Heraldo del Campo

Gente de la tierra

De Mediana a Nueva Zelanda esquilando ovejas merinas

Luis Sorrosal, que junto a sus hermanos cuenta con 200 cabezas de ganado cuya lana comercializan a nivel mundial, recorre el globo con su profesión.

Luis Sorrosal y sus ovejas merinas, muy apreciadas por la calidad de su lana.
Luis Sorrosal y sus ovejas merinas, muy apreciadas por la calidad de su lana.
L. S.

Desde que comenzase a esquilar sus primeras ovejas antes de cumplir la mayoría de edad, el zaragozano Luis Sorrosal, hoy con 41 años y natural de Mediana de Aragón, ha recorrido el mundo ejerciendo su profesión. "Nueva Zelanda, Australia, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Escocia...·, enumera Sorrosal entre los principales destinos a los que acude cada año.

"Al viajar al hemisferio sur, en el que es invierno cuando aquí estamos en verano, puedo pasar todo el año trabajando, recorriendo el circuito del esquileo", señala Sorrosal. Sobre su inicio en esta actividad, que comenzó a desarrollar en la provincia de Zaragoza, el ganadero recuerda: "Como en todos los empleos, vas conociendo a gente y te vas metiendo. Un compañero escocés me abrió muchas puertas".

"No hay mucha gente que se dedique a esto. A pesar de lo bonito que suena pasar tanto tiempo viajando, limita mucho familiarmente. Casarse y tener hijos en esta situación es prácticamente inviable", subraya Sorrosal como el principal inconveniente de su profesión.

En 2014, los cuatro hermanos decidieron recuperar la explotación ganadera que su padre dejó huérfana al fallecer cuatro años antes. "Fue idea de mi hermana lo de volver a tener algunas ovejas. Por entonces, a mí no se me había ni pasado por la mente. Dije que sí, pero a condición de que se tratara de merinas", explica. "Fue un capricho. Quería trasladar lo que había visto fuera, principalmente en Nueva Zelanda, a Zaragoza". Y así lo hicieron.

En la actualidad, y tras empezar con 12 ejemplares españoles traídos desde León, que se ampliaron con cabezas neozelandesas, los hermanos cuentan con 200 ovejas en la finca El Campillo, ubicada en su Mediana de Aragón natal.

Gracias a la calidad de la lana, "fina, confortable, de fácil manejo a la hora de hilar y una de las cinco mejores de Europa", el apellido Sorrosal ha cruzado las fronteras de Canadá y Japón gracias a Ester Chamorro y Javier Benito, fundadores de Dlana, una iniciativa sostenible que comercializa productos de lana merina. "Al principio solo tenía la lana de 20 animales, unos 40 o 50 kilos trillados, y estuve indagando sobre profesionales del sector y, cuando ya había optado por tirarla, encontré a Dlana en internet", cuenta Sorrosal. "Ellos también habían oído hablar de mí y, poco a poco, hemos ido avanzando juntos, casi a la vez. Hasta ahora estamos contentos2.

Sobre la importancia de sus hermanos en este proyecto familiar, Sorrosal destaca: "Sin ellos, yo no podría tener las ovejas".

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