La reserva de agua en la cuenca del Ebro, en los niveles más bajos de los últimos cinco años

Los ríos aragoneses de la margen derecha siguen en situación de emergencia por la sequía. Los embalses del Huerva, Martín, Aguasvivas y Flumen son los más afectados por la falta de caudal.

Las altísimas temperaturas que se están registrando desde principios de junio en la Comunidad unidas a la persistente y continuada falta de lluvias (no llueve en condiciones desde hace casi un año) está secando ríos y embalses. Al menos, los de la margen derecha del Ebro.

Los últimos datos publicados por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ponen de manifiesto que se mantiene la situación de emergencia en muchas cuencas fluviales como las del Martín, Huerva, Arba o Aguasvivas.

El parte semanal de embalses que ofrece la CHE muestra bien a las claras la gravedad de la situación. El del pasado 19 de junio recogía que los embalses alimentados por los ríos citados se encontraban por debajo del 30% de su capacidad. Incluso, en los casos de La Loteta, Moneva o San Bartolomé, estos niveles eran aún más bajos y oscilaban entre el 13% y el 17%.

De manera global, los datos recogidos por la CHE en ese mismo parte apuntaban que la reserva hidráulica en la cuenca del Ebro era esa semana inferior no solo a la del año pasado por estas mismas fechas sino a la media de los últimos cinco años. Asimismo, en la gráfica de evolución podía verse con claridad que el descenso de estas reservas no se habían producido en este último mes (ni siquiera en los meses precedentes) sino que se trata de una situación que la cuenca arrastra desde mediados del pasado año. Incluso, la evolución muestra que en octubre de 2016, la reserva hidráulica de la cuenca (alrededor de 3.500 hm3) ya estaba por debajo de la de un año antes (4.500 hm3) y de la media del último lustro (4.000 hm3).

Por otra parte, hay que recordar que la cuenca del Ebro es muy extensa, abarca muchas comunidades y en su demarcación hay un gran número de embalses y ríos. Y no todos están en la misma situación. Sea como fuere, los datos dan fe de que la sequía que ahora se está notando en parte de Aragón con toda su crudeza comenzó mucho antes de que llegaran las temperaturas tórridas que se han vivido en las últimas fechas. La falta de lluvia y el calor han venido a agravar la situación.

De hecho, esta tendencia ya fue detectada por la Confederación. En una reciente publicación, la CHE, basándose en la información recopilada en las distintas unidades de cuenca a lo largo del último año, apuntaba que este "déficit publiométrico" se había comenzado a notar, en casi toda la cuenca del Ebro, desde abril de 2016. Porque, aunque suene a perogrullo, hay que recordar que para que la escasez de agua en los ríos y embalses se convierta en un problema, previamente ha debido haber una falta grave de lluvias (y de aportaciones de nieve).

Lluvias escasas

En el citado análisis, la CHE señalaba que solo los ríos Aragón, Cinca, Ésera y las dos Noguera habían tenido lluvias más o menos en la media de los últimos 15 años. Durante los meses siguientes, de mayo a septiembre, la falta de lluvias continuó, lo que generó situaciones graves en algunas de las subcuencas. Por ejemplo, apunta la CHE, en el Huerva y en el Martín (en la margen derecha del Ebro), en los que las precipitaciones fueron un 50% menores de la media de los últimos 15 años. O en la del Jalón (también en la margen derecha, entre Soria y Zaragoza), donde se registró un 35% menos de lluvias.

Esta situación, lejos de resolverse, se ha prolongado a lo largo del primer semestre del presente año hidrológico (que va de octubre de 2016 hasta abril de 2017), ya que las precipitaciones registradas durante esos meses no lograron compensar la falta de agua que ya arrastraba la cuenca.

Todo esto se ha traducido en que, a finales de mayo, los índices de sequía de la CHE alertaban ya de la situación de emergencia en que se encontraban la cabecera del Ebro, el eje del Ebro, la cuenca del Najerilla-Tirón, la del Iregua, la del Jalón y la del Martín (estas dos últimas, ya en tierras aragonesas), por el estado de sus reservas. A las que habría que sumar la cuenca del río Huerva por su nivel (escaso) de aportaciones de agua.

Esta situación contrasta con la de la margen izquierda, donde pese a no haber recibido precipitaciones y nieve abundantes, los embalses han logrado un buen almacenaje de agua.

De momento, y pese a la gravedad de la situación, los efectos de esta escasez de agua se van a notar (se están notando ya) en la campaña de riegos. Los usuarios agrícolas, que son los mayores consumidores de agua de la cuenca, se han visto obligados a reducir su uso. El abastecimiento de las poblaciones, por ser un uso prioritario, está garantizado en las zonas con embalses.

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