ENTREVISTA

Manuel Murciano: "No me obsesiona la política, sino que haya vida en mi pueblo"

Manuel Murciano Vicente (Teruel, 1940) es el alcalde más veterano de Aragón. Gobierna Moscardón desde
las elecciones de 1979.

Manuel Murciano, en el balcón del Ayuntamiento.
Manuel Murciano, en el balcón del Ayuntamiento.
Jorge Escudero

Manuel Murciano Vicente (PAR) es el alcalde más veterano de Aragón. Este sábado volvió a tomar el bastón de mando del municipio de Moscardón. Undécima legislatura al frente del concejo turolense. Único primer edil en Aragón en el poder desde las primeras elecciones municipales en plena Transición, en 1979.

Como subraya la introducción, usted constituye un caso único en Aragón.

Sabía que había otros alcaldes desde 1979. Si le digo la verdad, tampoco le doy mucha importancia al hecho.

Concretamente, Antonio Catalán (PSOE, Alforque), Ángel Gracia (PP, Banastás), Esmeraldo Marzo (PAR, Mainar), Gregorio Benedí (PP, Plasencia de Jalón) y usted. Y solo queda usted...

No los conozco personalmente. He de decirle, ante todo, que no me obsesiona la política, sino que haya vida en mi pueblo. Y, afortunadamente, hay vida, hay futuro.

Acaba de tomar posesión de su cargo por undécima vez.

Ha sido un acto muy sencillo –en el mediodía de ayer sábado–, como lo es todo en Moscardón. Somos un municipio próximo a Albarracín, a 60 kilómetros de Teruel. Hay censados 53 vecinos. Eso sí, además de sencillo, ha sido emotivo. Ha venido la secretaria, se ha formado la mesa y he sido nombrado alcalde. Habría alrededor de una docena de personas en el Ayuntamiento.

¿Ha jurado o prometido?

He prometido.

Habrá dicho unas palabras a los presentes...

Por supuesto. Les he agradecido a todos su presencia. También le he agradecido el apoyo a mi familia, a mi mujer y a mis hijas. Probablemente, será mi última toma de posesión. Creo que no me presentaré más.

Desde luego, 40 años representa un tiempo estimable... En las horas anteriores a la constitución de los ayuntamientos se pueden dar pactos de todo pelaje. ¿Temía que algún movimiento que le sacara de la alcaldía?

Eso es imposible en Moscardón. Al ser un municipio de menos de 100 habitantes, solo hay un concejal, que en este caso soy yo. Es concejo abierto. El único concejal es alcalde directamente.

Así ha evitado las cavilaciones vividas en los ayuntamientos de las capitales aragonesas...

Ganamos las elecciones por mayoría absoluta. Mi partido, el PAR, obtuvo 27 votos sobre 39 posibles. Al PP le votaron 10. Y el PSOE no sacó ninguno.

¿Ninguno? ¿No se votó a sí mismo ni el candidato que se presentaba?

Así fue. No lo conocía nadie en el pueblo. Son los llamados ‘cuneros’, candidatos que presenta un partido aunque no estén en el pueblo.

¿La mayoría absoluta le produce vértigo o un inmenso placer?

La cuestión es mucho más simple. Cuando fui nombrado alcalde por primera vez, en 1979, fue porque me lo propusieron. Había muy poca gente joven en Moscardón. Todo el mundo emigró en los años 60 y 70. Yo me marché a trabajar a Francia con 16 años. Allí conocí a mi mujer, Françoise. En 1970, el pueblo estaba casi vacío cuando regresé.

Eso es ir contra corriente.

No había agua en las casas, la luz se iba casi siempre y volvía cuando quería. Monté la primera explotación cunícola de Teruel a nivel industrial. Las únicas niñas en edad escolar del pueblo eran mis dos hijas, que tuvieron que ir a estudiar a Teruel.

Han luchado mucho en Moscardón, mucho...

Fui diputado provincial en tres legislaturas. Se mejoraron las infraestructuras. Vinieron siete u ocho parejas al pueblo. Hoy se escuchan por las calles una docena de niños que estudian en Albarracín. Además, se montaron dos hoteles y un restaurante. Yo cerré la explotación cunícola cuando me jubilé. Sigo en el cargo de alcalde, aunque mis hijas me dicen que lo deje. Mi gran orgullo es que sigue habiendo vida en mi pueblo, en Moscardón.

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