Heraldo del Campo

De Albelda a Perú, buscando un compromiso con el planeta

Alba Chesa es la propietaria de la empresa de cosmética natural Saponaria Soaps, que se asienta en la localidad oscense de Albelda, en La Litera.

Alba Chesa recoge olivas con las que luego se elaboran la base de sus jabones.
Alba Chesa recoge olivas con las que luego se elaboran la base de sus jabones.
Blue Collectors

Hace unos años, cuando la joven oscense Alba Chesa se matriculó en la universidad de Gerona, en la especialidad de Ciencias Ambientales, lo hizo, entre otras muchas cosas, motivada por un compromiso basado en la sostenibilidad del planeta. Pero al acabar la carrera no tenía muy claro si el camino que había elegido era el correcto.

A pesar de las dudas, comenzó a trabajar en un proyecto de modernización de regadío en su localidad natal, Albelda, donde ejerció como técnico de obras, pero tampoco le convenció. Por eso, aprovechando que su proyecto de fin de carrera se basaba en el desarrollo turístico de una zona de Perú, decidió tomarse un año sabático para conocer algunos de los más bellos rincones de Sudamérica, como el propio Perú, junto con Argentina, Chile, Brasil o Venezuela.

«A mi vuelta no sabía dónde comenzaría a trabajar pero si algo teníamos claro mi pareja y yo era que queríamos quedarnos a vivir en el pueblo y labrarnos aquí nuestro futuro. Él tenía campos y a mí me gustaba mucho el tema de la botánica, en concreto la relación de las plantas y sus aplicaciones en el mundo de la cosmética», apunta Alba Chesa, responsable de la empresa Saponaria Soaps.

Con la ilusión de hacer algo que realmente le gustaba, Alba se matriculó en un curso intensivo de jabones en Barcelona y, aunque duró muy pocos días, se dio cuenta de que era algo que le agradaba mucho. «De la noche a la mañana empecé a investigar y a practicar. Mi cocina se iba llenando de montones de papeles llenos de formulaciones y decenas de trozos de jabón. Los primeros los regalé y, en vista del éxito obtenido me planteé que podía ser un buen medio para ganarme la vida y asentarme en el pueblo».

Además, el mundo de la cosmética le permitía dar una vuelta de tuerca al aceite de oliva virgen extra que se elabora con el cultivo de su finca familiar y que ahora maceran en diferentes tipos de plantas medicinales según el producto.

«Los comienzos no fueron nada fáciles, porque los trámites necesarios para poner en marcha un negocio como este no son sencillos. La legislación es muy complicada y difícil de interpretar y, sobre todo, los requisitos que te piden, están a años luz de lo que tú puedes afrontar al principio».

La unión hace la fuerza

Lejos de desanimarse, Alba buscó apoyo en otras personas que como ella se dedicaban al mundo de la cosmética natural. Contactó con la asociación de artesanos de jabones de Cataluña, que tiene su sede en Montgai, cuyo Ayuntamiento apoya desde hace años a este colectivo. «Nos han dado muchas facilidades y nos han ayudado mucho para conseguir nuestro objetivo. En Montgai contamos con un obrador comunitario donde cada artesano podemos elaborar nuestros propios jabones. En Albelda tengo la tienda, donde vendo e imparto talleres y cursos relacionados con la elaboración de jabones».

A pesar del poco tiempo que lleva en el mercado, sus productos han tenido una gran acogida y gracias a las redes sociales han traspasado las fronteras de su provincia para llegar a otros rincones de España. En un futuro sueña con tener su propio obrador en el pueblo porque si algo valora Alba es la calidad de vida que tiene viviendo aquí. «Es algo que no lo cambiaría por nada del mundo. Tener el colegio o la guardería a cinco pasos no se puede comparar con nada. Además, de momento, intento tener las tardes libres para estar con mis hijos, pero si tengo que trabajar sé que los dejo en buenas manos, ya sea con los abuelos, amigos o los vecinos».

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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