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"La soledad no deseada es una pandemia, un problema social y de salud pública"

'Yayis sanos' es un programa de la DGA que busca promover la vejez como una etapa activa, de desarrollo y de madurez.

Francisco J. Iriarte, presidente de Coapema.
Francisco J. Iriarte, presidente de Coapema.
C. I.

Aragón es una de las Comunidades Autónomas más envejecidas de España. Actualmente cuenta con más de 1.300.000 habitantes, de los cuales 280.000 son mayores de 65 años. Aproximadamente, un 20% supera los 85 años, sin embargo, uno de los datos más llamativos que ha publicado el proyecto ‘Salud, Soledad y Mayores’, enmarcado en el Plan de Salud de Aragón, es que en torno a 34.000 de estos últimos viven solos.

Por eso, este proyecto propone convertir a estas personas mayores en ‘Yayis sanos’. ¿Cómo? Sobre todo entendiendo la vejez como una etapa activa, de desarrollo y de madurez, siendo capaces de aprovechar la experiencia de nuestros mayores o apostando por el envejecimiento activo, entre otras estrategias.

“Más allá que la atención a la enfermedad, lo que tenemos que hacer es prevenirla”, señalaba Pilar Ventura, consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, durante la presentación del proyecto. “La soledad afecta no solo a nivel emocional sino también de manera física, por eso desde las instituciones tenemos que ser capaces de coordinarnos en diferentes ámbitos, como educación, vivienda o urbanismo, para tratar de crear una sociedad más saludable”, añadía.

Uno de los objetivos era abordar el drama de la soledad no deseada. Y es que no es lo mismo estar solo que sentirse solo pues se trata de una realidad no elegida. A día de hoy, en España esgrime una de las esperanzas de vida más largas del mundo -86 en el caso de ellas y 80 en los hombres- por lo que se considera imprescindible sensibilizar a la población sobre las necesidades de este colectivo. Y para ello, hay que conocerlo mejor. Según los últimos datos del Gobierno de Aragón, el 57% de los mayores de 65 años aragoneses son mujeres, frente a un 43% de hombres.

Pero, ¿cómo son?, ¿cómo viven y cómo se relacionan? La realidad es que en un contexto social de cambio, donde la comunicación personal y las relaciones sociales se debilitan frente al auge de las nuevas tecnologías, este sector de la población se encuentra, en ocasiones, aislado. “Las personas mayores nos acordamos con tristeza del pasado, vivimos un momento presente difícil y miramos al futuro con miedo; pero eso no quiere decir que nos vayamos a rendir”, explica Francisco Javier Iriarte, presidente del Consejo Aragonés de Personas Mayores (COAPEMA).

Iriarte, quien ha sido médico toda su vida hasta su jubilación, representa a las personas mayores de Aragón, un colectivo muy numeroso y activo que “ha de enfrentarse a numerosos retos cada día y que lo único que espera es que las sociedades venideras no lo tengan que sufrir”. Uno de ellos, sin duda, es la soledad no deseada. Eso sí, “la alternativa es muy mala, es peor no vivirlos”, bromea.

Desde Coapema calculan que al año 50.000 personas quedan en situación de soledad en España, en un momento de vulnerabilidad máxima y en el que muchos han perdido a la mayoría de sus seres queridos. “Nuestra vida ha sido así, fuimos analfabetos por la guerra, que impidió que muchos fuésemos a la escuela; y volvimos a serlo con la llegada de la era digital y las nuevas tecnologías”, añade. Al tiempo que critica que se extiendan según qué prácticas como la entrega obligatoria de documentos por internet o la imposibilidad de retirar dinero en el banco a través de la ventanilla. “Es una manera de hacernos a un lado, de volvernos vulnerables e inseguros”, explica.

Las consecuencias de las soledad

En su opinión, la soledad no es una epidemia –ya que esta tiene una duración en el tiempo-, más bien se trata de una pandemia: “No tiene tiempo ni espacio y se está expandiendo a todo el mundo. Se trata de un problema social y de salud pública”. Ansiedad, depresión, deterior cognitivo, aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares… las consecuencias de esta realidad son de lo más variadas.

Jesús Zueras, vecino de Pomar de Cinca, de 92 años.
Jesús Zueras, vecino de Pomar de Cinca, de 92 años.
C.I.

Por eso, otra de las grandes líneas que propone este proyecto es darle la vuelta al hecho de hacerse mayor y cumplir años. Y, para ello, qué mejor que contar con algunos ejemplos aragoneses de envejecimiento positivo como el de Jesús Zueras, vecino de Pomar de Cinca de 92 años, que asegura que, a pesar de las dificultades, ha tenido una vida feliz. “Desde que nacieron, mi vida han sido mis hijos. Me han dado muchas satisfacciones. Los nietos son una bendición de dios. Tengo más miedo de que les pase algo a ellos o a mi mujer que a mí”, asegura.

Tomás Irigoyen, vecino de Ateca, de 83 años.
Tomás Irigoyen, vecino de Ateca, de 83 años.
C.I.

Otro de los testimonios del proyecto es el de Tomás Irigoyen, vecino de Ateca de 83 años pero que ha vivido toda su vida en el barrio de las Delicias. “Me dio un ictus en el año 2000 y perdí movilidad y algunos sentidos. Mi mujer tiene alzhéimer desde hace siete años y está en el tercer grado”, explica. Su vida no es fácil, pero asegura que una de las claves de la vida reside en “quererse mucho a uno mismo y a los tuyos”. “Si tienes para vivir, eres feliz con tu pareja y tienes unos hijos maravillosos… para qué quieres más. Esperas la muerte con tranquilidad”, concluye. 

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