Al llegar a Remolinos y llamar a la puerta de la nave el sonido del timbre es revelador: se escucha un claxon que retumba en toda la calle de Nuestra Señora del Pilar. Al momento, se oye una voz: “¿Quién es?”. Mientras, enfrente, un viejo trabajador de la mina de sal señala hacia una ventana por la que asoma Ángel Brosed: “Ahora bajo”.

En esta localidad zaragozana se encuentra Autocares Hermanos Brosed, un negocio familiar iniciado por su padre en 1940. Hoy, su hijo Carlos y su hermano Mariano siguen al frente de esta compañía de autobuses y camiones y Ángel, ya jubilado, se pasa de cuando en cuando para echar un ojo a un vehículo que sigue formando parte de la historia de la empresa.

Tras abrir el portón, se encamina hacia al fondo de las instalaciones, donde descansa el primer autocar “nuevo a estrenar” que su padre compró en el año 1964 por 525.000 pesetas, en la antigua Feria de Muestras de Zaragoza. “Funciona perfectamente aunque ahora mismo tiene la batería descargada. Hace un tiempo vino la tele, lo sacamos para dar unas vuelta y también lo llevamos a una exposición de vehículos históricos. Pero hoy mi hermano se ha tenido que marchar para ayudar a un chófer y no hemos tenido tiempo de ponerlo a punto”, explica.

El autocar en cuestión tiene más de medio siglo y es el único que se conserva de la serie fabricada por Nazar. empresa creada en Zaragoza por Angelino Vicenzo Gervasio, un napolitano que en 1939 fundó Talleres Nápoles y que en la década de los 50 construyó su primer autobús con la marca Nazar, contracción de Nápoles y Zaragoza. Talleres Nápoles también se instaló durante un tiempo en la avenida de Madrid, y de sus fábricas salieron camiones y autobuses que recorrieron carreteras de toda España.

La compañía Brosed lo tuvo en servicio desde 1965 hasta 1983, el periodo máximo que permitía la ley para este tipo de vehículos. “Sobre todo se utilizó para transporte escolar, aunque también hicimos viajes a Galicia, Andalucía o Lourdes… A día de hoy, debe tener más de un millón de kilómetros”, relata.

Su forma era y sigue siendo peculiar, con la parte frontal y trasera redondeadas, casi idénticas, con una longitud de 10 metros y capacidad para 38 pasajeros. Brosed señala que este modelo es todavía más singular porque “como lo iban a exponer en la Feria de Muestras tapizaron el techo de una manera especial y los percheros los hicieron cromados, a diferencia del resto”. El motor original era un Perkins de 90 CV, pero al año y medio decidieron cambiarlo por otro más potente, el Pegaso Comet de 125 CV que todavía conserva.

El vehículo dejó de prestar servicio a partir de 1983, aunque seguía funcionando “sin problemas”. “Como en esa época trabajábamos con nuestros camiones para la empresa Purasal, que explotaba la mina de Remolinos, guardamos en ella el autobús Nazar. Pero un día hubo un desprendimiento y el vehículo, junto con el coche de un capataz, quedó atrapado en una galería de la mina La Real. Y allí permaneció durante 21 años, bloqueado entre toneladas de sal”, añade.

Finalmente, en 2004, un grupo de mineros les ofreció la posibilidad de recuperarlo a cambio de un donativo de 200.000 pesetas. “Mi hermano y yo acudimos a la mina para llevárnoslo con una grúa pero no hizo falta. Utilizamos el mismo tractor con el que lo habían sacado para engancharlo con una cadena al autobús y empujarlo. Al poco arrancó. Después de 21 años estaba perfectamente conservado”, asegura.

Desde entonces, el autocar ocupa un lugar muy especial en la flota de los hermanos Brosed. Su valor sentimental no permite estimar su precio. Imposible. “Nos lo quiso comprar Hispano Carrocera, ya que Nazar fue el germen de esta compañía, pero declinamos la oferta. Forma parte de los recuerdos familiares y de la historia de nuestra empresa”, concluye.