aunque el programa de reconstrucción incluye 15.000 millones de euros para afrontar la llamada transición verde de Europa, las cifras son «inaceptables» para los representantes del sector, que hablan de un hachazo a las ayudas que reciben los agricultores y ganaderos españoles de nada menos que 585 millones de euros anuales.

"Una salvajada"

La indignación se ha hecho evidente entre los responsables de las organizaciones agrarias aragonesas, que calculan que con esta propuesta la Comunidad perderá anualmente unos 70 millones de euros cada año.

"Es una salvajada de recorte", señala Fernando Luna, presidente de Asaja-Huesca, que destaca que no hace muchos días la Unión Europea se descolgó con otra nueva propuesta conocida como ‘De la granja a la mesa’ en la que apostaba por un futuro medioambientalista cuyos costes recaen, de nuevo, en los bolsillos de los profesionales del campo. "Al despropósito de las exigencias de condicional se suma ahora este mazazo. No nos lo merecemos", insiste Luna, que recuerda cómo el sector agrario dejó a un lado sus reivindicaciones para ponerse en una de las primeras líneas en la lucha contra la covid-19. "Estos recortes resultan intolerables en el momento actual en el que muchos sectores y numerosas explotaciones han quedado seriamente afectadas como consecuencia de la crisis sanitaria y sus efectos en los mercados", destaca Luna, que reitera que Asaja ya ha mostrado su "total oposición a cualquier recorte financiero" de la nueva PAC. "No parece de recibo que inmediatamente después del papel esencial que los productores agrarios han desempeñado en esta crisis, un papel reconocido y aplaudido por dirigentes políticos de todos los partidos así como por la opinión pública, Bruselas asesté un tremendo varapalo a los productores y los desarme frente a los competidores del resto del mundo" denuncia Luna. Y advierte de que el sector "tiene una impotencia tremenda". Un sentimiento que la organización que representa ya ha al Parlamento Europeo y al Consejo "para que ponga fin a este despropósito".

Con la misma contundencia se manifiesta José Manuel Roche, secretario general de UPA-Aragón, que lamenta que "una vez más", el campo vuelve a ser "la cenicienta", porque "después de todo lo que ha hecho durante esta pandemia no se ha valorado su papel ni se ha tenido en cuenta".

Para el líder de UPA en la Comunidad "exigir más con menos recursos" solo va a conseguir que se ponga en peligro "todavía más" la viabilidad de las explotaciones agrarias, que no podrán ser competitivas en un mercado en el que otros países no tienen que cumplir la trazabilidad, la condicionalidad y las limitaciones fitosanitarias que se exigen a los productores europeos.

"Juegos malabares"

Roche critica duramente la defensa que ha realizado del presupuesto comunitario el comisario europeo, para quien la ficha financiera de la PAC no solo no se reduce sino que incluso se amplía. "Le he comunicado personalmente que se deje de juegos malabares y que no nos quiera vender la moto. Eso es maquillar las cifras", señala Roche claramente indignado, mientras asegura que apenas el 2% del fondo de reconstrucción ha puesto su mirada en el sector agrario cuando el recorte en la PAC suma el 9%.

Por eso, UPA, que asegura que los agricultores y ganaderos se sienten "abandonados y desprotegidos", no pide que se mantenga el presupuesto de los fondos de la Política Agraria. "Lo que exigimos es que se refuerce", señala el líder de la organización agraria, que solicita además "unidad de los partidos para hacer verdaderas políticas de Estado".

"De bruces con la realidad"

El secretario general de UAGA, José María Alcubierre, lamenta lo rápido que los poderes públicos europeos han olvidado el papel del sector durante la pandemia. "Siempre tenemos la esperanza de que todo va a salir bien, pero luego siempre te das de bruces con la realidad", señala el líder sindical, que incluso reconoce que los agricultores y ganaderos están "demasiado acostumbrados a los palos". Y hay pesar en las palabras del sindicalista cuando explica cómo en otros países, como China o Estados Unidos, se han tomado medidas que muestran una clara apuesta por el sector primario, "mientras Europa nos deja de lado".

Pero insiste Alcubierre en que la organización agraria que lidera no va a aceptar ninguna reducción del presupuesto de la PAC, unas ayudas «que ahora son más necesarias que nunca». Por eso pide a los responsables autonómicos y al Ministerio "que luchen por la ficha financiera". Exige incluso que se vaya más allá, porque, en opinión de Alcubierre, si importante es el montante, mucho más lo es cómo se va a repartir. "Y eso es responsabilidad exclusiva de las comunidades autónomas y del Gobierno central", dice.

Para UAGA es imprescindible "un cambio radical" y que las ayudas pongan el foco en la explotación familiar, en los sectores más desfavorecidos, en los jóvenes... pero, sobre todo, que la distribución de los fondos tenga una visión competitiva y social que asegure el mantenimiento del medio rural. Y sobre todo exige que se queden atrás y para siempre los planteamientos del pasado. "Hay que eliminar definitivamente los derechos históricos", incide Alcubierre, que recomienda al ministro de Agricultura, Luis Planas, que «sea valiente» y retire de la negociación a aquellos interlocutores que defendieron las referencias históricas. "No se puede cambiar la PAC con los mismos negociadores", asegura.

"En una realidad paralela"

"Parece que la sociedad y las instituciones creen que la pandemia no ha afectado al sector agrario, cuando se ha visto tan perjudicado como el turismo o la automoción. Que hayamos ido a trabajar no significa que no hayamos tenido pérdidas". Lo dice Jorge Valero, presidente de Araga, que lamenta lo pronto que se ha olvidado Bruselas del valor que supone tener autosuficiencia alimentaria.

Valero denuncia que el sector agrario siempre es el pagano y los fondos de la PAC el saco en el que meter mano cuando se necesita dinero en Europa. Por eso, como coincide el sector, no solo hay que mantener el presupuesto, sino incrementarlo.

Por una PAC que equipare la renta de los agricultores con el resto

Para el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, "no es una buena noticia" que la pretensión de la Comisión Europea sea reducir la ficha financiera de la Política Agraria Común para el periodo 2021-2017. Reconoce, sin embargo, que "es un escenario que se va a dar", porque después de la "euforia" por el reconocimiento social que ha tenido el sector agroalimentario por su papel durante la pandemia, "vamos a volver a la dura realidad presupuestaria", matiza el consejero.

Olona defiende una mayor dotación para las políticas agrarias, más cuando además se están planteando unas mayores exigencias medioambientales, pero considera que reivindicar solo el presupuesto es quedarse corto. "Tenemos que tener argumentos que detallen para qué queremos ese presupuesto, porque lo grave es que el reparto y distribución actual es ineficaz e ineficiente", señala el consejero, que insiste en la necesidad de avanzar en una reforma valiente y ambiciosa de la PAC que ponga el foco en la renta de la agricultores, tal y defiende la propuesta aragonesa planteada por la consejería y rubricada por las organizaciones agrarias y los partidos políticos. Y es que, dice el consejero, "no basta con igualar las ayudas entre los territorios, de lo que se trata realmente es de equiparar las rentas de los agricultores con las del resto de los ciudadanos. tal y como contempla expresamente la PAC en sus objetivos fundacionales".

Prueba de esta necesidad son los datos que aparecen recogidos en un reciente informe elaborado por el Departamento de Agricultura en el que se evidencia que "la insuficiencia de la renta agraria, incluyendo la ayuda es notoria", ya que se sitúa de media en Aragón en los 9.559 euros por beneficiario, con claras diferencias territoriales eso sí, pero muy alejada en cualquier caso de la renta de referencia, actualmente fijada en 29.339,08 euros. 

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