Los embalses terminan el año hidrológico con Yesa y Mediano bajo mínimos

Los regantes auguran un final de 2019 complicado tras un ejercicio irregular y con pocas lluvias.

El embalse de Mediano, La Tranquera y el pantano de Cueva Foradada
El embalse de Mediano, La Tranquera y el pantano de Cueva Foradada
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Los embalses de la cuenca del Ebro terminan el año hidrológico, periodo comprendido entre el 1 de octubre y el 30 de septiembre, con Yesa y Mediano bajo mínimos. Los pantanos no pasan del 48% de su capacidad, y aunque se han atendido las necesidades de los regantes y no se han registrado problemas de abastecimiento, los datos distan mucho de ser los mejores. Se sitúan, de hecho, muy cerca del mínimo de los últimos cinco años -los 3.432 hectómetros cúbicos (45%) de 2017- y a 17 puntos de la marca de 2018.

Sorprende sobre todo la sequía prolongada que registran varias cuencas pirenaicas y los porcentajes de la margen derecha. Esta zona, tradicionalmente afectada por una sequía coyuntural, anota cifras esperanzadoras en su vertiente aragonesa, donde las reservas auguran un buen inicio de campaña. No ocurre lo mismo en la parte riojana, con dos sistemas de riego en alerta.

Los consumos agrícolas, las altas temperaturas de este verano y la escasez de aportaciones han hecho que los últimos meses hayan sido especialmente delicados. Riegos del Alto Aragón estuvo a punto de fijar restricciones en agosto, pero las tormentas de finales de mes salvaron la campaña sobre la bocina. También hubo municipios como Calatayud que urgieron a sus vecinos a hacer un consumo responsable.

El punto de partida, explica Ramón Lúquez, jefe de explotación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), estaba bastante alejado de los valores que se consideran "óptimos" en la margen izquierda. Destaca el caso de Yesa, que arrastraba un déficit de más de 100 hectómetros cúbicos. Esto llevó a la Confederación a instar a los agricultores a planificar cultivos que necesitasen menos agua antes de empezar la campaña. También se redujo el apoyo de este embalse al eje del Ebro, tarea que recayó en el de Itoiz.

Las cifras hablan por sí solas. Yesa no ha pasado esta semana del 22% de su capacidad y Mediano se sitúa en torno al 19%. Ambos están muy por debajo de los valores de 2018 y de la media de los últimos cinco años. El primero almacenaba hace un año 177 hectómetros cúbicos frente a los 99 actuales y Mediano llevaba hace 12 meses 269, un dato que nada tiene que ver con los 82 de ahora.

El de Vadiello, del que se abastece la ciudad de Huesca, ha perdido un 9,17% en el último mes, y actualmente almacena 6,2 hectómetros cúbicos, cifra que equivale al 40% de su capacidad.

En La Tranquera, en la provincia de Zaragoza, ocurre lo contrario. El embalse sigue al 51%, por encima de los niveles de hace un año y de los últimos cinco. Otro caso similar es el de Cueva Foradada, en Teruel. Rebasa el 88% de su capacidad cuando hace 12 meses no llegaba al 26,8%, unos niveles bastante aceptables de cara a la próxima campaña.

La Federación de Regantes del Ebro reconoce que el año hidrológico que ya termina ha sido especialmente irregular. "Comenzó con muy pocas aportaciones. Tuvimos que establecer cupos, pero al final se ha conseguido regar a demanda", recuerda su presidente, César Trillo. Aunque el año, sobre todo tras lo ocurrido en ejercicios como 2017, marcados por una fuerte sequía, se podría calificar de "bueno", los principales embalses terminan "prácticamente a cero".

Incertidumbre de cara a 2020

Las lluvias que se produzcan de aquí a principios de año y la nieve que caiga en el Pirineo serán "claves" para garantizar el éxito de la próxima campaña. Se da por hecho, no obstante, que el inicio será complicado. "Tiene que llover muchísimo para pensar en que se podrá regar a demanda. Cuando los embalses se quedan tan vacíos, las precipitaciones tienen que estar por encima de la media para recuperar", razona.

Trillo achaca esta situación al "ciclo seco" que se vive tanto en Aragón como a nivel nacional y admite una influencia "evidente" del cambio climático. "El tiempo se comporta de otra manera. Las temperaturas son más altas y las sequías, más prolongadas. Además, cuando llueve, llueve mucho o en demasía", afirma.

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