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El vaivén de precios en la cesta de la compra

No han faltado alimentos ni en el mercado ni en el súper, pero la crisis sanitaria se ha dejado sentir en el precio de la cesta de la compra.

Numerosos clientes realizaban sus compras el pasado miércoles en el Mercado Central de Zaragoza.
Numerosos clientes realizaban sus compras el pasado miércoles en el Mercado Central de Zaragoza.
Guillermo Mestre

La crisis sanitaria y las medidas adoptadas por el Gobierno para frenar la expansión del coronavirus también han dejado huella en la cesta de la compra. No han faltado alimentos, porque, a pesar de aquel temor que se desató en los días anteriores y posteriores al 14 de marzo y que llevó a los consumidores a abarrotar supermercados y tiendas de alimentación para acaparar víveres, el suministro ha estado totalmente garantizado. Lo ha asegurado un sector agroalimentario que no ha dejado de trabajar a pesar de las muchas dificultades que el estado de alarma ha llevado hasta sus explotaciones, hasta la industria transformadora e incluso hasta el transporte en el que viajan sus producciones.

Pero la excepcional situación que se vive desde hace casi 60 días en toda España (y en la práctica totalidad de Europa) ha pesado sobre los precios de los alimentos y se ha dejado notar en la cesta de la compra.

De todo ha habido. No se puede hablar de una subida generalizada, pero es cierto que algunos de los productos más demandados han obligado a los consumidores a realizar un mayor desembolso. El encarecimiento de los alimentos ha sido mayor entre los productos de la huerta y en aquellas frutas de temporada que iban llegando al mercado con cuentagotas antes las dificultades del sector de disponer de mano de obra para la recolección.

Pero también ha sucedido lo contrario. Pescados y, sobre todo, las carnes de mayor calidad pueden adquirirse ahora a unos precios notablemente inferiores a los que lucía en los mercados o en las grandes superficies a comienzos de año. La caída de los precios ha sido especialmente significativa en los productos del ovino y el vacuno de carne. Estos dos sectores han quedado muy afectados por el estado de alarma, y con él el cierre de bares, restaurantes y hoteles y la prohibición de realizar celebraciones tan propias de estas fechas como la Semana Santa o los numerosos enlaces nupciales que suponen también un momento destacado de ventas para los productores de estas ganaderías.

Del vaivén de los precios que ha sufrido la cesta de la compra saben bien los detallistas del Mercado Central de Zaragoza, pero también sus clientes. Todos ellos coinciden en que los precios que han escalado no lo han hecho en intensidad, pero han sido notables los descensos. Otros productos aguantan la situación manteniendo sus cotizaciones con una demanda creciente.

Quienes no se han beneficiado de estos vaivenes han sido los productores, que en estos dos meses, han criticado la existencia de actitudes especulativas, que han lamentado que la caída libre de los precios de sus productos no se trasladaba a los lineales de los supermercados (fomentando el consumo) y que han denunciado los elevados diferenciales entre lo que se paga en origen y en destino.

Aseguran desde el Ministerio de Agricultura que durante las semanas del confinamiento no se han detectado subidas anómalas en el precio de los alimentos. Dicen que no hay ninguna conducta sospechosa de especulación y que desde la semana previa a la declaración del estado de alarma hasta finales de abril, últimos datos disponibles, el suministro no solo ha estado garantizado, sino también el correcto funcionamiento de sus precios.

Pero los datos del índice de precios al consumo publicados el pasado 30 de abril por el Instituto Nacional de Estadística sí que reflejan un ligero incremento de la cesta de la compra, cuya tasa anual escaló del 2,5% al 4%, un incremento que rebasaron con creces los alimentos frescos que se anotaron una subida de tres puntos hasta el 6,9%.

Entre unas afirmaciones y otros datos, lo cierto es que durante la crisis provocada por la expansión de la covid-18, el bolsillo de los consumidores ha notado los vaivenes del precio de la cesta de la compra. Para mal, pero también para bien, porque el impacto de las medidas adoptadas para frenar la expansión de la pandemia también han encarecido o, por el contrario, han rebajado los precios de los alimentos.

La paralización de la actividad hostelera ha sido uno de los factores de mayor impacto en la evolución de los precios de algunos productos de alimentación. Así lo reconocen detallistas como Carlos Barrera, que regenta la pescadería Pablomar en el Mercado Central de Zaragoza. «Productos como el rape, el salmón o el atún rojo de almadraba, que se destinan principalmente a los restaurantes, han bajado el precio en casi el 50%», señala.

No obstante, reconoce que es el propio mercado el que hace que los precios evolucionen. Y no se refiere a las instalaciones sino a la demanda de los clientes que acuden cada día a su puesto. Barrera explica cómo las ventas han sufrido una «gran bajada» debido a la dificultad de los clientes para trasladarse hasta el mercado dadas las restricciones de movimientos impuestas por la crisis sanitaria. "Muchos de ellos vienen de otros barrios, e incluso de pueblos, por lo que ha habido problemas para trasladarse hasta aquí". Una situación que este detallista confía en que comiencen a cambiar con la puesta en marcha de las fases de la desescalada.

También han caído a la mitad los precios de algunas carnes. Lo sabe bien Lorenzo Sinusía, de Carnes Lorvi. En su puesto los precios del cordero y la ternera han experimentado las mayores caídas, que incluso han llegado a ser del 50%. De nuevo es la falta de ventas en hostelería la que explica, según Sinusía, este desplome. No han corrido la misma suerte las carnes de cerdo y de pollo, las más vendidas en estas semanas, que "han mantenido los precios más estables", apunta este detallista, cuya empresa cuenta con varias carnicerías en diversos barrios de Zaragoza.

Pero, sí ha habido aumentos de precios. Estos los han protagonizado las frutas y hortalizas. Y no todos han experimentado el alza o no lo han hecho con la misma intensidad. "La mayoría de los productos mantienen los precios más o menos igual, quizás han oscilado un poco pero tan solo unos céntimos arriba o abajo", afirma Julio Artigas, de frutas Furruchagas, quien atribuye la evolución de los precios a una cuestión de "demanda y escasez" de algunos productos. "De hecho, los productos de nueva temporada, como el alberge, tienen buenos precios", asevera.

Claro que quien haya querido adquirir borrajas ha tenido que pagar el precio de tal elección, porque esta verdura tan aragonesa llegó a costar en el mercado hasta tres euros el kilo. Ha moderado su escalada y ahora puede encontrarse a poco más de dos euros, una cifra que supera en un 50% el precio habitual de este manjar con sello aragonés.

Desde las grandes cadenas de alimentación y los supermercados se insiste en que los precios se han mantenido estables durante estos dos últimos meses. Reconocen que ha podido producirse algún incremento puntual, pero esto ha sucedido, según explican sus patronales Anged (en la que se integran entre otras compañías El Corte Inglés, Carrefour, Eroski y Alcampo) y Asedas (que representa a firmas como Mercadona, Dia o Ahorramás) por el encarecimiento de los costes logísticos o por problemas con determinadas materias primas, especialmente lo que tienen que soportar aquellas producciones en las que escasea la mano de obra.

En ningún caso, insisten desde una y otra organización, se puede asociar un alza de los precios a una estrategia comercial, porque "en ningún momento ha habido una subida de los márgenes por parte de la gran distribución", coinciden en apuntar.

Al otro lado del mostrador

Los consumidores muestran opiniones muy diferentes cuando se les pregunta si han notado los efectos de la covid-19 en sus bolsillos.

"Compro más o menos los mismos productos que antes de la pandemia y en las mismas cantidades", señala Ignacio Sánchez-Garnica. Y por eso se muestra convencido de que no hay una gran diferencia en los precios y su cesta de la compra no ha supuesto un desembolso mayor en estos momentos de crisis sanitaria. Un argumento que repite casi con las mismas palabras Antonio Soria, cliente habitual y vecino del Mercado Central, que asegura que en esta excepcional situación ha variado poco sus hábitos de consumo. "Compro lo mismo que compraba", dice. Y paga lo que pagaba, porque, en su opinión "todo están igual, quizá el pescado incluso un poco más barato".

Bien distinta es la opinión de Ana Salas, que destaca con convicción que precios se han incrementado. "La verdura ha subido bastante, aunque es cierto que la carne no tanto", señala.

Y así lo destaca también María Ángeles Lázaro. No había visitado el Mercado Central desde que se declaró el estado de alarma y cuando lo ha hecho esta semana por primera vez desde el 14 de marzo ha comprobado que "la fruta ha subido, está más cara", señala.

El caro viaje entre el campo y el consumidor

Los consumidores han notado desde que comenzó el estado de alarma que, como siempre se aseguró desde el sector agroalimentario, el suministro de alimentos ha estado sobradamente garantizado. Pero también han notado (así lo aseguran) cómo su cesta de la compra se encarecía al tiempo que se alargaban las semanas de confinamiento y la restricción de movimientos. Quienes no se han beneficiado de esta circunstancia han sido los productores. Al menos así se refleja en el índice de precios en origen y destino (IPOC) que elabora, mes a mes, la organización agraria COAG y en el que se refleja que en el viaje que el producto realiza desde el campo a las tiendas el producto agrícola quintuplica su cotización. Y eso solo es promedio, porque los márgenes son "de escándalo" cuando se analizan los productos uno a uno, señala la organización agraria.

Ahí esta el ejemplo de la cebolla. Según este índice, durante el mes de abril, el agricultor cobró por un kilo de cebollas apenas 0,07 euros. Muy lejos se situó, sin embargo, el coste al que las adquirió el consumidor, que por la misma cantidad de este mismo producto tuvo que desembolsar 1,29 euros. Y eso supone, recuerda COAG, que el valor se multiplicó Eso supone que en destino el valor se multiplicó más de 18 veces respecto al precio recibido en campo, o lo que es lo mismo, se incrementó un 1.743%.

Sucede también en el pepino (0.20 euros en origen, 1,85 en destino) o en la lechuga (desde 0,17 euros/kilo al productor a 1,41 euros al consumidor). Y no escapan de estos incrementos las fruta y verduras, entre las que sobresale los márgenes de la mandarina, que el pasado mes de abril multiplico su precio por 7,29 entre el campo y la mesa, desde los 0,35 euros/kilo que recibió el productor hasta los 2,55 euros en destino).

Los productos ganaderos no son ajenos a esta situación, aunque en abril sus diferenciales fueron menores. Con todo, el consumidor pagó 3,34 más el precio de la carne pagada al productor.

El ovino y el vacuno fueron los que arrojaron mayores márgenes. Mientras que un kilo de cordero sumó en origen 2,48 euros/kilo, en destino esta cifra, según los cálculos de COAG, se elevó a 10,69 euros/kilo) y la ternera se encareció de los 3,76 euros/kilo que recibió el productor hasta los 15,98 euros que por esa misma cantidad pago el consumidor.

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