Tercer Milenio

En colaboración con ITA

investigación

Un armario de cocina zaragozano capaz de detectar pérdidas de memoria

Mediante unos sensores que contabilizan las veces y la forma en que se abre la puerta del mueble se puede registrar desde pequeños olvidos a la evolución de un Alzhéimer.

Raquel Lacuesta y Franks González-Landero, ingenieros informáticos de la Universidad de Zaragoza.
Raquel Lacuesta y Franks González-Landero, ingenieros informáticos de la Universidad de Zaragoza.
Heraldo.es

Raquel Lacuesta y Franks González-Landero, ingenieros informáticos de la Universidad de Zaragoza, han dado un paso más a la hora exprimir las posibilidades el Internet de las cosas, es decir, la interconexión digital de los objetos cotidianos, muchos presentes en todos los hogares.

Así, han desarrollado y evaluado un estudio internacional, liderado por la Universidad Complutense de Madrid, mediante el que se pueden registrar pequeñas lagunas de memoria en el día a día que, en ciertos casos, pueden ser la voz de alarma de una enfermedad como el Alzhéimer. Según la Sociedad Española de Neurología, cada año se diagnostican más de 40.000 casos esta enfermedad. Sin embargo, muchos pasan desapercibidos porque no se presta atención a síntomas como el de ir a buscar algo al armario y no recordar qué era.

Este nuevo ingenio sale al paso de esta situación. "Se trata de un mecanismo de sensores magnéticos que se puede poner en cualquier armario y que detecta las veces que se abre y se cierra la puerta", explica Raquel Lacuesta. "Esos datos van un ordenador, una placa de procesamiento (Raspberri Pi 3B), y posteriormente se extrapolan".

“La base para medir la memoria consiste en localizar el hecho de que el usuario abre las puertas de manera muy seguida una detrás de otra porque no encuentra lo que busca. El armario mide el porcentaje de veces que le ocurre esto al usuario y así estima su capacidad de memoria", añade Iván García-Magariño, investigador del departamento de Ingeniería del Software e Inteligencia Artificial de la UCM.

Para validar estos dispositivos se realizaron pruebas en 23 sujetos de un rango de edad entre 18 y 60 años, a los que se les pidió recordar dónde estaba situada una veintena de objetos que habían visto previamente en tres compartimentos del armario.

Junto a esta actividad, se llevó a cabo un test de caras y nombres validado internacionalmente. “La correlación entre las medidas de nuestro armario y las medidas del test validado eran estadísticamente significativos. Por tanto, concluimos que nuestro armario era capaz de memoria de acuerdo con los experimentos realizados”, asegura el experto de la UCM.

La idea es comercializar este mecanismo a precio muy asequible y que se pueda colocar en cualquier armario, de manera que pueda ser usado tanto por particulares como por instituciones a la hora de hacer estudios más amplios.

"En un futuro próximo no será necesario que informemos de cómo nos encontramos. La inteligencia que nos rodeará se encargará de analizar nuestro estado físico y anímico". Raquel Lacuesta, ingeniera informática

Tan amplios, como las posibilidades que se abren con estos sensores. "En un futuro próximo no será necesario que informemos de cómo nos encontramos. La inteligencia que nos rodeará se encargará de analizar nuestro estado físico y anímico, para contribuir a mejorar nuestra calidad de vida”, apunta Raquel Lacuesta, que es profesora doctora de la Escuela Universitaria Politécnica de Teruel. "La idea es que con el Internet de las cosas se podrá analizar nuestro comportamiento, la evolución de las personas, no solo de su memoria, mediante análisis controlados, también en tiempo real". La ingeniera habla, incluso, de extrapolar emociones. Así, otra de las aplicaciones de los sensores del armario de cocina tendría que ver con cuestiones nutricionales. No solo qué comemos, lo que escogemos en el armario, sino cuándo y cómo. Por ejemplo, podría detectar atracones ligados al estrés o la ansiedad... Los datos obtenidos por estos sensores, ya sea a través de un armario, de aplicaciones móviles o de los textiles inteligentes (los llamados 'wearables') pueden contribuir a detectar enfermedades de forma temprana. De hecho, es en lo que el equipo de Lacuesta está ahora: trabajando en ingenios relacionados con la detección del cáncer o, en forma aún muy inicial, con el seguimiento de los trasplantados hepáticos.

Además de la Universidad de Zaragoza y la Complutense de Madrid, en el desarrollo de este armario participan la Universidad de Harvard, el Hospital General de Massachusetts y la empresa aragonesa Edison Desarrollos.

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