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¿Qué fortuna corrieron los miles de emigrantes aragoneses en Brasil?

Durante el siglo XX miles de aragoneses dejaron su cuna en busca de una vida nueva en Brasil. Algunos regresaron, otros residen allí, pero miran con cariño sus raíces.

Aragoneses en Brasil en la década de los años 50.
Aragoneses en Brasil en la década de los años 50.
Colección familia Gimeno

El numerito de 'Los Maños' fue una de las estrellas en la fiesta de paso de ecuador celebrada a bordo del Cabo de Hornos, en 1953. Una embarcación que cubría la ruta marítima entre Barcelona y Sao Paulo y, al parecer, habitual entre los emigrantes españoles. Esos pasajeros escucharon jotas de las voces de Pedro Luis Anés y de Encarnación Gimeno, es decir, 'Los Maños'. No eran cantantes profesionales, sino emigrantes aragoneses que se embarcaron "en busca de un futuro mejor", tal y como recuerdan sus hijas Nely y Gloria. Entonces tenían cuatro años y siete meses, respectivamente, y también subieron a aquel barco junto a su hermana Tete, de dos años.

Esta familia es una de los miles de aragoneses que emigraron a Brasil durante el siglo XX. El tercer destino latinoamericano más elegido en Aragón, por detrás de Argentina y Cuba. Una corriente migratoria que se confirma con las tarjetas de inmigrantes del Archivo Nacional de Río de Janeiro que se pueden consultar en internet. Se muestran algunos datos personales, como el nombre y apellidos, el lugar de nacimiento o la dirección de residencia antes de partir. También el oficio y una fotografía. En la parte posterior se descubre la huella dactilar e información de la embarcación en la que viajaron.

La mayoría de esos barcos salieron desde Barcelona. Los aragoneses embarcaron en el Cabo de la Buena Esperanza, Bretagne, Florida, Cabo de San Roque, Cabo Federico o Giulio Cesare, entre otros. El itinerario no era directo, sino que hacían paradas en otros puertos. "Hicimos escala en Dakar y mi madre no quiso bajar del barco porque entre los pasajeros había miedo de que pudieran raptarnos", apuntan las hermanas Anés, que conocen más del viaje por lo que les han contado que por lo que recuerdan. Tras casi un mes de trayecto atracaban en su destino.

Por lo general, cuando llegaban a Brasil se intentaban relacionar con otros paisanos, ya que la comunidad de españoles era amplia, al igual que la de aragoneses. Según los datos que se rescatan de las tarjetas migración, entre 1915 y 1968 se pudieron superar las 7.000 salidas desde Aragón, aunque solo se conoce el origen concreto de más de 3.000 de ellos. Se tiene constancia que emigraron 1.113 vecinos de la capital aragonesa, 101 residentes en la ciudad de Huesca, de Teruel capital partieron 81 personas, 70 de Borja y 60 bilbilitanos dejaron su Calatayud natal.

"Cuando nos juntábamos terminaban todos llorando, añorando a su España querida"

Muchos de ellos encontraron en otros paisanos un punto de apoyo. Después del trabajo quedaban en los bares o en las casas para jugar al dominó y también tenían un equipo de fútbol. "Cuando nos juntábamos terminaban todos llorando, añorando a su España querida, en especial en Navidad. No faltaban las jotas, que ponían los pelos de punta", recuerdan las hermanas Anés y Miguel Royo, su primo y también hijo de inmigrantes. Sus padres emigraron en 1951 y él nació en Brasil, sin embargo, se trasladó a Zaragoza donde reside actualmente.

Los primos Gimeno recordando momentos en Brasil.
Los primos Gimeno recordando momentos en Brasil.
Heraldo.es

Con un par de álbumes sobre la mesa rememoran su infancia por las calles del barrio de Itaim de Sao Paulo. En esas fotografías también aparece Antonio Escartín, quien dejó su hogar, en la avenida de Montañana, para comenzar una nueva vida en Brasil. Era una práctica común que primero viajara el padre de familia y después el resto de los miembros. Este es un caso de ellos. Al año se trasladó su esposa, María Jesús Herrera, con sus hijos. La familia aumentó al otro lado del charco, Estela, por ejemplo, nació allí. "Aquí nunca hemos tenido familiares cerca porque mis dos padres eran españoles. Tener contacto con ellos siempre es un placer porque es como volver a las raíces", confiesa. De hecho, sus hijos han estudiado en colegios de impronta española. Su padre, Antonio, en la actualidad tiene 99 años y, a pesar de los deslices de memoria, desde Brasil sigue recordando a sus hermanos y los lugares de Zaragoza que solía frecuentar. "Esa es la Pilar, mi hermanica la Pilar. Así era cuando me vine", dice emocionado cuando se le muestra una retrato de su hermana a través de videoconferencia.

Esta es una de las familias que decidieron quedarse en Brasil. Como Lázaro Antonio Parellada, natural de Zaragoza que ahora es un profesor de universidad jubilado. O Pilar Montull, una oscense de 88 años que reside en Curitiba desde los años 50. Ambos mantienen un vínculo con su cuna gracias a la Asociación de los Amigos de Aragón de Curitiba.

Pilar, Joaquín, Celia, Pedro, Encarnación, Antonio o María Jesús decidieron emigrar en la década de los 50, cuando más se incrementó ese flujo migratorio de aragoneses, en especial entre 1952 y 1955.

Las promociones que se publicaban animaban a los aragoneses a emprender la aventura. En recortes de periódicos y ediciones que se conservan en hemerotecas se pueden leer anuncios de "pasajes gratis" con destino a Brasil. Vicente Pinilla Navarroy Eloy Fernández Clemente relatan en el libro 'Los aragoneses en América. Siglos XIX y XX' que se anunciaba "por la Transatlántica Española (con agencia en Zaragoza y en algunas cabeceras de comarca)". "La vitalidad y sólida riqueza del Brasil, la fertilidad de su suelo, su clima excelente y la acogida cariñosa" eran los atractivos del país que servían de reclamo, según referencia dicho libro.

Algunas historias de los emigrantes que salieron de Aragón con destino Brasil

Familia Hernández Salvador

Manuel y Ramona, vasco y canaria, decidieron dejar su vida en la capital aragonesa para emprender una aventura con destino Brasil. Salieron de España con dos hijos y en Sao Paulo tuvieron tres más, entre ellos Gregorio Aparecido, en referencia a Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, patrona de Brasil que se festeja el 12 de octubre, al igual que la Virgen del Pilar. Pasados 16 años regresaron de nuevo a Zaragoza con una experiencia en la mochila y algunos recuerdos de infancia. "Me viene a la memoria que vivíamos de forma muy humilde, jugábamos en la calle de tierra y en una ocasión me regalaron una bicicleta. Además teníamos perros y gatos como mascotas", rememora. Cuando ya era adulto quiso conocer su cuna. "Volví al barrio y cuando entré por mi antigua calle la gente me llamaba 'Manolo', ya que me parezco mucho a mi padre. Fue muy bonito", relata emocionado Gregorio. "Mi madre siempre dice que nos trataron estupendamente, que solo tiene palabras de agradecimiento", sostiene Hernández.

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Supermercados Tauste

En Marília, un municipio brasileño, existe una cadena de supermercados bajo el nombre 'Tauste'. "Inaugurado el 24 de octubre de 1991, su nombre es un homenaje a los abuelos y bisabuelos de los fundadores, inmigrantes españoles que llegaron a Brasil en 1903 desde la ciudad de Tauste, en España", referencia en la página web de esta empresa, que en la actualidad cuenta con siete tiendas repartidas por todo el municipio.

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Familia Escartín Herrera

Aunque en la tarjeta de inmigrante aparecía como agricultor, este vecino del barrio de Montañana de la capital aragonesa trabajaba en una lechería. "Mi padre siempre contaba que vino a Brasil en el Cabo de Hornos", manifiestan sus hijas. Más tarde viajaron su esposa y dos de sus hijos.

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Familia Royo Gimeno

En 1951 viajaron a Uruguay, Argentina y Bolivia. Finalmente recayeron en Brasil, en concreto en Sao Paulo. Allí nacieron sus tres hijos y recibieron a la hermana de ella y a su esposo, Pedro Luis y Celia. Con el paso de los años decidieron regresar a su Zaragoza natal, pero no definitivamente. Volvieron a Brasil, donde se quedó viviendo uno de sus hijos.

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Familia Anés Gimeno

Animados por sus cuñados, Pedro Luis y Celia emprendieron viaje a Brasil con tres hijas: Nely de cuatro años, Tete de dos años y Gloria de siete meses. "Mi madre decía que si se lo hubieran pensado igual no hubieran ido", dicen las hermanas. Allí vivieron cerca de sus primos, hecho que fue un apoyo para ambas familias. Hicieron amistad con otros españoles, pero decidieron regresar a principios de los 60. "Mi prima Mercedes conserva cartas que le escribía mi padre donde decía que íbamos a volver a España antes de que empezáramos a festejar", recuerdan las Anés. El 1 de noviembre de 1963 desembarcaron en Barcelona de regreso. "Menudo disgusto, qué frío, qué oscura era Barcelona, qué lloros", enumera Gloria. En la familia de los Anés Gimeno Brasil está muy presente, tanto que cantan el ‘cumpleaños feliz’ en español y en portugués, y la foto de perfil del grupo de WhastApp de las hermanas es su casa del barrio de Itaim.

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Rigoberto Pueyo Gracia.

Cuando partió hacia Brasil, el 30 de diciembre de 1949, estaba a punto de cumplir los 21 años. Residía en el barrio de Torrero de la capital aragonesa, su lugar natal. Atrás dejó el número 33 de la calle de Venecia para embarcarse en el Cabo de Hornos. En dos ocasiones más cruzó las fronteras brasileñas como inmigrante. Las siguientes fueron en 1954 y en 1956. Al parecer, desempeñó el cargó de cónsul de España en Cochabamba (Bolivia), según noticias publicadas en periódicos de tirada nacional, y tal y como se puede leer en varias hemerotecas. Según fuentes documentales, falleció hace unos años.

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Maña en la alta costura y en la construcción de Brasilia

En las tarjetas de migrantes del Archivo Nacional de Río de Janeiro se puede leer el oficio de los aragoneses. Religiosos, agricultores, cantantes de ópera, mecánicos o fotógrafos eran las ocupaciones de algunos de ellos. En alguna ocasión el trabajo que desempeñaban en España poco tuvo que ver con su cometido en Brasil. Sin embargo, la mayoría se dedicaba a la construcción. Dedicados a la albañilería o a la decoración, como Joaquín Royo. "Trabajó en varias ciudades y también en Brasilia, como tantos otros aragoneses", cuenta su hijo Miguel. Una ciudad que estaba en los años 50 estaba en plena construcción. La industria también era un sector con mano de obra aragonesa: "Mi padre trabajaba en una fundición”, indica Gregorio Hernández, otro brasileño hijo de emigrantes que salieron de Zaragoza rumbo a Latinoamérica. En cambio, muchas mujeres se dedicaron al corte y confección. "En Brasil mi madre trabajó para una casa de alta costura de propietarios judíos -cuentan las hermanas Anés- y, aunque cosía en nuestra casa, tenía que ir a las pasarelas para vestir a las modelos".

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