El Miguel Servet atiende al año a más de 350 pacientes con traumatismos graves

Los politraumatismos son la principal causa de muerte en menores de 40 años. Un diagnóstico y tratamiento rápidos son fundamentales para evitar secuelas graves.

Los expertos la llaman la hora de oro. Aquella que se convierte en vital para diagnosticar y estabilizar a los pacientes que han sufrido un traumatismo grave o lo que se conoce como politraumatizado. Expertos en la materia debatieron ayer sobre el protocolo de atención de estos casos en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, que atiende al año más de 350 personas con estas lesiones, aproximadamente una media de una al día.


Aunque los accidentes de tráfico han disminuido, desafortunadamente el número de traumatismos graves no ha descendido en la misma proporción. Hay otros motivos como los intentos de suicidio o los accidentes laborales que todavía están muy presentes. De hecho, los traumatismos graves son la primera causa de muerte en personas de menos de 40 años.


Los expertos son conscientes de que su intervención y el tiempo que se tarda en la misma pueden minimizar o evitar importantes secuelas en estos pacientes, como sufrir de por vida una discapacidad.


Según explica el jefe de sección de Radiología de Urgencias del Miguel Servet, José María Artigas, la hora de oro comienza en el mismo momento en el que los equipos de emergencia recogen y valoran al paciente en el lugar del accidente. Una vez que llegan al centro sanitario son los "urgenciólogos" los que toman el relevo en la atención del herido. En ese sentido, el Miguel Servet fue precisamente uno de los hospitales pioneros en implantar una unidad de radiología en el propio servicio de Urgencias, cuando este se reformó en el año 2007. Esto permite identificar rápidamente las lesiones. "Es fundamental que estas pruebas estén cerca del paciente, porque están en una situación crítica", explica Artigas, que recuerda que es el personal de radiodiagnóstico el encargado de descubrir si el enfermo sufre alguna hemorragia interna, una de las lesiones más frecuentes en este tipo de enfermos.


A partir de ahí, son el radiólogo intervencionista, lo que los expertos llaman "cirujano de control de daños" o el traumatólogo los que se encargan de parar las hemorragias o controlar las lesiones de riesgo vital. Pero en el circuito de atención a estos pacientes, Artigas destaca que el papel de los anestesistas o intensivistas también es fundamental. "Pasan después a las unidades de cuidados intensivos y son ellos los que tienen que recoger todos los aciertos o errores que se hagan con anterioridad", señala el jefe de sección de Radiología de Urgencias en el Miguel Servet de la capital aragonesa.


Artigas hace hincapié en que en estos casos el "diagnóstico y el tratamiento" tienen que ir de la mano. Deben ser las mejores atenciones, pero también las menos agresivas, ya que el estado de estos enfermos es muy delicado, y su fisiología está alterada. Precisamente, un grupo de expertos debatió ayer en el salón de actos del hospital Miguel Servet sobre esta materia. A la cita, acudió el jefe de Radiología del Boston Medical Center, Jorge Soto.

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