Heraldo del Campo

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El futuro del sector agrario está en la calle

Los jóvenes agricultores y ganaderos se han convertido en pieza clave y muy activa de las movilizaciones del sector.

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La histórica movilización agraria del pasado martes en Zaragoza expresó, con la participación de los más pequeños, los interrogantes que se hacen los jóvenes.
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No es precisamente el colectivo más numerosos en el sector agrario. Pero los jóvenes agricultores y ganaderos de Aragón están siendo protagonistas de las movilizaciones en la calle, ya sea sobre sus tractores, ya sea encabezando las manifestaciones. Son los que están haciendo más ruido en las protestas y los que gritan alto y claro las reivindicaciones de una actividad envejecida en la que, sin embargo, encuentran numerosas trabas aquellos que con apenas 20 años apuestan por incorporarse.

De ellos hablan los de mayor edad y, especialmente, los que ya han colgado sus aperos, porque todos son conscientes de que los problemas del sector exigen soluciones para los que vivirán su futuro y que este no existirá si no hay savia nueva.

Las cifras actuales no dan motivos para la esperanza. Apenas hay un agricultor joven por cada 20 profesionales que tienen más de 55 años. Además, apenas el 0,4% de los perceptores de las ayudas de la Política Agraria Común tienen menos de 25 años y solo un 9% cuenta con una edad inferior a los 40 años.

Y no es que no haya ‘vocaciones’. Lo que hay es demasiadas trabas para acceder al sector, una ingente burocracia que termina por desesperar y el olvido total de una política común que vive en la historia y priva de recursos a los que encarnan el futuro del sector.

Lo cuentan Laura, Saúl, Eva o Luis y lo han gritado los cientos de jóvenes que han llevado su "hartazgo" a las calles de Zaragoza (y de toda España).

La "histórica" movilización del pasado martes en Zaragoza sonó a ganadería de alta montaña. Jóvenes de la comarca oscense del Sobrarbe tomaron el mando de la manifestación armados con unos atronadores cencerros (esos que habitualmente porta el vacuno de carne) que hicieron sonar incansablemente para reclamar la atención que exige el sector y especialmente los productores de menor edad.

"Si esto no cambia no hay futuro". Lo dice Luis Buetas, ganadero y agricultor de 25 años del Pueyo de Araguás, que advierte que en el escenario actual va a ser muy difícil que los jóvenes continúen en la actividad. "La actual PAC es una vergüenza". Lo asegura con contundencia y así podía leerse en su pancarta, ‘Por un Sobrabe vivo, una PAC justa’, con la que exigía una política agraria común "lo más adecuada posible a la realidad actual". Y esa demanda, en el caso de los ganaderos de extensivo, quiere decir que las ayudas no estén asociadas a una tierra que nadie tiene sino a las cabezas de ganado que (de verdad) se crían.

"Las ayudas se distribuyen en función de las hectáreas, pero no hay superficie disponible", insiste Buetas, que explica que son estas dificultades y no la falta de atractivo del sector las que impiden el relevo generacional. "Hay quien se quiere incorporar y no puede", señala este ganadero, que se hizo profesional en 2018 y desde entonces, y a pesar de los pesares, nunca se ha arrepentido. "Esto se lleva en la sangre", afirma.

Porque a uno o a cien jóvenes que se les pregunte, todos repiten lo mismo. Es cierto que están preocupados por los bajos precios, por las importaciones masivas de alimentos ‘low cost’ con menor calidad y sanidad, por los aranceles y los tratados internacionales, por las prácticas comerciales abusivas... Pero lo que realmente les trae de cabeza es el abandono que sufren por parte de Bruselas y de sus políticas agrarias más ancladas en las referencias del pasado que en las necesidades de quienes encarnan el futuro del sector. Solo hay que comprobarlo en las respuestas que ofrecen cuándo se les piden los motivos por los que acuden a las movilizaciones.

"Por una PAC justa", señala vehemente Laura Bielsa, de 24 años y ganadera de ovino en Arcusa, un minúsculo municipio de apenas 30 habitantes que depende del Ayuntamiento del Aínsa (Sobarbe), que critica que "haya gente por ahí que está cobrando por animales que no tiene". Le parece tan injusto que lo repite hasta en tres ocasiones a lo largo de la conversación. "No puede ser que cobres las ayudas en relación a las hectáreas siendo que lo que tú tienes son animales", dice. "Hay que cobrar por los animales reales que cada uno tiene, no que venga una persona que este cobrando lo que se cobraba hace 20 años siendo que ahora está en el sofá de su casa", reitera. "Eso no tiene ni pies ni cabeza", apunta.

Hay que moverse

Por eso, Laura Bielsa está convencida de que es obligación de los jóvenes acudir a las protestas y ser muy activos en las reivindicaciones. "Hay que moverse, de lo que pase ahora dependerá nuestro futuro", asegura esta joven, que tiene claro que sin el impulso de los profesionales de menor edad no se conseguirá que haya un cambio radical en las políticas agrarias. Y si eso no sucede, advierte, "el sector se va al garete". Lo peor es que, en su opinión, la sociedad no es consciente de que lo que está en juego es la alimentación de la población, porque "de lo que se produce en el campo come toda la ciudad", insiste.

Si molesta está con la actual PAC, no menos con la travesía burocrática que hay que recorrer para la incorporación al sector. Es cierto que Bielsa nunca había imaginado que se dedicaría a la ganadería. Sus padres no tenían nada que ver con el sector, si acaso sus abuelos habían criado animales, pero "eso me quedaba lejos", explica. De hecho, esta joven, natural de Saravillo, encaminó su vida profesional hacia la enseñanza. Estudió Magisterio, pero en prácticas se dio cuenta de que aquello no era lo suyo. Decidió terminar la formación, pero con el título en la mano se marchó con su pareja (ganadero) a Arcusa.

"Ahora me estoy incorporando", explica, haciendo referencia a los trámites necesarios para acceder a las ayudas que facilita el Gobierno de Aragón para facilitar el relevo generacional. Pero no le está resultando nada fácil. "Estoy con todo el tema burocrático, que es lo peor, porque el papeleo es terrible, lo hace todo muy cuesta arriba, retrasa, te quita tiempo, te acaba desesperando y te supone un gasto económico y de tiempo porque todos son viajes, desplazamientos continuos, llamadas telefónicas... Tienes que estar más pendiente de los trámites que de tu trabajo en sí", detalla.

Con todo, no solo no se arrepiente de la decisión tomada. "Es una vida sacrificada, pero agradable. Estoy donde quiero estar", señala. Es que, además, "por supuesto que recomendaría esta profesión", asegura con convencimiento, aunque reconoce que si no se tienes alguien detrás o al lado que ya estuviera instalado en la actividad "de nuevas, es prácticamente imposible comenzar".

Enfrascada está también en el papeleo para su incorporación Eva Lizama, de 24 años, "tercera generación" -señala con orgullo- de una familia de agricultores y ganaderos de la localidad zaragozana de Gallocanta, situada en la comarca de Daroca. "Las trabas burocráticas son una vergüenza, parece que no se enteran de que el sector está envejecido, de que somos los jóvenes los que tenemos que tirar para adelante, porque nos ponen muchas dificultades y todo se dilata incluso varios años. Y no, que lo que queremos es empezar, seguir en la actividad, quedarnos en nuestros pueblos...".

Pero dicho esto, Lizama vuelve al argumentario que comparten los jóvenes del sector que están en las calles. "Nuestra principal reivindicación es que se eliminen de una vez por todas los derechos históricos", insiste esta joven cerealista y ganadera de porcino, que asegura que «no se puede concebir «que una PAC que se hizo hace mil años y no nos considera como parte de las agricultura y la ganadería pueda mirar al futuro».

Futuro en peligro

Licenciada en Dirección y Administración de Empresas, Lizama dejó su pueblo para estudiar en Zaragoza, pero siempre con las ideas muy claras. "Nunca me planteé no volver a mi casa ni abandonar el sector primario", explica. Pero es muy consciente de que "nuestro futuro (el de los jóvenes) está en peligro", más en este momento es el que está en proceso la negociación de una nueva PAC. "Tenemos que apretar, porque se tiene que soltar la tierra, que está muy agarrada por esos derechos históricos", reitera. Y advierte: "Los jóvenes seguiremos al pie del cañón y llevaremos nuestro tractor hasta donde haga falta", porque, en su opinión, las medidas adoptadas hasta ahora por el Gobierno "son de risa".

La eliminación de las referencias históricas con las que se establece el reparto de las ayudas directas de la PAC es también la reivindicación que llevó a Saúl Riba desde la localidad turolense de Más de las Matas a Zaragoza para participar en la movilización del pasado martes. Riba tiene 26 años y se incorporó hace cinco como agricultor y ganadero de ovino. "Exigimos precios justos, pero sobre todo que haya igualdad en el reparto de las ayudas entre todos los territorios del país. Que todos podamos vivir de nuestro trabajo", insiste, mientras reconoce que en estos cinco años como profesional del campo "ha habido un poco de todo, cosas buenas y malas, pero lo que me preocupa no es lo vivido hasta ahora sino lo que me quedan por delante".

Como Eva o Natalia, Saúl o Carlos, los jóvenes agricultores que están en el sector (o intentando acceder a él) reconocen que su mirada está en Bruselas, pero también en un Ministerio de Agricultura que tendrá que decidir el futuro sistema de reparto de unas ayudas de las que dependerá la rentabilidad y sostenibilidad de los que están llamados a garantizar la supervivencia de un sector estratégico.

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