Heraldo del Campo

ingenieros agrónomos

Pendientes de que la comida llegue a la mesa

Son una pieza fundamental en la cadena alimentaria: dirigen las explotaciones, supervisan la industria y garantizan la seguridad y la calidad.

Equipos de aspersión en una obra de regadío
Equipos de aspersión en una obra de regadío

La producción agroalimentaria es una de esas actividades que en estos días de cuarentena y confinamiento no puede parar. La necesidad de dar respuesta al consumo doméstico y el consecuente esfuerzo de abastecimiento influyen notablemente en la labor de los ingenieros agrónomos que, en su mayoría, a través del teletrabajo y desde sus casas, deben seguir garantizando la producción de las explotaciones agrarias y el buen funcionamiento de la industria.

Ignacio Oliván es uno de esos profesionales que no cesa de recibir llamadas en estas últimas semanas: «Hay un aluvión normativo que se ha generado con motivo de la crisis del coronavirus y, por eso, es crucial el asesoramiento». Como secretario técnico del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y País Vasco, insiste en que es necesario hacer llegar la interpretación de todas estas normas a los profesionales del medio rural. «Me preguntan si su actividad es considerada esencial o no, si pueden ir a trabajar...», explica Oliván.

El perfil de los ingenieros agrónomos es multidisciplinar y abarca toda la cadena agroalimentaria. Así, su actividad se desarrolla tanto en el campo, controlando y dirigiendo las explotaciones agrícolas y ganaderas, como en el ámbito industrial, donde se encargan de la supervisión técnica de los procesos. Muchos de estos son «imprescindibles» para que los alimentos puedan llegar a los hogares, tal y como apunta Ángel Jiménez, decano del colegio oficial. Por el mismo motivo, hay obras e instalaciones claves en el sector que no pueden paralizarse estos días y de las que también son responsables los ingenieros agrónomos, tales como las derivadas de los sistemas de regadío o las dedicadas a procesar los alimentos.

Jiménez afirma que, en esta crisis, «se pone de manifiesto la importancia de un sector estratégico como el agroalimentario», mientras explica que el autobastecimiento con productos locales está siendo determinante para que se pueda satisfacer la demanda, sin recurrir a la importación de alimentos, tan poco fiable en esta situación excepcional: «Imagínese si a una crisis sanitaria se sumara una alimentaria», sentencia el decano. Del mismo modo, insiste en que el sector primario sigue estando «al pie del cañón» y, por ello, se deben seguir implementando medidas de seguridad que garanticen la máxima calidad de los alimentos.

"Imagínese si a una crisis sanitaria se sumara una alimentaria"

A este respecto, la labor de los ingenieros es una pieza fundamental. El seguimiento y supervisión de los cultivos, con la aplicación de fertilizantes, la conveniencia o no de realizar podas y, especialmente, la adopción de las medidas de protección fitosanitarias correspondientes para el control de plagas, entre otras actuaciones, redundan en esa seguridad alimentaria.

La evaluación medioambiental es otro de los campos en los que interviene el ingeniero agrónomo, analizando el impacto de cada obra o actuación que tiene lugar en el medio rural. Dicha evaluación seguirá siendo exigida también en estos días, cada vez que se acometa una obra imprescindible para la producción agrícola, como aquellas que van encaminadas a la preparación de las próximas cosechas.

Solidaridad y buen hacer

Ya son muchas las iniciativas surgidas en el sector primario para contribuir a evitar y paliar, en la medida de lo posible, los efectos de esta crisis. También desde el colegio oficial de ingenieros agrónomos se han hecho eco de las necesidades de las poblaciones del medio rural. Es por ello que se han ofrecido tanto los equipos para la aplicación de fitosanitarios como los propios productos con el fin de desinfectar las vías públicas de los distintos municipios, y contando con la colaboración de los propios agricultores.

La cooperación es uno de los ejes de la actividad colegial, tal y como lo demuestra su pertenencia a la Alianza Agroalimentaria Aragonesa y a la Red de Intercambio de Conocimiento Agroalimentario, que busca cohesionar el sector, así como el mensaje que sus agentes construyen para la sociedad.

Cobra importancia su profesionalización, pues el ámbito agroalimentario «es cambiante y muy tecnológico», tal y como apunta Ignacio Oliván. El secretario del colegio de ingenieros agrónomos justifica así el amplio programa formativo con el que cuenta la entidad y que se convierte en uno de sus principales valores.

Oliván apunta que la profesión cuenta con un elevado índice de inserción laboral: «Poco después de terminar los estudios, los ingenieros agrónomos ya tienen trabajo, porque hay mucha oferta y poco perfil cualificado».

Su trabajo, multidisciplinar y crucial para el abastecimiento de la sociedad, se ha puesto de relieve en esta crisis asociada a la pandemia y debe reivindicarse y agradecerse para que en un futuro siga garantizando cuantitativamente y cualitativamente el consumo alimentario.

- Más información en Heraldo del Campo

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión