Cucalón: concentración parcelaria, salvación para la torre... y quitanieves más veloces

Cucalón reivindica –que algo queda– un poco más de atención para su principal activo patrimonial, y busca la ordenación de sus terrenos de cultivo para dinamizar la principal entrada de recursos.

Una vecina cruza delante de la iglesia de Santiago y la torre contigua.
Una vecina cruza delante de la iglesia de Santiago y la torre contigua.
Laura Uranga

José Vicente Herrera, agricultor de Cucalón, es amigo (y compañero de profesión) del alcalde Julián Roche desde chavales. Ambos hablan de su pueblo con una mezcla de orgullo y nostalgia, de disfrute y ambición por un día a día algo más pleno en cuanto a reivindicaciones resueltas: desde más quitanieves fuera de la autovía a un albergue que no han podido acabar o, como símbolo querido que es, el alargue de la vida de su torre, contigua a la parroquia de Santiago. "La tenemos en mucha estima –explican ambos en el bar de la localidad– porque se rajó tras la guerra civil, y finalmente se acabó cayendo. Chafó la iglesia, hubo que reconstruirla casi por completo;_apenas quedó una parte por atrás sin afectar. La torre empezó a rehabilitarse, pero fue una cosa muy tímida y ahí se quedó. Ahora hemos vuelto a hablar con las instituciones, incluido el obispado, porque han caído algunas piedras y el asunto ya es un peligro: algún día pasará una desgracia. Mucho ha aguantado, la prueba es el tiempo que hemos tenido estos meses de invierno y principio de la primavera".

La torre se construyó en el siglo XV, quedó adosada a la iglesia en el XVII y la reconstrucción a la que aluden Julián y José Vicente llegó en los años sesenta del siglo pasado. Tiene una planta cuadrangular y dos cuerpos bien diferenciados: en el inferior destaca un vano con arco de medio punto y el remate almenado de su cornisa, que le confiere un aire señorial. En cuanto a la causa del derrumbe del cuerpo superior –sólo queda un lado en pie– parece que fue la eliminación de un muro que unía la torre a la iglesia, decisión tomada para construir una capilla que se reveló terrible.

Nombres propios

Cucalón es el pueblo de Pepín Banzo por parte materna; el humorista, músico y mago le tiene un cariño especial a la localidad natal de su madre, y ese afecto es recíproco –y expreso– cada vez que acude. También es el pueblo de la sierra de Cucalón –pegada a la de Oriche con sus impresionantes vistas de todo el Campo de Romanos y el área de Belchite. De Cucalón eran José Luis y Rogelio, fallecidos hace casi tres décadas en el incendio de la discoteca Flying, y recordados con cariño por sus paisanos. Es el pueblo que pelea por acelerar el proceso de concentración parcelaria, que va en romería el mismo día de la semana del Corpus a San Lorenzo y San Bartolomé y palea su nieve con tractores cuando los quitanieves no dan abasto o se centran demasiado en la autovía mudéjar.

Como todo pueblo que se precie, también posee sus historias; la más famosa de tiempos no tan remotos es la de Mediaoreja. Alejos de nombre, Mediaoreja era un bandolero nacido en Cucalón que, dice la leyenda –hay versiones encontradas– solo robaba a los ricos. Lo del apodo le viene por un encontronazo con la guardia civil, saldado con el corte por sable que se le llevó todo un pabellón auditivo. Estuvo más de veinte años en la cárcel, salió poco antes de la II República y se rehabilitó por un corto periodo, incluso fue guarda de las aguas del molino de abajo en la acequia del Cañizar. Tras otro robo del que fue acusado, se tiró al monte con su hijo y acabó muriendo a manos de los guardias.

Fernando Sancho Gracia, víctima del nazismo

Fernando Sancho Gracia, nacido en Cucalón y criado en Almonacid de la Cuba, fue víctima del nazismo. En 1938, durante la contienda civil, huyó primero a Barcelona y luego a Francia con otros compañeros; encontró acomodo (aunque en penosas condiciones) en el campo de refugiados de Saint Cyprien. Luego se sumó a la Compañía de Trabajadores Extranjeros con destino en Tovët-Sur-Var: allí se dedicó a construir defensas en la frontera con Italia. Luego pasó a formar parte de la famosa línea Maginot de contención al avance nazi, y cayó en manos del ejército hitleriano en 1940. En enero de 1941 lo enviaron al tristemente famoso campo de exterminio de Mauthausen, donde fue sometido a todo tipo de vejaciones hasta su muerte en noviembre de aquel año.

Un albergue para insuflar esperanzas al pueblo

La gran ilusión para el desarrollo en Cucalón está cerca de la iglesia parroquial de Santiago; un edificio que se adivina robusto pero anda todavía en proyecto. El albergue municipal, con una previsión de veinte plazas en zonas colectivas y unas cuantas más en estancias individuales, lleva siete años en ejecución, y el alcalde considera muy difícil hablar de plazos de entrega. "Es una obra enorme para la economía municipal, así que dependemos de ayudas institucionales y vamos avanzando cuando van llegando; es decir, que vamos  poco a poco. Es un buen momento para acelerar el proyecto, porque la sierra de Cucalón y sus vistas cada vez tienen más atractivo para la BTT y el senderismo, nos visitan más, hay nuevas rutas marcadas... sería fundamental".

LOS IMPRESCINDIBLES

Secretos del pico Modorra

En la cara noreste se esconde un pequeño bosquecillo de tejos que se acompaña de otros árboles y arbustos impropios del lugar. La humedad, la altura y la orientación hacen que se mantenga de manera sorprendente.

Ermita de Santa Ana

Obra barroca del siglo XVIII, de mampostería, con nave única y bóveda de medio cañón con lunetos. Destaca el cimborrio octogonal y la linterna que lo corona. La nave central está reforzada por contrafuertes.

Asociación Sierra de Oriche

Aquí también pasa lo que se ve en otras localidades pequeñas; esta asociación aglutina a casi todo Cucalón y a muchos hijos del pueblo que viven fuera. En los puentes y vacaciones se vuelcan con actividades para los chavales.

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