Rodeados de la tecnología más avanzada, con microscopios e instrumental de precisión más que milimétrica, resulta complicado asimilar los avances que, a día de hoy, ya se aplican y benefician a quienes han sufrido accidentes o enfermedades en sus manos. Parece magia, pero es conocimiento. El 31º Curso de Microcirugía y Cirugía de la Mano de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ), que reciben esta semana a un centenar de médicos de todos los rincones de España y otros países –Portugal, Francia, o América Latina–, ofrece una formación teórica y práctica que no tiene competencia "por su prestigio, longevidad y la calidad de los ponentes", dicen los asistentes. ¿Es la ciudadanía consciente de los avances que allí se enseñan? "No", responde sin dudar el doctor Eduardo Blanco, traumatólogo del Hospital Clínico y director del curso. "Gracias a este curso, hoy se pueden operar lesiones que hace años eran, directamente, imposibles", afirma. Donde antes la alternativa era un muñón, "hoy conseguimos manos útiles, que sienten y funcionan a la perfección".

Esta es la revolución o la magia de la microcirugía, una especialidad que requiere de mucha práctica y apoyo tecnológico. "Hasta que se consigue la destreza suficiente, pueden pasar años. Por eso, no todos los hospitales tienen unidades de microcirugía", explica Blanco, que cogió el testigo en la dirección del curso de manos del doctor Pedro Marquina, el artífice del primer reimplante de mano hace ahora 36 años, en la MAZ.

En esta edición, el curso práctico se ha trasladado al Centro de Investigación Biomédica de Aragón (CIBA), donde cada cirujano cuenta con un microscopio y el instrumental necesario para poner en práctica las ponencias de la mañana, además de las ratas de laboratorio, utilizadas en esta especialidad porque sus arterias, venas y vasos son del mismo tamaño que las de los dedos humanos. "Estas instalaciones son idóneas para la cirugía experimental", expresa el doctor Marquina, que recalca que los animales no sufren. "Hay que operar a las ratas como a las personas, para no operar a las personas como ratas. Se controlan sus constantes, la temperatura, y se les suministran analgésicos", incidió.

El futuro hecho presente

Las dos técnicas en las que más se va a incidir en este año son la artroscopia y los reimplantes. "La artroscopia consiste en meter una cámara dentro de la articulación para realizar una cirugía mínimamente invasiva", indica Blanco. Como las aberturas son de menor tamaño (se puede operar la muñeca con dos accesos de 4 milímetros de diámetro), la recuperación del paciente es "rapidísima". La doctora Cristina Pastor, responsable de Cirugía Experimental del CIBA, recuerda que para ello son "fundamentales" los avances tecnológicos. "Tenemos un robot Da Vinci para la cirugía mínimamente invasiva. Tiene cuatro brazos y permite trabajar en condiciones muy precisas: no transmite el temblor de la mano", explicó. En la técnica de los reimplantes –cuando se secciona una parte de la mano– Aragón ha creado escuela gracias al doctor Marquina, y es otro de los grandes reclamos del curso.

Así lo indican algunos de los asistentes, como Carla Brendao, residente en Cirugía plástica en Coimbra (Portugal). "Ha merecido la pena venir, porque la microcirugía es muy importante en mi especialidad", comenta esta médica de 29 años. Desde Costa Rica llegó Mari Tere Vargas, de 27 años, médico residente de Traumatología en Torrevieja, que –mientras diseca el nervio de la rata– subraya la importancia de "aplicar los conocimientos teóricos del curso". Carlos Roche, de 31 años, residente de Traumatología y Cirugía Ortopédica en el Clínico de Zaragoza, destaca el valor del curso por "las infraestructuras, el material y la oportunidad de poner en práctica la microcirugía". Y esta magia sigue hasta el viernes.