TERUEL

Cucalón, setenta años esperando la recuperación de la torre hundida

Unas obras de ampliación partieron en los años treinta una de las paredes maestras de esta construcción del siglo XV.

"Cucalón es un caso único. No hay ningún municipio en la provincia cuya torre de la iglesia lleve partida setenta años y no se haya hecho nada al respecto". El alcalde de este pequeño municipio de la comarca del Jiloca, Basilio Herrero, ha denunciado por enésima vez la situación en la que se encuentra el campanario, una torre defensiva del siglo XV que se desplomó por la mitad en 1938 y hundió la iglesia que se encontraba a sus pies.


Herrero iniciará en las próximas semanas una batería de llamadas a diferentes instituciones y al Obispado con objeto de reclamar unas reformas que, según insiste, se retrasan eternamente. El alcalde asegura que, si bien parte de la atalaya se consolidó hace más de quince años, cuando se acondicionó una pequeña capilla en el mismo lugar en el que se encontraba la iglesia de Santiago, esta reforma no ha evitado la existencia de pequeños desprendimientos de los sillares que se han ido sucediendo a lo largo de los años.


"De vez en cuando caen cascotes, lo que supone un gran peligro para las casas próximas y para las personas", explicaba el primer edil de Cucalón, para quien el problema se podría agravar todavía más en caso de producirse una fuerte tormenta.


Del proyecto previsto para la reforma de este edificio religioso tan solo se llevó a cabo entonces una de las tres fases programadas. Las obras quedaron paralizadas sin fecha de continuidad. Basilio Herrero cree necesario que la administración habilite una subvención para acometer el final de los trabajos e insiste en que "muchos otros proyectos de la provincia, sin ser tan urgentes, reciben subvenciones".


Atalaya defensiva

La torre defensiva, a la que se le adosó la iglesia, se destruyó tras las obras de reforma de la nave del templo cuando se partió uno de sus muros maestros. La frágil situación en que quedó la construcción hizo que después de una tormenta eléctrica apareciese una profunda grieta que fue creciendo con el tiempo hasta provocar el desplome parcial de la torre.


Se trata de una edificación de 28 metros de altura, a la que se le sumó un cuerpo más para integrar el campanario.


Los vecinos de Cucalón han celebrado durante años los oficios religiosos en la ermita de Santa Ana, ante la imposibilidad de usar la iglesia de Santiago, convertida en un montón de escombros por el desplome de la torre. El acondicionamiento de una capilla en la misma ubicación que el antiguo templo puso fin a la situación de provisionalidad en la que se encontraban.


El alcalde considera, no obstante, que la nueva iglesia puede correr la misma suerte que su antecesora si prosigue el continuo goteo de desprendimientos. Cree, además, que el pueblo no se merece la situación de abandono que sufre este monumento, ya que, entre otras mejoras, se están realizando esfuerzos para poner freno a la despoblación.


Jóvenes pobladores

"Hay varias parejas jóvenes que se han instalado en el pueblo y que se dedican a la agricultura y ganadería", señaló el alcalde.


Los nuevos pobladores, entre ellos inmigrantes, han contribuido, según agregó, a transmitir esperanzas al ayuntamiento sobre la regeneración demográfica. De momento, se ha logrado que en el municipio haya niños y que se contemple la posibilidad de abrir la escuela en un futuro próximo. Hace más de veinte años que cerraron las aulas y desde entonces la localidad ha ido perdiendo uno a uno todos los servicios públicos que disponía. El alcalde está empeñado en poner todos los medios para frenar la tendencia de regresión que sufre Cucalón.