¿Cuáles son los primeros síntomas de una relación tóxica?

El principal problema de la violencia de género es que la propia víctima no reconoce que se encuentra en esa situación.

Para dejar a alguien, lo más honrado es ser sincero y desterrar del vocabulario sentimental los tópicos y fórmulas manidas.
Existen varios indicios para intentar detectar que una hija o amiga sufre violencia de género.
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En la Casa de la Mujer de Zaragoza trabajan para dar una atención completa a las víctimas de violencia de género y su familia: desde apoyo social, psicológico, educativo y jurídico hasta atención a sus necesidades básicas.

Entre sus objetivos también está la prevención, por lo que dan charlas en institutos (4º de ESO) para concienciar a los jóvenes sobre la igualdad y la violencia de género. En ellas recuerdan cuáles son los principales rasgos característicos de una relación no apropiada, que con el tiempo podría desencadenar en violencia de género (bien psicológica o incluso física). Estos son los primeros indicios:

¿Cómo reconocer a una persona tóxica?

Cambiar su comportamiento. Uno de los primeros indicadores de que algo va mal es que la adolescente cambie su humor o su actitud en su vida cotidiana. “Si una menor se muestra más desanimada, con cambios de humor constantes y al regresar de casa tras haber quedado con su novio está triste es que algo va mal”, recuerda Pepe Mensat, miembro del programa de prevención de la violencia de género en la Casa de La Mujer. Desde su experiencia, este es uno de los primeros indicios que suelen percibir los familiares más cercanos. Asimismo, otra de las señales que alertan de que esa relación no es óptima es que la joven abandone las actividades que antes le interesaban. No quedar con sus amigas. Cuando se comienza una nueva relación es habitual que se reduzca el tiempo que se les dedicaba a las amistades y puede ser que algunas personas salgan de fiesta con menos asiduidad. Sin embargo, hay que estar pendiente de si este cambio se debe a una decisión propia o no. “Es lógico quedar menos con las amigas; lo que no es normal es dejar de verlas completamente o no tener relación con ellas por miedo a lo que diga tu pareja”, puntualizan desde este área de trabajo. Modificar su vestimenta. Lo mismo ocurre con la forma de vestir. La adolescencia y los primeros años de juventud están marcados por la configuración de la personalidad; por lo que no es extraño que se puedan modificar los gustos y costumbres en cuanto a la vestimenta. “Hay cambios de ropa justificados y no pasa nada, simplemente es fruto de la evolución de la persona. El problema viene cuando esta decisión está fundada por el miedo a lo que diga o haga tu pareja”, sostienen. Prestar excesiva atención al móvil. Hoy en día el móvil se ha convertido en una aparato indispensable para muchos jóvenes; pero esta dependencia es todavía mayor cuando su novio está constantemente controlando dónde está, con quién y por qué. “¿Se puede preguntar a tu pareja qué hace? Sí, siempre que su objetivo sea establecer una conversación y saber qué tal lo está pasando”, recalca Mensat, uno de los miembros del equipo. Por el contrario, si lo que se quiere es conocer dónde está y le pide fotos para corroborar esta información, estamos ante un caso de control que no se debe permitir. Dar la razón constantemente a su pareja. Otra de las características típicas de que una relación no está asentada sobre la igualdad es que una de la partes siempre de la razón a la otra. “Según lo que vemos en los institutos, esto puede ocurrir en ambos sentidos; no obstante, la motivación suele ser muy diferente. La mayoría de ellas no contradicen a su novio por miedo a que él decida terminar con la relación”, explica. Romper por decisión de él. “Hay parejas que dejan la relación y la retoman en varias ocasiones; siendo unas veces uno el que toma la decisión y en otras, el otro”, señala. Esta cuestión no deja de ser un indicio de que la relación no avanza de la forma adecuada, pero no evidencia que haya una dependencia ni una situación de superioridad. Esto sí que ocurre cuando la pareja rompe en varias ocasiones y siempre es él quien toma la decisión. El miedo. El síntoma más claro de que se está sufriendo algún tipo de violencia de género es el miedo: miedo a que él se enfade, miedo a dar su opinión, miedo a que él sepa que habla con sus amistades o con alguna expareja, miedo la reacción de él si se viste de determinada manera, miedo a desagradarle...

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