El pico Aspe (2.640 m) es para algunos la estrella del valle del Aísa, una cumbre muy visitada, elegida por muchos aficionados al esquí de montaña, que conviene sin embargo mirar con respeto en invierno, por las condiciones de riesgo que añade la nieve. Este fin de semana se vivió un difícil rescate para recuperar a dos montañeros navarros que habían quedado enriscados en la arista de Murciélagos. Un recorrido de escalada muy técnica que “no es conveniente en una ascensión invernal”, afirma David Castillo, director técnico de la Federación Aragonesa de Montañismo.

A la dificultad de la ruta que al parecer se marcaron estos montañeros se sumó el deterioro de las condiciones meteorológicas hacia el final de la jornada, que generaron una situación muy comprometida, tanto para los deportistas, como para el equipo de rescate. La Aemet había avisado de que podía haber un cambio en la meteorología, lo que los deportistas debían haber tenido en cuenta y buscar una actividad alternativa, a juicio de Marta Ferrer, coordinadora del programa Montaña Segura: “A veces hay avisos de mal tiempo, pero la mañana sale buena; en esos casos es mejor decidirse por una ruta que tenga una vía de escape, factible y rápido, por si al final empeora el clima”, afirma.

Las vías de escalada que existen en el Aspe no son recomendables para hacer con la montaña nevada, como en estos momentos. David Castillo señala que el mejor recorrido es “la ruta habitual”, que se realiza también en verano, “con algunas prevenciones típicas para condiciones de nieve: estar atentos a las zonas de mayor exposición al sol por si el terreno se ha reblandecido, o a intensidad del viento en las lomas o en pasos algo complicados”.

Ruta de subida al pico Aspe

Para subir al Aspe desde Aísa seguimos la ruta tal y como la describe el escritor y montañero Chema Tapia en su libro '100 cimas, 100 paisajes. Aragón comarca a comarca' (editorial Prames). Salimos de Aísa en dirección al fondo del valle hasta llegar a la cabecera, un recorrido que podemos hacer en coche. Aparcaremos al llegar a una valla, desde donde parte una pista que lleva al refugio de Saleras. Se toma una evidente senda, que dicurre por una loma, que al poco se cruza con el GR 11.1; persistiremos por la senda hasta llegar hasta un abrevadero, que media para llegar a la base del embudo que ya se ha ido abriendo camino visual desde hace tiempo. Un empinado embudo por el que tenemos que meternos para progresar hasta un gran anfiteatro. Pronto se nos muestra el objetivo con toda su altivez, ese enorme macizo que se ha sabido alzar sobre la gris caliza.

Se alcanza el paso de la Garganta de Aspe, que da vista al enorme espacio Esper, por donde pasado el invierno se precipitan las aguas de estos macizos hacia el embudo de la Chorrota del Aspe, en la misma muga, dando así comienzo al río, y que discurre por el valle también del mismo nombre, en territorio francés. Desde este ancho collado, nos enfrentamos a la incómoda ascensión a la antecima, por entre estrechas rallas calizas, hasta pasar por debajo de ella y llegar a otro paso, a partir del cual en poco está ya la llegada a la cumbre. Desde la cima ofrece extraordinarias panorámicas de Las Llenas, Berneras, Bisaurín… a poniente; Lecherines a levante, y la matriarca Collarada y su corona algo más allá. Por el norte, la cuenca del Aspe y los dominios de Candanchú y Astún. El descenso se realiza por el mismo itinerario.

DATOS ÚTILES 

Horario: 5 h 30 min.

Distancia horizontal: 10,2 km.

Desnivel de subida: 1170 m.

Desnivel de bajada: 1170 m.

Sentido de la ruta: ida y vuelta.