El 19 de diciembre de 2016, a las puertas de la Navidad, Pablo Gállego emprendió una nueva vida alejada de sus raíces. La llamada del AEL Larissa condujo al futbolista oscense a abandonar las filas del CD Lealtad, club que milita en la Segunda B asturiana, para probar fortuna en la Super Liga de Grecia.

“Estoy feliz por emprender esta nueva etapa de mi carrera. Es una gran oportunidad a nivel deportivo y la quiero aprovechar”, comentó a este periódico, instantes antes de estampar la firma en el contrato con la entidad helena.

Solo dos semanas después, Gállego, de 23 años, debutaba por todo lo alto. Sin apenas haber entrenado con sus nuevos compañeros, saltó al terreno de juego (minuto 46) con el Larissa perdiendo por 1-0 ante el Veria, marcó un gol y fue el protagonista de un encuentro que terminó 2-1. Su actuación no pasó desapercibida y tanto los periodistas como los aficionados se ilusionaron con su eclosión.

“Me acogieron de un modo fantástico desde el primer día, y me hicieron sentir muy valorado”, recuerda ahora el joven atacante, que, aunque echa de menos su tierra, no sopesa volver a corto plazo. “Llevo una vida tranquila y soy muy feliz. Como es evidente, añoro a mi familia y amigos, pero de momento no pienso en el regreso”, explica, y confiesa que de Grecia se traería el mar.

Entre otros equipos, Gallegó pasó en su momento por los juveniles del Real Zaragoza y de la SD Huesca. También jugó en el Almudévar y el Sariñena. “En Aragón, difícilmente podía encontrar lo que me ofrecían desde Grecia. Por eso decidí marchar”, matiza, antes de afirmar que “para que el talento no emigre se debería empezar a tomar conciencia de todo el potencial que hay en la Comunidad”. Por último, subraya que “los aragoneses tienen que aprender a valorarse”.

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