Los ríos de la margen derecha del Ebro entran en situación de emergencia por la sequía

Los embalses del Huerva y el Martín no llegan al 30% de reservas y el Jalón también está bajo mínimos.

Jesús Lamuela –izda.– y el guarda Paco G.ª Soria, junto a la acequia de Michén, en La Almunia.
Los ríos de la margen derecha del Ebro entran en situación de emergencia por la sequía
Raquel Labodía

El comienzo de junio está dejando lluvias por todo Aragón, aunque de momento son completamente insuficientes para paliar una sequía cuyos efectos son ya palpables en muchas zonas, sobre todo en la mitad sur de la Comunidad. Muestra de ello son los escasos caudales del Ebro y sus afluentes de la margen derecha. Las cuencas del Jalón y el Martín acaban de entrar en situación de emergencia, y el mismo estado precario presenta el embalse de Las Torcas, en el Huerva, según el último índice de sequía publicado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) con los datos de mayo. Preocupa igualmente el pantano de Moneva, en el río Aguas Vivas, y todo ello a las puertas de un verano que se prevé más cálido de lo habitual.

En estas zonas, los regantes se han visto obligados a racionar el agua desde el inicio de la campaña –en el Jiloca turolense las cosechas de secano se dan ya por perdidas–, mientras que las poblaciones que se abastecen de embalses y canales tienen el suministro garantizado al ser un uso prioritario. Más incertidumbre hay en los pueblos que se nutren de manantiales o acuíferos, si bien de momento no hay constancia de ninguno que haya requerido la presencia de camiones cisterna.

Desde la CHE recuerdan que la actual situación viene de lejos. Desde abril de 2016 se arrastra un «claro déficit pluviométrico» en casi toda la cuenca (solo los ríos Aragón, Cinca, Ésera y los dos Noguera han tenido lluvias en torno a la media de los últimos 15 años). Especialmente grave fue la falta de precipitaciones entre mayo y septiembre de ese año en el Huerva, el Martín y el Jalón, al igual que en La Rioja y la cabecera del Ebro. En estas zonas se registró entre un 30% y un 50% menos de lluvia de la media de los últimos 15 años y todo el eje hasta Mequinenza ya entró a fin de abril en fase de emergencia –el nivel más crítico de los cuatro que marcan los índices de sequía–, puesto que las precipitaciones de los últimos meses no han compensado el déficit acumulado.

De ahí los caudales de estiaje vistos en plena primavera, como el del Ebro en Zaragoza, que hace una semana llevaba solo 27 metros cúbicos por segundo (ayer superaba los 70), cuando la media en mayo es 190. Este año, las lluvias en la capital se quedaron en un 37% de lo habitual en el mes estadísticamente más lluvioso.

Ante este panorama, la Confederación ha empezado a tomar medidas. Al margen de los cupos fijados para los regadíos, y del aumento de la vigilancia sobre los caudales ecológicos y los vertidos, se ha decidido derivar agua desde La Loteta, en fase de llenado, para apoyar al Canal Imperial. Mientras, la «complicada» situación de los embalses de Las Torcas, en el Huerva (al 28,6% de su capacidad) y Moneva, en el Aguas Vivas (está al 12,5%, aunque allí existe además una sequía estructural), ha llevado al organismo de cuenca a dar aviso a la DGA para que estudie actuaciones de protección de la fauna piscícola, en previsión de que los niveles sigan bajando. Y en el caso del pantano de Cueva Foradada (al 22,6%), en el Martín, se ha solicitado a Acuaes un desembalse extraordinario del de Las Parras.

La situación contrasta con la de la margen izquierda, donde los pantanos que regulan los ríos pirenaicos están en niveles similares a los de 2016 y se espera una campaña de riegos sin problemas.

Desde la CHE advierten de que haría falta una estación entera con lluvias por encima de media para empezar a revertir una situación que ha obligado a adelantar la campaña antiincendios al dispararse el riesgo. Para el delegado en Aragón de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rafael Requena, la sequía «comienza a ser preocupante». Y las previsiones no son halagüeñas, pues se espera un verano más cálido de lo normal (hay un 60% de probabilidad), mientras que en las precipitaciones no se ve una tendencia clara. De lo que no hay duda es de que mayo dejó temperaturas de hasta casi 3 grados por encima de lo habitual en Zaragoza o Teruel.

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