La estrella nocturna de la lucha contra los incendios forestales

La noche es uno de los momentos más críticos para el control de un fuego forestal. Contra las llamas hay que luchar las 24 horas de forma ininterrumpida, pero cuando la luz diurna se desvanece los medios aéreos tradicionales dejan de volar y controlar desde el aire cómo evolucionan. La solución a este problema llega este año de la mano de los cuatro dones nocturnos que el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha incorporado este verano por primera vez a la campaña contra incendios. La introducción de estas aves robóticas, una de cuales opera desde Zaragoza, es un reconocimiento al papel que estos dispositivos puedan jugar ahora y en un futuro cercano en los grandes siniestros.

Estas aeronaves no tripuladas se han convertido por su novedad en la estrella de los planes antiincendios forestales. De momento, la buena noticia es que no se han estrenado en un siniestro real. "Todavía no han tenido que operar en ningún punto de España. El incendio más grave que hemos tenido hasta ahora es el de Moguer (Huelva) y no hicieron falta. Estamos haciendo pruebas en las distintas comunidades porque si funcionan la idea es volver a contratarlas el año que viene", explica al respecto el subdirector general de Silvicultura y Montes del Ministerio de Agricultura, José Manuel Jaquotot. El servicio lo presta la empresa Lokímica.

Durante el día la labor que por la noche cubren estos drones la llevan a cabo las conocidas como Aco (aeronaves de coordinación y observación), una de las cuales tiene su base también en la capital aragonesa. Sobrevuelan el incendio y sacan fotografías y vídeos térmicos que permiten delimitar el perímetro del fuego y ver cómo va y puede ir evolucionando . Estos datos le sirven al director de extinción –que coordina los trabajos– a la hora de tomar decisiones más acertadas y efectivas sobre cómo destinar los recursos disponibles.

Estos drones disponen para ello de cámara de infrarrojos, transmisión de vídeo en tiempo real y sistema para captar imágenes térmicas. De esta manera, cuando apunta el alba ya se dispone de datos suficientes para saber dónde volcar los esfuerzos de las cuadrillas terrestres y, si es necesario, enviar hidroaviones a algún lugar.

Una autonomía de 150 minutos

El equipo que maneja estos drones está formado por dos pilotos que se mueven en un vehículo. El dispositivo pesa menos de 25 kilos, tiene una autonomía de 150 minutos, pueden volar en un radio de 15 kilómetros desde la estación de control y alcanza una velocidad de entre 45 y 60 kilómetros. Jaquotot subraya que sobre todo son efectivos en zonas montañas, donde llegar al frente es complicado.

Las aeronaves no tripuladas son más baratas que los aviones o helicópteros en estos trabajos y más rápidas que los medios terrestres.

La pregunta que se plantea es hasta dónde puede llegar su papel en la extinción de incendios forestales. José Manuel Jaquotot se muestra optimista y está convencido de que habrá un día en el que también liberarán agua.

No se trata de un sueño. Entre las innovaciones que se presentarán en la feria Expodrónica de Zaragoza, que se celebrará los próximos 21 y 22 de septiembre, figura el sistema de extinción de incendios desarrollado por la empresa Drone Hopper que puede transportar y descargar agua nebulizada directamente en el lugar señalado gracias a su sistema de programación de recorrido. Su capacidad no es suficiente para sustituir a los hidroaviones (este dron tiene un depósito de 300 litros frente a los 5.500 de un hidroavión), pero sí puede complementarlos y es capaz de realizar cortafuegos, líneas de defensa y también vuelos nocturnos. De momento se trata de prototipos que necesitan una financiación adecuada para echar a volar.

La Unidad Militar de Emergencias (UME) lleva ya dos años trabajando con drones para el reconocimiento del terreno de desastres naturales, tanto en fuegos como en riadas.