El caudal del Ebro no supera los 30 m3/s y suma ocho días en niveles mínimos

La falta de precipitaciones deja ver grandes islotes de sedimentos en Zaragoza.

Una persona camina por el galacho de Juslibol, completamente seco por la falta de precipitaciones.
Una persona camina por el galacho de Juslibol, completamente seco por la falta de precipitaciones.
Raquel Labodía

El caudal del Ebro lleva ya ocho días en niveles mínimos a su paso por Zaragoza. No alcanza los 30 metros cúbicos por segundo, cantidad que marca el llamado nivel preventivo (el que se intenta mantener para favorecer la dilución de vertidos), desde el día 14 a las 22.00, según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Ayer no pasó de los 29,2. A las 19.00, por ejemplo, marcaba 27,7. Esto hace que en muchos tramos del río el agua no llegue ni a la altura de las rodillas, factor que complica (y mucho) la práctica de deportes acuáticos.

La previsión es que continúe así al menos hasta finales de semana, ya que el domingo y el lunes podrían caer las primeras lluvias del verano en Zaragoza capital. Que el río lleve ocho días bajo mínimos no quiere decir que se esté incumpliendo la ley, dado que la media del mes está en 62,8 metros cúbicos por segundo. No obstante, la imagen que deja a su paso por el puente de Piedra es "preocupante", según colectivos ecologistas como Amigos de la Tierra.

El máximo de junio se registró el día 6 a las 6.00, hora en la que alcanzó los 150 metros cúbicos por segundo. Desde entonces, la tendencia ha sido decreciente. El mínimo, muy cercano a los valores actuales, se dio el día 17 a las 0.15.

Entonces había unos 26,3 m3/s.

El nivel está por encima los 13,5 metros cúbicos por segundo que marca el caudal ecológico fijado para el mes de junio (11,3 en julio y 13,5 en agosto). No obstante, queda muy por debajo de los 116,4 registrados de media en los últimos 20 años. Esto ocurre también en el Huerva, reducido a apenas un hilo de agua en su desembocadura.

El origen de esta situación, según explicaron fuentes de la CHE, se remonta a abril de 2016, mes en que comenzó a detectarse un déficit de lluvias en prácticamente toda la cuenca. Solo los ríos Aragón, Cinca, Ésera y los dos Noguera registraron lluvias equiparables a la media de los últimos 15 años. El resto sufrieron caídas de entre un 30% y un 50%. A esto hay que sumar "menores registros en cuanto a nieve".

El problema está en que las precipitaciones registradas durante el primer semestre del hidrológico, entre octubre de 2016 y abril de este año, "no han compensado el déficit acumulado". Esto hace que "haya que retroceder hasta 1990 para encontrar un año peor que el actual en cuanto a volumen embalsado", según la Confederación.

Pese a que las llamadas juntas de explotación se comprometieron en su día a reducir los consumos de agua, la sequía, que afecta sobre todo a la cabecera y el eje del Ebro hasta Mequinenza, comenzó a hacer mella en Zaragoza capital hace ya semanas. "Estamos preocupados. Tememos una gran mortandad de peces, moluscos y vegetación", aseguró José Antonio Domínguez, portavoz de Amigos de la Tierra en Aragón. A su parecer, la situación actual evidencia las carencias de la planificación hidráulica. "Las épocas de sequía, que representan un extremo, se dan cada vez con mayor frecuencia", añadió.

Opinó, por otra parte, que la CHE "debería soltar agua de una forma u otra para llegar a los 30 metros cúbicos por segundo" y que, en situaciones así, "tendría que reducirse el consumo de agua". "Es muy elevado, sobre todo por el regadío", aseveró.

Al haber menos caudal, las algas, un quebradero de cabeza para remeros y piragüistas, han salido a la superficie. El intenso calor hace que se descompongan y se conviertan en focos de mosca negra que ya han llevado a más de un deportista al hospital.

En la capital, el agua, que ya no pasa por uno de los arcos centrales del puente de Piedra, ha dejado al descubierto zonas que hacía tiempo que no se veían. También ha sacado a la luz grandes islotes de sedimentos a la altura del puente de Hierro por los que se puede caminar sin problemas.

Según la Confederación, "habrá que esperar al final del verano y a la entrada de un nuevo año hidrológico para comprobar la evolución de la sequía y asumir medidas más profundas".

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