"A vivir a un pueblo no puede ir cualquiera"

Varios pueblos de las comarcas de las Cinco Villas y la Hoya de Huesca estudian implantar una iniciativa para conectar a personas que quieren vivir en el mundo rural con pueblos que necesitan fijar población

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El Frago comparte con sus vecinos su preocupación por despoblación.
Comarca Cinco Villas

En Aragón, un tercio de sus 731 municipios tiene menos de 100 habitantes. El problema de la despoblación viene de lejos y es el caballo de batalla de los pueblos aragoneses. En la comarca de las Cinco Villas y en la de la Hoya de Huesca, varios pueblos han mostrado su interés por el Proyecto Arraigo, una iniciativa que nació en Soria en 2016, que persigue conectar a personas que desean vivir en el medio rural con pueblos que quieren recibir y fijar población para que sea un éxito por ambas partes. Entre los perfiles, se analiza cada caso y caben desde jubilados hasta aquellas personas que teletrabajan y quieren estar más cerca de la naturaleza.

Las primeras experiencias se han llevado a cabo en la Sierra Norte de Madrid, Soria, Burgos y pronto podría ocurrir lo mismo en Aragón. El Frago, Biel, Orés, Fuencalderas y Santa Eulalia son municipios afectados por la despoblación y poner en marcha un plan como esté contribuiría a frenar este problema.

El ingeniero agrónomo Enrique Martínez es el impulsor de Proyecto Arraigo. Lleva más de 30 años viviendo en Soria y reside en el municipio de Soto del Rincón. En 2016, tras conocer varios núcleos deshabitados de la provincia castellanoleonesa decidió dar un giro a su vida y dedicar sus esfuerzos a mejorar las condiciones del medio rural.

“Empezamos a crear una metodología, nos apoyó un grupo de acción local (Asopiva), comenzamos con tres pueblos y alcanzamos los 27. La idea del proyecto es encontrar los vínculos entre personas de la ciudad y de los pueblos para que exista arraigo, confianza, hospitalidad y convivencia. En 2019, conseguimos empadronar a 107 nuevos sorianos. La provincia creció ese año, la única de Castilla y León que lo hizo, con 123 nuevos vecinos”, recuerda.

Martínez señala que la metodología “no es otra que conocer mucho a quienes quieren trasladarse al mundo rural, a los urbanitas, saber cuál es el objetivo y la forma de vida que van a llevar en el pueblo, su talento y qué cosas pueden ofrecer. Al mismo tiempo, les informamos de lo que el pueblo puede darles a ellos: servicios, trabajo o conexión a internet, entre otras cuestiones”.

Proyecto Arraigo, en Aragón

José Ramón Reyes, alcalde de El Frago, tuvo noticia de este proyecto y se puso en contacto con Martínez. Juntos visitaron varios pueblos de la Sierra Norte de Madrid de menos de 100 habitantes donde la iniciativa ha sido un éxito. “Vimos que este modelo podría servir para atraer población a El Frago y a otros pueblos de la zona, que como los de la Sierra Norte de Madrid tienen cada vez menos habitantes”, cuenta Reyes.

“El pasado marzo tuvimos una reunión con otros alcaldes de pueblos aragoneses, -recuerda el director de Proyecto Arraigo-. Hay otros pueblos interesados, pero, en un principio, la intención es comenzar pronto con estos cinco pueblos. La primera fase se centra en tener un conocimiento mutuo. No tenemos ningún compromiso de trabajar en los pueblos hasta que ellos nos conocen y nosotros conocemos el territorio. Tenemos que comprobar que existe una verdadera sensibilización por parte de los ayuntamientos, que exista un grupo de acogida formado por vecinos que colaborará cuando llevamos a las personas que hemos seleccionado”.

Los urbanitas deben rellenar un cuestionario de 33 preguntas que “sirven para conocer cómo son. A vivir a un pueblo no puede ir cualquiera, -afirma-. Los pueblos se comprometen a ayudar, pero a personas a las que realmente se les puede echar una mano. No se puede pensar en ir a vivir a un pueblo con una mano delante y otra detrás”.

Martínez subraya que es necesario contar con un proyecto de vida. “Hacemos lo posible para establecer vínculos y mantener la idiosincrasia de los pueblos. En los últimos dos meses las solicitudes se han multiplicado por cuatro. Se han puesto en valor los grandes espacios, la vida en la naturaleza. También hay empresas que han detectado que existe igual o mayor rendimiento cuando sus trabajadores viven en un ambiente natural”.

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