El acento aragonés en la Constitución

El turiasonense Gabriel Cisneros, fallecido en 2007, fue uno de los siete padres de la Constitución. Un hombre de consenso y con un papel relevante en la etapa de la Transición.

Francisco Pina –izqda.– entrega a Cisneros la medalla de las Cortes en el 25 aniversario de la Constitución.
Francisco Pina –izqda.– entrega a Cisneros la medalla de las Cortes en el 25 aniversario de la Constitución.
J. belver

Gabriel Cisneros (Tarazona, 1940-Murcia, 2007) puso el acento aragonés en la Carta Magna. No fue el único que estuvo en la etapa constituyente, pero sí el más relevante. Es uno de los siete padres de la Constitución, junto a Gregorio Peces-Barba, Jordi Solé Tura, Manuel Fraga Iribarne, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Miquel Roca i Junyent y José Pedro Pérez Llorca. Estos tres últimos (Llorca no pudo acudir) recibieron el pasado lunes en Zaragoza de manos del presidente Javier Lambán la Medalla de Aragón por su contribución a la reconciliación y a la elaboración del texto constitucional. El reconocimiento de los aragoneses y de sus instituciones se hizo extensivo a los cuatro ponentes que ya han fallecido.

El papel político de Cisneros arranca en 1964 tras aprobar las oposiciones al Cuerpo General Técnico de la Administración del Estado. Era doctor en Derecho y tenía estudios de Ciencias Política y Periodismo. Fue miembro del Consejo Nacional del Movimiento y de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Su primer cargo relevante fue Delegado Nacional de la Juventud (1969-72), años en los que también fue columnista en el diario ‘Pueblo’. Llegó a las Cortes franquistas en 1971 como consejero nacional por Soria. Dos años más tarde fue el encargado de redactar el discurso del presidente Carlos Arias Navarro, llamado "espíritu del 12 de febrero".

Fue un tibio intento de introducir cambios en el régimen franquista que apenas se desarrollaron. Cisneros fue uno de los jóvenes reformistas de la época que a principios de 1977 dimitieron de su cargos ministeriales –Cisneros era director general en el Ministerio de la Gobernación que dirigía Manuel Fraga Iribarne–, propiciaron la ley en las Cortes franquistas que modificó el marco normativo que permitió la reforma política y siguieron a Adolfo Suárez para integrarse y participar en la UCD.

Entonces ya destacaba la capacidad de Cisneros para dialogar con los distintos sectores políticos, tanto del franquismo como con las corrientes del centroderecha (democratacristianos, liberales, conservadores, convergentes catalanes...) y con las formaciones y sindicatos de izquierda (PSOE, PCE, PTE, PSUC, ERC, UGT, ORT) que se fueron legalizando para celebrar en junio de 1977 elecciones constituyentes.

Cisneros siempre tendió puentes entre los partidos y fue uno de los protagonistas de la reforma política y de la Transición. Hombre culto, cálido, cercano y consciente de su tiempo y de la etapa histórica que estaba viviendo, concilió acuerdos y desarrolló una labor encomiable y reconocida en el trayecto hacia la democracia y en la Carta Magna.

En 1977 fue elegido diputado de la UCD por Soria en las constituyentes. Compartió esa etapa con 14 diputados por Aragón: Mariano Alierta, José Ángel Biel, Juan Antonio Bolea, León Buil, Ángel Cristóbal Montes, Jaime Gaspar, Emilio Gastón, Hipólito Gómez de las Roces, José Ramón Lasuén, Antonio Piazuelo, Benito Rodrigo, Joaquín Tejera, Luis del Val y Carlos Zayas.

Y con 12 senadores por la Comunidad: Ramón Sainz de Varanda, Lorenzo Martín-Retortillo, Antonio García Mateo, Isaías Zaragoza, Fernando Baeza, Alberto Ballarín, José Antonio Escudero, César Escribano, Antonio Carasol, José Luis Figueroa, Alberto Fuertes y Manuel Magallón.

Cisneros fue reelegido diputado en marzo de 1979 y en julio de ese año sufrió un intento de secuestro de ETA, del que escapó a pesar de ser herido de gravedad por una bala en el estómago y en la pierna izquierda. En el atentado participó, presuntamente, Arnaldo Otegui, actual dirigente de Bildu, que salió absuelto por falta de pruebas en ese caso y en el de Javier Rupérez. No cedió en su apuesta por el diálogo para resolver los conflictos políticos y territoriales, incluida la reforma de la Constitución. Cisneros siempre consideró imprescindible mantener el consenso constitucional para seguir dando pasos de futuro. Fue diputado de UCD (1977-87). Pasó por Partido Liberal de José Antonio Segurado y se integró en el PP en 1989. Estuvo en el Congreso hasta 2007.

Tanto en vida como tras su fallecimiento, su labor ha sido reconocida por instituciones, partidos y entidades. Tiene varias condecoraciones, entre ellas el Collar de la Orden del Mérito Civil y el de la Orden de Carlos III.

De su talante da cuenta la polémica generada en Tarazona por la inauguración del paseo que lleva su nombre el 11 de octubre de 2007. El alcalde, el popular Luis María Beamonte, solo invitó a la familia y al entonces jefe de la oposición Mariano Rajoy.

El alcalde de Tarazona recibió críticas del PSOE y de IU por no haber invitado a los líderes nacionales, autonómicos, provinciales y locales de sus formaciones, entre ellos los presidentes Rodríguez Zapatero y Marcelino Iglesias. Ambos partidos calificaron el acto de "partidista y sectario" por haberse utilizado "una figura: la de Gabriel Cisneros, reconocida por todas las fuerzas políticas y todas las instituciones bajo una palabra común: consenso". Un claro ejemplo de su prestigio y de quién fue Gabriel Cisneros.

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