cultura

Bailar pegados y a distancia: la cuadratura del círculo de las escuelas de danza

Algunas academias reabren tímidamente con poca clientela y aforos limitados. Otras no retomarán su actividad hasta septiembre porque los estilos que practican requieren de contacto físico.

La escuela Aula Danza ofrece clases online y vende material para mantenerse durante el estado de alarma
Algunas escuelas de danza han ofrecido clases 'online' durante el estado de alarma
EP

No es lo mismo bailar ‘break’ que un chotis. En el primer caso quizá se puedan mantener los dos metros de distancia, pero en el segundo es imposible. ¿Y qué pasa con ‘El lago de los cisnes’? ¿Y con el claqué? ¿Y el ‘lindy hop’ tan arraigado a orillas del Ebro?

La escuelas de baile están confusas con la desescalada. El BOE no las considera propiamente centro educativos ni tampoco deportivos, así que muchos de sus responsables no saben si pueden abrir ni con qué restricciones. “Siempre hemos sido un sector invisible, considerado un mero entretenimiento y, ahora, tampoco tenemos unas directrices precisas para seguir”, explica Carlota Benedí, que da clases de flamenco, claqué y oriental a más de un centenar de alumnos en su sala de López Allué. “Por propia iniciativa, nos venimos a equiparar a los gimnasios, pero no somos lo mismo. No tenemos esa amplitud de metros cuadrados ni zonas diferenciadas, con lo que tampoco podemos atender a las limitaciones de aforo ni a las distancias de seguridad”. 

Arantxa Argüelles, la que fuera directora del Ballet de Zaragoza, considera que forman parte del epígrafe de "enseñanza no reglada", pero tampoco se les puede comparar con una academia de inglés, por ejemplo, donde bastaría con separar los pupitres y ampliar los horarios. “En una escuela de baile es complicado evitar el contacto físico, pero también es cierto que en movimientos de ballet cuando levantas un brazo y estiras una pierna ya necesitas tener alrededor un par de metros libres", comenta Argüelles, que volvió a abrir el lunes su estudio de la calle Centro, en Casablanca. En su caso, para limitar el aforo de las clases al 40% tanteó a los alumnos por mail y en las instalaciones han vetado el uso de vestuarios, han puesto marcas en el perímetro de las salas y están fomentando los ejercicios estáticos.

"Siempre hemos sido un sector invisible y ahora no tenemos unas reglas a las que agarrarnos"

Las pocas salas que han decidido abrir en esta fase de desescalada lo han hecho con escasos inscritos y muchas precauciones. Otras posponen ya cualquier actividad presencial a después del verano. Es lo que va a hacer la Escuela Municipal de Danza, que no retomará los tutús ni los calentadores hasta el próximo curso. Eso implica confiar en que no habrá rebrotes y para organizarlo todo están "a la espera de que el Gobierno de Aragón, que es la administración sanitaria y educativa competente, determine las condiciones respecto a este tipo de centros”, explican desde el Ayuntamiento.

El pasado día 29 se celebró el Día Internacional de la Danza y la pandemia obligó a hacerlo ‘online’ lo que le quitó mucha magia. Algo desangelada es también la alternativa de dar clase 'online' a través de tutoriales o sistemas de videoconferencia como Zoom o Meet. “No se pueden corregir posturas ni seguir los pasos”, comentan los profesores, temerosos de que algún alumno pueda romperse la espalda... Los espejos y las barras son mejores aliados para el 'demiplié' que las pantallas, pues “para hacer clases ‘online’ hace falta un alto grado de madurez de baile, aunque también pueden venir bien para que los alumnos espabilen y no se cojan a las faldas del profesor”, apunta Benedí.

Sara Colás, una de las responsables de ResisDance Center, ubicado en la calle del Reino, en La Almozara, explica que “de momento, vamos a terminar de hacer las clases ‘online’ y a partir de la segunda quincena de junio trataremos de recuperar la actividad”. En este centro de enseñanza, que reúne a destacados bailarines como Pitu, Myriam Colas u Oski Revlon, consideran que la situación suele ser floja a comienzos de verano, pero quizá este año se planteen lanzar cursos intensivos para recuperar el tiempo perdido durante el confinamiento. ResisDance ofrece clases de hip hop, jazz y bachata, así como de ‘vogue’, donde Zaragoza con su Kiki House of Deliciouos es un referente a nivel nacional.

ACADEMIA RESISDANCE ( ZARAGOZA ) / BAILAN VOGUE / 12/09/2018 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Algunos de los bailarines de 'vogue' y responsables de ResisDance, en una imagen de archivo
Oliver Duch

"Hay cosas que a dos metros de distancia no se puede bailar”, explica Lucía Mur, alumna de clásico. “Más de la mitad de los estilos se basan en el baile en pareja y, aunque se hagan grupos y filas, es imposible respetar esas distancias”, argumenta. Si a este inconveniente se le suma que las clases deberían contar con un 40%  del aforo, eso puede suponer una pérdida de gran parte del alumnado. “Nadie ha definido lo que será para nosotros la ‘nueva normalidad’, pero en una pista de baile de 50 metros cuadrados meter 15 personas y respetar las distancias es complicado”, dicen los profesores de clásico, pensando sobre todo en los ejercicios de barra, donde los bailarines suelen estar arremolinados.

Carlota Benedí ha preferido no abrir aún y permanecer “quieta en la mata” durante mayo y junio como muchos otros profesores que se han acogido a prestaciones por ceses de actividad hasta el fin del estado de alarma, que aún continúa vigente. “En mi caso tengo la suerte de que los dueños del local no me han pasado los alquileres”, explica, al tiempo que es consciente de que otros compañeros aguantarán “hasta dónde llegue el colchón de los ahorros”.

El festival de danza del Teatro Principal programado para el día 27 ha sido suspendido

Como la situación es igual en otras provincias, a través de internet algunas escuelas han unido fuerzas para debatir y diseñar un protocolo que pudiera ser útil en esta desescalada. Así, si la administración tiene a bien escucharles, propondrían unas condiciones de seguridad algo más laxas pero que minimizarían la posibilidad de contagio. Entre otras medidas, sugieren que en las aulas se mantengan los bailes en pareja pero sin cambiar continuamente de ‘partenaire’. Rechazan las mamparas, pero proponen que se dance con mascarilla (aunque oculte la expresión del rostro) y que se desinfecte la sala tras cada una de las clases. Delimitar con marcas en el suelo el radio de acción de cada bailarín se antoja complicado salvo en los estudios más grandes, donde también se han distribuidos geles de hidroalcohol y la posibilidad de desinfectar las zapatillas sobre alfombritas. Este 'ritual de desinfección' lo llevan a cabo a diario en el Centro de Danza Arantxa Argüelles, por donde desfilan alumnos desde 3 escasos años y otros que ya peinan canas. "Es muy complicado sobrevivir en estas condiciones. Es algo excepcional del momento porque si tuviera que seguir así todo un curso, sobre todo con las limitaciones de aforo, no podría asumirlo", comenta la directora. 

Este mes de junio tendrían que estar concluyendo buena parte de los cursos y, en consecuencia, se celebrarían las fiestas de despedida en las que los alumnos demostrarían las destrezas adquiridas. Incluso el Teatro Principal solía ser escenario de estos festivales (estaba programado para el 27 de junio), que la pandemia también ha obligado a cancelar.

La mayoría de academias cierra en julio y agosto y eso implica que pueden encadenar hasta cinco o seis meses sin generar ingresos, lo que amenaza con poner en la cuerda floja a muchos pequeños centros. Algunas de sus inscripciones se vinculan también a alumnos jóvenes como ‘actividades extraescolares’ y mientras se mantenga la incertidumbre en el ámbito educativo son plazas que dan por perdidas.

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