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Una elección que tiene precio

Es una iniciativa importada de Francia en la que el consumidor se convierte en el dueño de una marca de leche, con la que además elige cuál será la remuneración que considera justa para el ganadero.

Envase de la marca de consumidor presentada en España, a semejanza de la iniciativa francesa.
COAG

Dice el refrán popular que quien paga, manda. Pero en la cesta de la compra lo que podemos decidir es si adquirimos un producto u otro, si estamos dispuestos a pagar más por la calidad de un alimento o por su origen e incluso si vamos a dar la espalda a aquellas ofertas que no nos garantizan sostenibilidad y salud. Hasta ahí, porque la elección ha de hacerse sobre lo que se oferta. Imagínese, sin embargo, que pudiéramos diseñar el alimento qué queremos. Exigir que proceda de una pequeña o mediana explotación situada a no más de determinados kilómetros de nuestra vivienda. Detallar cuál es la técnica agrícola con la que queremos que se haya producido o con qué tiene que alimentarse el ganado del que procede el alimento. Imagínese que además elegimos el envase e incluso su cierre. Aún más, le ponemos precio, decidiendo cuánto queremos remunerar al agricultor o ganadero y si deseamos que esa cuantía sea solo el precio de coste o queremos reconocer con dinero los intangibles de este sector.

Esta posibilidad podría estar más cerca de lo parece. Al menos para la leche, un producto cotidiano que ha ido perdiendo valor en la cesta de la compra por su continua utilización como producto reclamo. Los bajos precios que (para agrado del consumidor) luce este alimento en los lineales de los supermercados se han ido trasladando hasta el primer eslabón de la cadena llevando a los productores a una situación de ruina porque llevan años cobrando por su producción mucho menos de lo que les cuesta producirla.

Pero esta situación podría cambiar. ‘¿Quien es el jefe?’ es el nombre de la iniciativa que puede hacerlo posible. Es nueva en España y acaba de dar sus primeros pasos. Pero es de sobra conocida en Francia, donde funciona desde 2017 con innegable éxito. Tanto que ya son ocho millones los consumidores que se han adherido. Y más de un millar los ganaderos que no dependen de los caprichos de las grandes multinacionales lácteas, sino que tratan directamente con el consumidor del que reciben un precio justo por su producto, con el que no solo pueden hacer rentable su explotación sino pensar en inversiones para su modernización.

No crean, sin embargo, que esta relación directa con el cliente obliga, como se hacía antaño, a acudir a la vaquería para llenar la lechera directamente en la explotación. Esta leche se vende en Francia en los supermercados, con su propio envase, su propia marca y al precio que ha establecido el consumidor.

Ahora aterriza en España. La ha traído Annaick Locqueneux, que coordinará su desarrollo en el país de la mano de la organización agraria COAG (a la que pertenece la aragonesa UAGA). Con ella, no solo se trata de dar voz y voto al consumidor (que también), sino que el objetivo esencial es, señala Locqueneux, "ayudar a los productores a poder vivir dignamente". Porque ahora, como destacan Andoni García, responsable de Mercados Agrarios de la Comisión Ejecutiva estatal de COAG, y Gaspar Anabitarte, responsable del sector lácteo en dicha organización, "la mayoría de los productores de leche se levantan cada mañana para ordeñar pérdidas".

Esta es la historia de un ganadero francés, de nombre Régis Mainguy, que en muchas ocasiones estuvo a punto de dejar de serlo. La industria láctea que recogía la leche que producen sus vacas le pagaba 28 céntimos por litro, pero para obtener esa misma cantidad él tenía que desembolsar 35 céntimos. Harto de la situación, decidió lanzar su queja en las ondas y su voz sonó en un programa de radio del país vecino criticando a la multinacional francesa Lactalis, el mayor productor de lácteos del mundo, por "condenarle a la ruina" al pagarle la leche a un precio "insuficiente para sobrevivir". Se ganó una denuncia por difamación y se quedó sin comprador, porque Lactalis decidió no volver a adquirir su producción. Pero también alcanzó un protagonismo en los medios de comunicación que logró desencadenar una iniciativa nunca antes conocida en Europa. Y es que la indignación que despertó la situación de Mainguy se canalizó en la puesta en marcha del proyecto ‘C’est qui le Patron?!’ (¿Quién es el jefe?) con el que los ganaderos franceses no solo han dejado en manos de los consumidores el ‘diseño’ de la leche que quieren comprar, sino también el precio que están dispuestos a pagar por ella. El resultado no podría haber sido mejor. Régis Mainguy, que fue uno de los primeros productores en adherirse a esta marca del consumidor, cobra ahora 4 céntimos más por cada litro de su leche, una pequeña ‘fortuna’ que le ha mejorado su presente y su futuro, ya que le está permitiendo invertir y desarrollar de manera más digna su trabajo, como él mismo explica.

Esta es la historia de Régis Mainguy, pero pronto podría ser la de Antonio, María, Luis... o como quiera que se llamen los ganaderos de vacuno de leche españoles. La iniciativa que se puso en marcha en Francia en 2017 acaba de aterrizar en España -coordinada por Annaick Locqueneux con el apoyo de COAG-, donde la situación de muchos de los ganaderos de este sector no dista mucho de la que vivía Mainguy. Lo dicen las cifras que maneja la organización agraria.

En España el litro de leche se paga en origen a un promedio de 32 céntimos de euro (en la Unión Europa la media es de 35), pero los costes de producción se elevan hasta los 35 céntimos por litro. "En poco más de seis años han desaparecido el 30% de explotaciones. Si no revertimos esta tendencia, en 2030 habrán echado el cierre todas las pequeñas y medianas explotaciones de leche", advierte Andoni García, responsable de Mercados Agrarios de COAG, que califica la iniciativa "como una oportunidad para garantizar la supervivencia del sector".

Todavía queda camino por recorrer hasta que esta marca del consumidor esté disponible en los lineales de los supermercados españoles. De momento, se ha realizado su presentación y son ahora los ganaderos y las cadenas de alimentación las que tendrán la última palabra. Los primeros porque deberán mostrar su interés en un proyecto en el que quien manda es el consumidor, y adaptar su producto a dichas exigencias. Los segundos porque tendrán que mostrar su disposición para hacer hueco en sus establecimientos a un alimento al que no pueden variar el precio.

Y, por supuesto, dependerá de los consumidores, aunque en apenas tres semanas más de 5.000 personas han explicado qué leche quieren y cuánto están dispuestos a pagar por ella. Lo han hecho entrando en una página web (lamarcadelosconsumidores.es) y respondiendo a un sencillo cuestionario.

"Oportunidad para sobrevivir"

Mientras todo esto llega, los ganaderos se muestran esperanzados con este proyecto que en Francia ha revolucionado la cadena de valor de la leche, ha propiciado la mejora de más de 1.000 familias productoras, a ella se han adherido ya ocho millones de consumidores y ha impulsado la venta de 20 millones de litros anuales (se vende a 0,99 céntimos el litro).

"Es una oportunidad para garantizar la supervivencia del sector", señala Andoni García, que insiste en que este tipo de consumidor es el que buscan los agricultores y ganaderos. "El proyecto podría replicarse a otros productos como la miel, los huevos...", dice. Francia ya lo hace.

Al responsable del vacuno de leche en la organización agraria UAGA, Carlos Larraz, la iniciativa importada de Francia le parece, sin duda, una gran idea. "Todo lo que sea eliminar intermediarios y poner en contacto directo al productor con el consumidor nos parece muy bien", señala este ganadero.

Otra cosa será como se puede aplicar en las explotaciones de la Comunidad. Porque ahí esta el problema. Este sector lleva años languideciendo. Es cierto que en Aragón cuenta con dos de las explotaciones de mayor tamaño y más modernizadas de España y hasta de Europa, pero en la Comunidad no existe la tradición ganadera ni el peso que el vacuno de leche tiene en otras autonomías, especialmente en la cornisa cantábrica. Sin embargo, en la región llegaron a contabilizarse unas 3.340 explotaciones, que sumaban unas 12.000 cabezas de ganado. Claro que eso fue allá por 1982. En 2015 apenas quedaban 70 explotaciones y la liberalización de las cuotas lácteas terminó por dar la puntilla a un sector, en el que solo sobreviven en Aragón unas 50 vaquerías, de las que muchas ya están pensando en ir echando el cierre. Estas cifras demuestran la escasa dimensión de este sector.

Por eso la sensación que cunde entre los ganaderos aragoneses es que "para muchos, esta marca del consumidor llega tarde", porque "pase lo que pase muchas explotaciones cerrarán", dice Larraz.

Y es que las explotaciones aragonesas llevan soportando años de pérdidas. Los precios apenas logran remontar los 32 céntimos por litro cuando su producción puede situarse entre los 33 y los 35 céntimos. Con esta situación, y ante la escasa rentabilidad, "los ganaderos llevan años sin invertir y abocados al cierre", insiste este ganadero, que reconoce que el panorama no anima a los jóvenes y, por lo tanto, "no hay relevo generacional".

Larraz destaca las bondades de la iniciativa apoyada por COAG y reconoce la importancia de los buenos resultados conseguidos en el país vecino, pero también reconoce que la situación de Francia tiene poco qué ver con la que existe en España. Primero por su dimensión. El sector lácteo es uno de los más importantes del país, con más de más de 70.000 explotaciones lecheras, lo que le convierte en el segundo productor. Su cabaña supera los 3,6 millones de vacas. Pero Larraz destaca que además de su tamaño, cuenta con un sector agrícola "muy comprometido" con sus producciones, además de unos consumidores siempre dispuestos a pagar más si el alimento se ha producido en su propio territorio.

"Puede que en Aragón haya gente a la que no le importe tanto el precio, pero desde luego no es tan numerosa como por ejemplo en Cataluña o el País Vasco", señala el representante del sector lácteo en UAGA. En cualquier caso, Larraz da la bienvenida a esta nueva marca y espera que su éxito se extienda también a otros productos agropecuarios.

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