"El ‘procés’ ha sido el acicate para que algunos aragoneses que llevaban ya un tiempo pensando en vender su segunda residencia se decidieran a ello. Hay clientes que desde hace un par de años venían barajando esa posibilidad y para ellos ha sido la gota que ha colmado el vaso».

Quien habla así es la gerente de Servicios Inmobiliarios Sant Just de La Pineda, Pilar Oliver. Y habla con conocimiento de causa, porque es zaragozana y lleva cerca de cuatro décadas trabajando en este sector y con una cartera de paisanos a los que conoce bien, aunque el 50% de su clientela es extranjera. Aunque recalca que no es una "tendencia generalizada», ni tampoco "un aluvión», la gente está colgando los carteles de ‘En venta’ "a pesar de que les de mucha pena irse de aquí después de tanto tiempo». "Es un tema de conversación recurrente cada vez que voy a Zaragoza», añade.

El alquiler "se paró en seco» tras los atentados del pasado agosto, pero de cara a este periodo estival "se ha reactivado y va con normalidad».

Fuentes del Colegio de agentes de la propiedad inmobiliaria de Tarragona apuntan que no disponen de datos fiables sobre la compraventa de inmuebles por parte de aragoneses. "Algunos agentes inmobiliarios tuvieron clientes que les trasladaron su malestar por la situación política, pero también hay testimonios que aseguraban que no había notado ningún cambio significativo», afirman.

"Sí que en alguna ocasión hemos comentado entre nosotros que da rabia pagar parte de los impuestos en Cataluña, pero lo tenemos asumido así. No nos planteamos vender, nos gusta ir, además de que se trata de una propiedad compartida entre varios. En invierno está vacío, pero en cuanto empieza el buen tiempo casi siempre hay alguien ocupándolo», reconoce.

En un núcleo y una urbanización en la que suelen veranear muchos aragoneses, esta zaragozana admite que sí se ven en los últimos meses "más carteles de viviendas en venta». "Tampoco puedo saber si se debe a la situación política de Cataluña o ha coincidido en el tiempo, no es un tema del que hayamos hablado», apunta.

Alcaine relata que no percibe un ambiente especialmente hostil ni tampoco ha cambiado su trato con la gente de la zona en los últimos meses. "Hay más esteladas que antes colgadas en algunos sitios y alguna que otra pintada de ‘Puigdemont president’. La gente habla del tema, algo que no escuchabas antes muy a menudo. Llevamos 20 años veraneando allí y nos sentimos cómodos», concluye.