Todo un año para dedicar a la sanidad vegetal

Las plantas constituyen el 80% de los alimentos que comemos. Producen el 98% del oxígeno que respiramos. Pero cada año, el 40% de los cultivos alimentarios de todo el mundo se pierden por plagas y enfermedades de las plantas. Por supuesto que esta circunstancia produce un enorme quebranto económico-más de 220.000 millones de dólares en todo el mundo–, pero sobre todo y, lo que es peor, hace que millones de personas padezcan hambre y perjudica gravemente a la agricultura, principal fuente de ingresos de las comunidades rurales pobres.

El cambio climático –y las actividades humanas– no ayuda, porque está alterando los ecosistemas y mermando la biodiversidad. De hecho, existen numerosos estudios que certifican que la sequía y los fenómenos climáticos propiciarán el incremento de los insectos vectores que provocan las enfermedades vegetales e incluso advierten que «no solo habrá una mayor población de insectos sino que estos estarán mucho más hambrientos». A ello se suma que el comercio internacional y los viajes se han triplicado en la última década, haciendo mucho más fácil la propagación de las enfermedades vegetales por todo el mundo y dañando especialmente a las plantas autóctonas.

Todos estos datos y circunstancias son los que han llevado a Naciones Unidas a declarar 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal, con el objetivo de concienciar al mundo sobre cómo la protección de la salud de las plantas puede ayudar a erradicar el hambre, reducir la pobreza, proteger el medioambiente e impulsar el desarrollo económico. "Al igual que en el caso de la sanidad humana o animal, también en el ámbito fitosanitario más vale prevenir que curar", ha señalado el director general de la FAO, QU Dongyu.

La ONU quiere que la declaración del Año Internacional de la Sanidad Vegetal sirva para remover conciencias y que los productores, los gobiernos y la sociedad en general entiendan la importancia de unas plantas sanas para lograr los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030.

Para ello, se trabajará para que los agricultores adopten el uso de métodos respetuosos con el medioambiente, como el manejo integrado de plagas. Pero también se insistirá para que los gobiernos, los legisladores y los encargados de formular políticas inviertan más en investigación y divulgación así como en prácticas y tecnologías innovadoras. Pero también para que empoderen a las organizaciones de protección fitosanitaria y les proporcionen recursos humanos y financieros adecuados.

Aragón tiene red

Aragón conoce ya bien la importancia de la sanidad vegetal. Prueba de ello es que, desde el año 2016, Cooperativas agroalimentarias, las agrupaciones de tratamientos integrados en agricultura (Atrias), la asociación para la promoción de la gestión integrada de plagas (Aprogip), el Centro de Innovación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) y el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal (CSCV) –ambos dependientes del Gobierno de Aragón– han tejido una sólida red que mantiene a raya las amenazas sanitarias en los principales cultivos de la Comunidad: herbáceos, olivar, vid, frutales y hortícolas. Es la Red de Vigilancia Fitosanitaria en Aragón, también conocida como Redfara, y se trata de una perfecta combinación público-privada pionera en España.