La Generalitat buscó un gran trasvase en 2008 y volvió a intentarlo en 2010

El Gobierno central llegó a aprobar por decreto transferir agua del Segre a todo el área metropolitana de Barcelona.

La Generalitat de Cataluña cuenta ahora con cierta cobertura legal para conseguir un minitrasvase del Ebro a sus cuencas internas porque lleva desde 2008 sembrando las bases para conseguirlo. En ese año, la Generalitat anunció de forma unilateral que iba a impulsar un nuevo trasvase desde el río Segre –que es el principal afluente del Ebro– al área metropolitana de Barcelona. Fue el intento más serio, pero volvió a amagar en 2010, reclamando un minitrasvase también del Segre a municipios colindantes entre la cuenca del Ebro y las cuencas internas de Cataluña. En ese segundo intento, consiguió la autorización del Ministerio de Medio Ambiente para impulsarlo, aunque con condiciones. Ahora, cuando aparentemente las ha resuelto, ha decidido llevarlo a cabo.

El intento de 2008 pilló por sorpresa a todas las instituciones aragonesas. Apenas habían pasado unos días de las elecciones de marzo de 2008 que dieron a José Luis Rodríguez Zapatero una mayoría absoluta y lanzó un anuncio inesperado: el Gobierno que había parado el trasvase del Ebro a Levante quería aprobar un trasvase del Ebro para Barcelona.

El plan trasvasista de 2008 fue una exigencia de la Generalitat de Cataluña. Esta institución lo justificó diciendo que, si no llegaba el agua del Ebro en otoño de ese año hasta Barcelona, estaría obligada a imponer restricciones de abastecimiento en su capital.

El órdago lo lanzó oficialmente en marzo de 2008, cuando ni siquiera estaba formado el nuevo Gabinete de Zapatero. Tuvo bastante éxito político: el Consejo de Ministros aprobó el trasvase por decreto un mes después. Tras una dura ofensiva política y legal y la evidencia de que las lluvias habían acabado con cualquier apariencia de sequía en Barcelona, el Gobierno central dio marcha atrás y paralizó el trasvase. Como se demostró, la excusa de la Generalitat no tenía fundamento. Pasó el otoño de ese año y Barcelona no sufrió restricciones. Y así hasta ahora. Ese intento era un trasvase del Segre al río Llobregat con 60 km de tubería y un coste de 180 millones.

En 2010, la Generalitat sacó su plan secundario: un minitrasvase de menos de 1 hm3 del Segre a municipios pequeños de la provincia de Tarragona y Barcelona, algunos de los cuales sí son de la cuenca del Ebro, pero otros forman parte también de las cuencas internas catalanas, sobre las que tiene competencia exclusiva la Generalitat. Según se avisó entonces, el objetivo era conseguir el permiso para esas obras y, una vez hechas, extender el trasvase hasta Barcelona. El plan que acaban de solicitar es una réplica del de 2010.

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