SAnto Grial

Ruta por los lugares que guardaron el Santo Cáliz en Huesca

San Lorenzo salvó el cáliz de la Última Cena enviándolo a Huesca, según dice la tradición, que detalla los sitios que custodiaron el Santo Grial durante siglos. Proponemos un recorrido por ellos

Monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca.
Monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca.
Christian Peribáñez

El Santo Cáliz permaneció durante siglos custodiado en distintos siglos de la provincia de Huesca, según señala la tradición. Llegó en el año 258 d. C, cuando San Lorenzo recibió de manos del Papa Sixto II la misión de poner a salvo el Cáliz usado por Jesús y los apóstoles en la Última Cena, cuando el pontífice era conducido a la muerte en la persecución a los cristianos desencadenada por el imperio romano. El cáliz había sido llevado a Roma por el propio San Pedro, el apóstol y primer Papa, y San Lorenzo, que cuatro días después moriría martirizado en la parrilla y sería luego el patrón de Huesca, envió la sagrada copa a sus padres, San Orencio y Santa Paciencia, que vivían en Loret, donde ahora se encuentra la ermita de Loreto, muy cerca de la entonces ciudad romana de Osca. Este fue el primer destino del cáliz, conocido también como el Santo Grial. La ermita de Loreto se encuentra a 3 km de la ciudad de Huesca, por lo que se puede acceder desde la capital oscense en un agradable paseo de hora y media (ida y vuelta). Según la tradición, hay que recoger una piedra al inicio del camino y depositarlo en el monasterio, y se cumplirán las plegarias.

La ruta continúa por la ciudad de Huesca, en concreto, por la iglesia de San Pedro el Viejo, a donde es trasladado el Santo Cáliz en el año 533, tras la construcción del templo. La Iglesia fue encargada por el Obispo Orencio, con el fin de guardar la sagrada copa, y es una joya del románico, en la que destacan especialmente la ornamentación de capiteles, portadas y crismones de su claustro y portada. Aquí se pueden consultar los horarios de visita.

En el año 711, el avance musulmán llega hasta la ciudad de Huesca, lo que obliga a huir al norte al obispo, San Acisclo, junto a su sobrina Santa Orosia, llevándose con ellos el Santo Grial. Según la tradición, la copa sagrada se oculta de las tropas sarracenas en la ermita de Yebra de Basa. Inserta en el hueco de una cueva, en una zona de difícil acceso, la ermita se encuentra además tapada durante gran parte del año por una cascada de agua. Yebra de Basa es una bonita población en el Serrablo, que conserva las formas de la arquitectura tradicional como sus tejados coronados por chimeneas troncocónicas con sus singulares espantabrujas, además de múltiples rincones naturales llenos de encanto. Cada 25 de junio, celebra una gran romería en honor a Santa Orosia, una de sus fiestas más conocidas.

El monasterio de San Pedro de Siresa, a 2 km de Hecho, fue la siguiente etapa del periplo vivido por el Santo Grial en Huesca. El que fuera el monasterio románico aragonés más al norte albergó el cáliz del año 815 al 831. Aunque ya solo se conserva la parte de la iglesia, merece la pena una visita, en la que podemos aprovechar para dar un paseo por esta hermosa zona del Valle de Hecho, puerta de entrada a la Selva de Oza.

El dominio musulmán continuaba su avance, y los prelados oscenses se movían por las montañas para proteger el Santo Cáliz de las tropas islámicas. En esa huida se refugiaron en el valle de Borau, una de las zonas más ocultas de los Pirineos, y fue la ermita de San Adrián de Sasabe la siguiente en custodiar el Grial. Este templo fue monasterio y luego iglesia adscrita al priorato de la catedral de Jaca. De origen visigótico, fue el enclave donde se creó la primera diócesis aragonesa, en el año 922. Edificio de gran austeridad y sencillez, consta de una única nave y un ábside semicircular y en su fachada se aprecia con claridad las relaciones entre el románico lombardo y el jaqués.

Recuperamos la pista del Santo Cáliz en el año 1063, en el que llegó a la catedral de Jaca, y en la que permaneció hasta el 1071. Este templo es uno de los más importantes del románico español, y se dice que su construcción se decidió para ser refugio y protección del Grial, por eso se consagró a San Pedro y el rey Ramiro I le hizo donación de trece pueblos, la cifra de comensales de la Última Cena. En un capitel de la lonja pequeña de la catedral puede leerse ‘Sistus’, grabado en la piedra, aludiendo a la historia de la entrega del cáliz a San Lorenzo por el papa Sixto II. Ligado al camino de Santiago, este templo es el punto de origen del estilo ajedrezado jaqués, que después se repetiría en otras iglesias románicas.

La última etapa de la presencia del Santo Grial en Huesca será también la mas larga. El Santo Cáliz llegó al monasterio de San Juan de la Peña en 1076, permaneciendo entre sus muros durante más de tres siglos, hasta el año 1399. Los poemas medievales de Sir Perceval, que dio lugar a la leyenda del rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda, describen en sus versos un monasterio que coincide con los detalles arquitectónicos de San Juan de la Peña. De San Juan de la Peña fue llevado al palacio de la Aljafería de Zaragoza hasta que, finalmente, Alfonso V de Aragón entregó el Grial a Valencia en el siglo XV.

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