Primeras medidas para garantizar los abastecimientos

Hay restricciones en los riegos para evitar problemas en varias localidades. En el secano, la situación es "dramática".

El alcalde, Joaquín Clemente –en primer término–, y Juan Sánchez, agricultor, en la fuente de Cella.
Primeras medidas para garantizar los abastecimientos
J. Escudero

La falta de precipitaciones está provocando una situación difícil para algunas comarcas turolenses de la margen derecha del Ebro, especialmente para afrontar sus cosechas, que en una amplia área del territorio del Alto Jiloca los agricultores ya las dan por perdidas.

Como consecuencia de la extrema sequía que se ceba en estas zonas desde hace 4 años, el nivel de los embalses ha descendido de forma preocupante, como es el caso de Cueva Foradada, en la comarca del Bajo Martín; y del Arquillo, que depende de la Confederación Hidrográfica del Júcar y que abastece a la ciudad de Teruel. El primero está al 22%. Es, según señala Ramiro Alfonso, alcalde de Oliete –uno de los municipios a los que proporciona agua el pantano–, "una cota que no se veía desde los años 80%".

La decena de localidades que se suministran de Cueva Foradada no registran por el momento problemas para el consumo doméstico, pero ya se han adoptado medidas para evitar males mayores. El martes se cerraron las compuertas para usos agrícolas, y aunque los cultivos de muchas huertas tienen difícil recuperación y las espigas los cereales no han crecido lo suficiente, los pueblos consideran prioritario mantener las reservas para el uso humano. "Este año no ha llovido, pero es que el pasado fue extremadamente seco, lo que ha imposibilitado que el pantano tenga un nivel adecuado", afirma.

En la otra parte de la provincia, el abastecimiento de Teruel capital no peligra, según el concejal de Infraestructuras, Juan Carlos Cruzado, pese a que el pantano del Arquillo está a un 40% de su capacidad, la mitad que hace un año. "Nuestras necesidades están cubiertas para este verano –aclara–, además, confiamos en que las lluvias de esta semana hayan mejorado las reservas". Para garantizar el consumo doméstico ante situaciones extremas, la ciudad dispone de sistemas de captación alternativos a través de los pozos de Caudé y San Blas, pero este año, como medida preventiva, ya se han empezado a adoptar las primeras restricciones en los riegos de las huertas. Desde abril se viene desembalsando del pantano del Arquillo para usos agrícolas 100 litros menos por segundo de lo habitual.

Pero si la situación de los embalses es preocupante, no lo es menos la de los cultivos de cereales de secano, que los agricultores califican de "dramática". Especialmente catastrófica es en el alto Jiloca, entre Singra y Cella, donde, según asegura el agricultor y concejal de este último municipio, Juan Sánchez, las cosechas ya se dan por perdidas. "Llevamos arrastrando años de sequía acumulada", precisa. Como muestra del estiaje que asola esta zona, la fuente de Cella, un símbolo de riqueza hídrica, permanece seca, con una lámina que cubre el fondo del pozo artesiano, pero sin una gota de agua que mane del afloramiento. "Ya no queda nada de los 3.000 litros por segundo que aportaba hace años", dice.

Con pérdidas agrícolas cifradas por los sindicatos en 60 millones de euros y las reservas de agua mermando cada semana, agricultores y responsables municipales alertan de que la situación todavía puede empeorar más con la inminente llegada del verano.

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