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El círculo se estrecha

Nacho Escartín cumple dos años al frente de la secretaría de general de Podemos-Aragón. El descalabro electoral se compensa con el aumento de poder orgánico en un partido que renovará su estructura el próximo año

Aragón
Nacho Escartín, secretario general de Podemos-Aragón.
Guillermo Mestre

Dos años son suficientes para consolidar un partido político, o para hundirlo. Pero Podemos no es una formación cualquiera. Nació en la calle, al abrigo del movimiento del 15-M, y ha envejecido tan rápido que ya apenas se diferencia de los tradicionales. Es difícil sobrevivir entre familias mal avenidas enfrentadas en círculos asamblearios cuando afloran, además, instintos básicos inherentes a la condición humana como la ambición y la envidia al afrontar el reparto de una sabrosa tarta en la que no hay porciones para todos.

Nacho Escartín conquistó la secretaría general de Podemos Aragón el 5 de octubre de 2017, al imponerse a Erika Sanz, sucesora de Echenique, por 937 votos a 555. Arropado por Violeta Barba, Maru Díaz, Andoni Corrales, Marta de Santos, Marta Prades y Pedro Arrojo, y de la mano de Guillermo Lázaro como secretario de Podemos-Zaragoza, intentó "aragonizar" el partido y buscar "sin ambages" alianzas electorales con IU y CHA para las autonómicas de 2019. Querían acabar con los "cordones sanitarios" y con el revanchismo para dotar al partido de más democracia a través de un Consejo Ciudadano Autonómico integrado por 40 personas con ganas de debatir sobre la línea doctrinal del partido. Pero pronto empezaron a surgir piedras en el camino que fueron socavando las bases de la organización.

Unos contratiempos llegaban de fuera, como la polémica que suscitó el ‘casoplón’ que compraron Iglesias y Montero por 600.000 euros en la sierra madrileña, o la que se derivó de las críticas podemistas a las millonarias donaciones de Amancio Ortega a la sanidad pública. Y otros muchos de dentro, por pequeñas traiciones, deslealtades y ambiciones que se hacían cada vez más grandes hasta que Podemos Zaragoza estalló. Un polémico viaje a Nueva York, cargado a las cuentas de ZEC, obligó a Guillermo Lázaro a dar un paso al lado. Fue el primer paso hacia el declive.

La configuración de las listas municipales y la disputa del número 1 al alcalde del cambio, Pedro Santisteve (ZEC), derivó en un rosario de dimisiones y Escartín decidió intervenir la gestora, que seguirá controlando hasta las primarias de Zaragoza de 2020.

El descalabro electoral nacional, autonómico y local fue descomunal. En las Cortes, Podemos Equo pasó de 14 escaños y 137.325 votos en 2015, a solo 5 y 53.468 sufragios el 26M, aunque su poder orgánico, al quedar integrado en el cuatripartito, es ahora mayor.

Con más moral que apoyos dentro de Podemos, Escartín siente que está a tope, con ganas de política, y ni siquiera descarta optar a revalidar su cargo en las primarias autonómicas de 2020. Dependerá, en todo caso, del momento en el que se encuentre su proyecto vital. 

Sin llegar a 'El Estado soy yo' de Luis XIV de Francia, el ‘Rey Sol’, Escartín se ve como el referente político de Podemos Aragón, aunque ha sido generoso a la hora de repartir juego o, lo que es lo mismo, sillones en las instituciones. Resta importancia a que es el único secretario general del cuatripartito (PSOE, PAR, Podemos-Equo y CHA) que está fuera del Ejecutivo. Si en su formación hubiera recaído Agricultura y Medio Ambiente en lugar de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, le gusta pensar que la situación sería distinta.

Pero tras una negociación cuestionada, que solo prosperó cuando Francis Gil, el negociador podemista que vino de Castilla La Mancha, desapareció, desembarcaron en el edificio Pignatelli Maru Díaz, Iván Andrés, al que algunos ven como el "fontanero" del partido, Andoni Corrales, Marta de Santos y Diego Bayona, para ocupar altos cargos que, si la legislatura va bien, garantizan su futuro al menos durante los cuatro próximos años. Mientras ellos gestionan, Escartín, con dos afines, Marta Prades y Raúl Gay, y dos críticos, Erika Sanz e Itxaso Cabrera, se centrará en legislar.

Desde fuera del partido se ve una cierta bicefalia entre Díaz y Escartín, que la cúpula aragonesa del partido niega. Al final, las "decisiones gordas" requieren, dicen, del plácet del secretario general que, en asuntos espinosos como el nombramiento del supuesto independentista catalán Bruno Pérez como director general, se lava las manos. Como también se desvincula de la decisión de que exdiputados en las Cortes víctimas de la debacle electoral del 26-M ocupen altos cargos después de haber negociado la inclusión de Podemos Equo en el cuatripartito.

El reparto orgánico ha dado munición a los críticos, que denuncian que se cruzan "líneas éticas" y se preguntan dónde queda aquello de "un militante, un cargo". Los mismos críticos que hicieron campaña por Pedro Santisteve, que envolvió a Pablo Iglesias en un abrazo envenenado en el mitin en la Multiusos que puso el punto y final a la integración del partido en ZEC.

Los podemistas aragoneses se enfrentan ahora, con inquietud, a la repetición electoral. Errejón desembarca con Más País en Zaragoza, de la mano de CHA, y puede arrebatar su escaño a Pablo Echenique, un candidato al que no respaldó Escartín, que mantiene una cordialidad mínima con Madrid. No gustó en la estatal la adhesión del zaragozano a la Declaración de Toledo, que pedía unidad con los errejonistas. Ni su falta de implicación en en 28-A, aunque hay quien cree que ayudó a rebajar la crispación.

En Madrid apelan a la "autonomía regional" a la hora de explicar que los podemistas se han integrado en un cuatripartito con el PAR. Sí agradecen que la dirección regional, afín a Errejón, se haya mantenido fiel a Iglesias. Al menos por ahora. Porque la vida da muchas vueltas y el devenir político, con asambleas políticas clave el próximo año, estrechará más el círculo de Escartín que, según parece, cada vez está más solo.  

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