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Jotas y redobles bajo la lluvia en la plaza del Pilar despiden la Semana Santa

Numeroso público ha seguido los toques de los tambores del Resucitado bajo los paraguas y chubasqueros.

Bajo una fina lluvia y un cielo encapotado amenazante, la Virgen de la Esperanza se ha reencontrado con su hijo, el ya Cristo Resucitado, en la plaza del Pilar de Zaragoza en la última de las procesiones de Semana Santa. Aunque el agua que caía ha restado algo de afluencia de público a esta popular despedida, numerosas personas han disfrutado y celebrado los toques de los tambores de la Real Hermandad de Cristo Resucitado y las jotas del grupo Carisma Aragonés guarecidas con paraguas y chubasqueros. Una vez más, la jota se ha convertido en un rezo con la fuerza de la rondalla y las voces y la precisión del característico sonido del tambor.

Tras estar pendientes de la predicción del tiempo, la Junta de Cofradías decidió salir y completar su procesión por el centro de la capital aragonesa anunciando que Cristo había vencido a la muerte. A las 11.15, las puertas de la Iglesia de Santa Isabel se abrían por última vez esta Pascua par que saliera la Real Hermandad de Cristo Resucitado que tiñó de blanco y celeste los alrededores del templo. Los estandartes iban cubiertos con plásticos por lo que pudiera ocurrir. La aparición del paso de la Virgen de la Esperanza de Jorge Albareda, que data de 1981, era el momento más esperado del inicia del recorrido.

“Cuando podemos y estamos en Zaragoza nos acercamos a ver las procesiones. Este año solo hemos visto la del Santo Entierro y hoy nos apetecía acercarnos a Santa Isabel. Estamos disfrutando porque no hay mucha aglomeración de público y se puede ver muy bien”, decía una zaragozana, Encarna Bailón. En la misma plaza del Justicia, Eliane Micheler y Daniel Dall’Arnése, una pareja francesa procedente de Burdeos, vivía su primera Semana Santa en España. “Venimos en caravana y nuestra primera parada ha sido en Zaragoza. Sabemos que aquí esta es una tradición muy fuerte que se vive con emoción y queremos descubrirla. Durante uno o dos días vamos a ver la ciudad y luego iremos a Madrid y Andalucía”, explicaba Eliane.

Antes del mediodía decenas de personas esperaban en la plaza del Pilar la llegada de la comitiva. La Virgen de la Esperanza esperó durante unos minutos la salida de su hijo, ya Resucitado, de la Basílica del Pilar. Conforme se iban acercando en la bandeja de la plaza, los toques de los tambores y bombos iban subiendo en intensidad para llegar a retumbar cuando las figuras se encuentran frente a frente y se giran para mirar hacia el público.

En cita se encontraba el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, quien felicitó la Pascua a los zaragozanos y a la gente llegada de “otras latitudes”. Además, agradeció el trabajo que realizan las hermandades a lo largo de todo el año para preparar unos actos que calificó de “dignos, solemnes y bellos”. Hizo una especial mención a las obras sociales que muchas de ellas apoyan y llevan a cabo a lo largo del año. “Sois mucho más de lo que ven nuestros ojos”, dijo.

La conjunción de las jotas y los redobles ponían así el brillante broche final. “A causa de la amenaza de lluvia hemos acortado una jota de canto y otra de baile. A los más pequeños de cinco y seis años les hacía mucha ilusión actuar y hemos visto que era posible. Es la primera vez en diez o doce años que ha llovido, aunque muchas veces sí amenazaba”, comentaba Jesús Lozano, uno de los directores del grupo Carisma Aragonés.

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